Todo fue, Friedrich

(Soy hombre de duelos lentos. Debo admitir que no publiqué esto cuando debí. Sentí pudor de mi dolor, sentí que las palabras eran vanas, que ya no tenían "sentido" porque no llegarían a quien estaban dirigidas: quería decirle a Hernán que estaba seguro de que, como Unamuno, él no dimitía de la vida y que me sentía halagado por la fortuna de habernos encontrado en el camino. Hoy me topo con este borrador entre otros y me asaltan la pena y la vergüenza. Siento que no podré seguir con este blog -ni con ningún otro- si no honro debidamente la memoria de un amigo, el que se nos adelantó, el stalker).
¿Cómo es esto? ¿Y entonces? ¿Y ahora? ¿Lo conocí, realmente? ¿Éramos amigos? Si, yo diría que sí, pero no conocí su casa, su familia, su historia. La complicidad de la pantalla, superficie amable, un diálogo como pocos, una posibilidad, una promesa.
Con el paso de los días, me sentí más triste. Esta realidad virtual que apenas conjuramos tres o cuatro veces, me deja, a mí que lo conocí en este ámbito, con una extraña sensación de duelo pendiente, de elaboración difícil: para nosotros que habitamos aquí, no hay cadáver. Lo hubo, seguramente, para otros (para su mujer, su familia, sus amigos esos de allí, de la historia y el pasado y los recuerdos y el barrio o la escuela o los bares).
Y ahí veo. "Puck" en la lista de contactos de chat. Y en lector de feeds la Zona Tomada, a donde volví tantas veces esperando encontrar el post que, aunque supiera que no correspondía al humor de Hernán, dijera que nos habíamos enganchado en el meme más siniestro de todos.
(Hace unos meses murió mi abuela. Todavía tengo su número de teléfono en la agenda de mi celular. ¿Cuándo llega el día en que uno -yo- borra un teléfono, baja un contacto?).
Y hubo un café y una Placita donde íbamos a charlar sobre la contingencia algún día, después.
Después de qué, carajo.

Bicentenario


Grageas:

“Si el derecho de conquista pertenece al país conquistado, justo sería que la España comenzase por darle la razón al reverendo obispo abandonando la resistencia que hace a los franceses. Los americanos sabemos lo que queremos y adonde vamos”. (Respuesta de Juan José Castelli a la propuesta del Obispo Lué de sujetarse a la Junta de Sevilla. Cabildo del 22/5/1810).

"... Belgrano entonces juró que si a las tres de la tarde del día siguiente el virrey no renunciaba, lo arrojaría por la ventana de la fortaleza."

“Las grandes fortunas en pocas manos son aguas estancadas que no bañan la tierra”. Para no mudar de tiranos sin destruir la tiranía, había que expropiar los capitales parasitarios amasados en el negocio colonial. ¿Por qué buscar en Europa, al precio de desolladores intereses, el dinero que sobraba adentro? Del extranjero había que traer maquinarias y semillas, en vez de pianos Stoddart y jarrones chinos. El Estado, creía Moreno, debía convertirse en el gran empresario de la nueva nación independiente. La revolución, sostenía, debía ser “terrible y astuta, implacable con los enemigos y vigilante con los espectadores”. (Del Plan Revolucionario de Operaciones de Mariano Moreno).

“Gracias a Dios” —suspiran los mercaderes de Buenos Aires—, Mariano Moreno, el demonio del infierno, ha muerto en alta mar.

French y Beruti marchan al destierro y se dicta orden de prisión contra Castelli.

Cornelio Saavedra manda a recoger los ejemplares de El Contrato Social, de Rousseau, que Moreno había editado y difundido.

Moreno y Castelli, eran dos: una pluma y una voz. “Todos son perversos”, decía un comandante español, “…pero Castelli y Moreno son perversísimos”.

Belgrano es enviado al Ejército del Norte. ..

Después siguieron Vicente López y San Martín.


DETALLES


Las partes y sus intereses:

1 - Los absolutistas

¿Qué clases sociales se enfrentan en Buenos Aires en ese mes de mayo de 1810? Por un lado, se encuentran los defensores del absolutismo, sector integrado por los comerciantes monopolistas (registreros, ligados a casas matrices de España, beneficiados por el monopolio), es decir, “los godos”. Sus apellidos interesan porque luego reaparecen integrando la oligarquía argentina: Martínez de Hoz, Pinedo, Alzaga, Santa Coloma, Sáenz Valiente, Ocampo, Lezica, Beláustegui, Arana, Oromí, Ezcurra… En general, son dueños de esclavos, rentistas y ostentan escudos nobiliarios en las puertas de sus casas. Junto a ellos, el Virrey , los integrantes de la Audiencia y la burocracia estatal, es decir, el funcionariado privilegiado vinculado al poder, que cuenta, además, con el apoyo de la cúpula eclesiástica y de alguna fuerza armada.

2 - Los democráticos:

En la vereda opositora se ha gestado un frente antiabsolutista constituido por comerciantes nuevos, la pequeña burguesía y sectores populares.
  • La burguesía comercial en formación se halla integrada preponderantemente por comerciantes ingleses a los cuales el virrey ha otorgado permisos precarios de radicación y que muy pronto, si no se producen cambios en el poder, deberían levantar sus tiendas e irse a comerciar a otra parte ( El 18 de diciembre de l809 se les otorgó autorización por 4 meses, el 18 de abril de l8l0 se les dio prórroga por 30 días y ya en los días de mayo, nadie se preocupa de ellos, hasta que producida la revolución, consiguen radicación definitiva). Integran también ese grupo algunos comerciantes nativos que vienen del contrabando y ligan su suerte ya tempranamente al capital inglés. Entre otros: Aguirre, Riglos, Sarratea, Escalada y García. Este sector concurre a la revolución para terminar con el absolutismo y establecer una amplia libertad comercial que permita una estrecha conexión con el comercio mundial. (Según Mitre y la Historia Oficial).
  • En cambio, los demás integrantes del frente democrático desean concluir con el viejo régimen pero con un proyecto distinto: que el pueblo gobierne a través de sus representantes, asegurando los derechos del hombre y del ciudadano, la libertad de imprenta y el libre pensamiento, integrando el movimiento al estallido que conmueve por entonces al resto de la América Española e incluso, también a las fuerzas modernizadoras en España. En esa pequeña burguesía se destacan varios abogados, como Moreno, Castelli, Belgrano y Paso, con el apoyo de unos seiscientos activistas que pertenecen a los sectores sociales de menores ingresos, conocidos como “Los Chisperos”, “La Legión Infernal”, o “los manolos”, en las crónicas españolas. Allí, liderando, se encuentran French, cartero de la ciudad y Berutti, empleado de la Tesorería del Gobierno. Allí, se destacan también Agustín Donado, gráfico, que se desempeña en la imprenta oficial, Buenaventura de Arzac que “no es nada”, según lo trata despectivamente un informe, Francisco “Pancho” Planes, abogado de exaltada posición revolucionaria, Felipe Cardoso, Vicente Dupuy, Francisco Mariano de Orma y otros, ignorados por la Historia Oficial y a quienes, en los informes del virrey y de la Audiencia, así como en los testimonios y recuerdos de época, se los designa como “la chusma” que vertía “especies subversivas”. También apoyan algunos sacerdotes populares como Alberti, Grela y Aparicio, este último recorriendo los cuarteles y arengando a la tropa, con dos trabucos al cinto.
En los sucesos que se desarrollan en la semana de Mayo, los militantes encabezados por French y Berutti juegan un rol decisivo pues son ellos los que exigen y logran el Cabildo Abierto del 22 de mayo e incluso participan del mismo utilizando invitaciones falsas que ha "fabricado" Donado en la imprenta de Expósitos, como también son ellos quienes forman piquetes en las esquinas del Cabildo impidiendo el ingreso de algunos señorones reaccionarios. Son ellos también los que se movilizan contra la Junta tramposa del día 24 (dos absolutistas, dos revolucionarios y el Virrey como quinto miembro para desempatar), especialmente después que se contactan con Mariano Moreno, ese hombre que tenía la mente clara y sabía lo que había que hacer, por lo cual French lo apoda "el sabiecito del Sur". Llegado el día 25 y cuando el "sordo" Cisneros y el síndico Leiva apelan a toda clase de dilaciones e incluso intentan que la fuerza armada reprima al pueblo en la Plaza, French, Berutti, Planes y otros ingresan a la planta alta del Cabildo y exigen por la fuerza –cuchillos y trabucos en mano- la designación de una Primera Junta, cuyos integrantes ellos mismos presentan, y firman, en primer término: "Por mí y ante de los seiscientos, Antonio Luis Beruti, por mí y a nombre de seiscientos Domingo French, siguiéndole entre otras, las firmas de Manuel Alberti, Hipólito Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, Tomás Guido".

No existe duda de que el sector popular, como cabeza del frente democrático, impone a la Primera Junta para reemplazar al virrey. Sus integrantes juran, entonces, en nombre del Rey Fernando VII porque éste resulta aún una posibilidad democrática tanto para los españoles liberales como para los americanos de la misma filiación ideológica. Por esta razón, la base social de la revolución acepta no sólo esa jura sino que continúe flameando la bandera española en el Fuerte y que dos españoles integren el nuevo gobierno (Larrea y Matéu ) Subsisten también la Real Audiencia (cuyos integrantes, junto con el virrey, son detenidos y desterrados el 22 de junio, por su confabulación contrarrevolucionaria) y el Cabildo (a cuyos integrantes se los confina recién en octubre de 1810, por probárseles reuniones conspirativas). También son desterrados, meses después, varios ricachones, no por españoles, sino por enemigos de la revolución que dirige "ese" Moreno.

Poco después, Moreno redacta el Plan de Operaciones que constituye el verdadero programa de la Revolución, documento que Bartolomé Mitre "pierde", distraídamente, para poder mantener a la "Representación de los Hacendados" –alegato por el comercio libre- como objetivo del movimiento.

Sin embargo, la aparición de nuevas copias del Plan, como asimismo de referencias de Fernando VII y de su hermana Carlota Joaquina, respecto a ese documento , lo tornan hoy indiscutible. Allí se ratifica el proyecto latinoamericano, se plantea la destrucción del absolutismo en América y asimismo se formula un proyecto insólito para esa época: que el Estado reemplace a una burguesía nacional inexistente para promover el desarrollo económico. ¿A través de qué capitales? De los que se obtengan expropiando a los mineros del alto Perú pues como afirma Moreno, con argumentos sumamente actuales, "las fortunas agigantadas en pocos individuos …no sólo son perniciosas sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino cuando también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad, demostrándose como una reunión de aguas estancadas, que no ofrecen otras producciones sino para el terreno que ocupan, pero que si corriendo rápidamente su curso bañasen todas las partes, no habría un solo individuo que no las disfrutase..."

Como se advierte, esta revolución igualitaria y expropiatoria nada tiene que ver con aquella del comercio libre y el abrazo con los ingleses de que nos habla la Historia Oficial. Los comerciantes anglo-criollos –que participan en el movimiento por su interés de mantener su radicación en Buenos Aires- logran, recién en setiembre de 1811, elevar sus hombres al Primer Triunvirato (Rivadavia y García): "son los hombres de peso y de pesos", según los califica Vicente Fidel López. Pero pierden posiciones el 8 de octubre de 1812 cuando San Martín y Alvear derrocan a ese organismo y surge el segundo Triunvirato integrado por los morenistas que recién han vuelto de su confinamiento.

A través de la década, en sucesivos avances, la burguesía comercial anglo-criolla refuerza sus posiciones y a principios de 1820, recién se hallará plenamente en el poder, siempre representada por Rivadavia y García. Es el período en que se inicia “la contrarrevolución”, le escribe Vicente López y Planes al General San Martín, quien acuerda con ese juicio (cartas de enero y mayo de 1830, Archivo San Martín. Su proyecto se despliega en esos años: empréstito Baring Brothers, libre importación, sociedades mixtas del Estado con capitales ingleses, Banco de Descuentos y Banco Nacional en poder de los comerciantes extranjeros, política antilatinoamericana contra San Martín y Bolívar, disgregación de la Banda Oriental y del Alto Perú.

Esta sí es la política contrarrevolucionaria de la burguesía comercial –Rivadaviana en esa época, Mitre en los años 60- que la Historia Escolar celebra como triunfo de "la civilización contra la barbarie". Pero, por supuesto, no es el programa de Mariano Moreno y los revolucionarios de Mayo.

NOTA: esta entrada surge de copiar un poco de aquí y un poco de allá, de algo textual y algo editado. La intención es tratar de traer ese contexto de 1810 a hoy y responderme esta pregunta: ¿de qué lado estarían (están) nuestros políticos de hoy, las cámaras empresariales, las organizaciones civiles, la Iglesia Católica, los sindicados, la gente común?

Aún en la hoguera, deseo de fénix...