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Testimonio de una víctima de la dispersión


Todo empezó hace 12 años. Mi hermano fue detenido, torturado salvajemente y encarcelado. Desde entonces ha estado en Soto, Aranjuez, Valdemoro, Murcia y Granada, donde se encuentra actualmente. aproximadamente a 800 km de EH.

Los viajes siempre los haces con mucha ilusión, desde el día antes ya estás pensando en ello, en preparar todo y piensas en el tiempo que hará, sobre todo en invierno. Normalmente siempre salimos un día antes, ya que el día anterior todo son nervios, casi no duermes, y son muchos kilómetros y cualquier contratiempo puede hacer que pierdas el bis. Último repaso y comenzamos el viaje, en el que casi nunca falta su hijo de 9 años. Suele durar unas 8 horas. Al pasar Madrid siempre nos acordamos de que nos quejábamos cuando estaba allí, y ahora al pasar por allí todavía nos queda la mitad de camino.

Al día siguiente, cuando llegas a la cárcel estás cardíaco. Y empiezas a pensar: "¿habrá problemas con el paquete?, ¿habrá cacheos?, ¿qué carceleros estarán?... Esos minutos se hacen eternos, todo lo contrario que cuando por fin estamos junto a él. Primeros abrazos, besos y sonrisas. Durante el bis no hay silencios. Todos quieren hablar, contar... y el tiempo se pasa volando. Para cuando te das cuenta ya está el carcelero llamando a la puerta... Llegó la jodida despedida, últimos abrazos y besos hasta la siguiente. Siempre las despedidas son sonrisas y ánimos, hasta que das la vuelta y empieza a desaparecer, otra vez de vuelta a la realidad... En la ida todo son risas, alegría, ilusión, nervios... En la vuelta sin embargo hay más silencio, ojos brillantes. Sientes cómo cada vez te alejas más de él.

Una de las cosas que más difícil se me hace en los viajes es cuando miro por el espejo retrovisor y veo a su hijo de 9 años, porque no entiendo por qué él tiene que sufrir esta situación. Y, sin duda, una de las cosas que más me dolió y jamás perdonaré, es que, el aita, debido a una enfermedad y la distancia, no pudo ver a su hijo en los últimos 4 años de su vida.

Nosotros por suerte no hemos tenido ningún problema grave en estos 12 años en la carretera. Pero sí hemos visto, y durante todos estos 12 años, que, como no pueden acabar con nuestros familiares, la actitud hacia nosotros por parte de IIPP se ha ido agravando y endureciendo. Un ejemplo claro fue la época en la que los familiares teníamos que ser cacheados para entrar a los bises, situación que me llevó a estar más de 10 meses sin entrar a un bis por negarme a someterme a esa denigrante práctica.

A mí personalmente no me da miedo mirar al pasado. Pero sí al futuro, pensando que todavía le queda más de la mitad de la condena por cumplir, muchos kilómetros que recorrer y cada vez más trabas. Porque al final, el objetivo de la dispersión no es otro que romper la dignidad y el compromiso de nuestros familiares con nuestro sufrimiento. Y el Estado español va a seguir por esa vía.

Pero tanto ellos como nosotros, no nos rendiremos. Mientras ellos sigan fuertes, nosotros seguiremos fuertes. No lo han conseguido hasta ahora y no lo conseguirán. Nosotros estaremos con ellos hasta el final.

                         Fdo: Una persona condenada sin haber cometido ningún delito.

Aquí tienes otro testimonio. Y aquí van dos.