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"Para mí la fotografía es una excusa para hablar de la gente". Gari Garaialde

¿Recuerdas la primera foto que hiciste? 
Uf! No, no me acuerdo de la primera foto que hice. Recuerdo que en casa había una Werlisa, que nos gustaba jugar con ella, recuerdo que luego hubo una Kodak, creo que era instamatic, esas que eran muy planas, con un botón rojo muy grande, y por último una Pentax, que fue la que mas usé para mirar por el agujerito. Más que sacar fotos (no sabía cómo funcionaba la cámara), me gustaba mirar al mundo por el agujerito, encuadrar escenas, gente…

¿Por qué empezaste a hacerlas?
No sé por qué empecé a hacer fotos, pero me imagino que para alguien que disfruta encuadrando, el siguiente paso será congelar ese encuadre, sacar esa foto.

¿Siempre quisiste ser fotógrafo?
No, que va. Nunca supe qué quería ser. Me gustaba mirar por el agujero, la fotografía me creaba mucha curiosidad, pero sin más. Con 18 años me fui a Inglaterra, a estudiar inglés durante un curso. En aquel colegio, South Devon Collage of Art and Technology, los que estábamos aprendiendo inglés teníamos la oportunidad de hacer actividades con los profesores de otras asignaturas. Y yo aproveché la ocasión para aprender a usar una cámara, a hacer fotos, a revelar… Todo empezó allí.

¿Quiénes son tus referentes?
No sabría decirte. No soy mucho de nombres, se me olvidan… Siempre me ha gustado Henri Cartier Bresson, pero puede que sea porque es el primer fotógrafo del que leí algo. Fue un reportaje que me pasaron mientras estaba en Inglaterra. También me gusta Capa. Me gusta como fotógrafo, pero creo que me tiene más pillado el personaje.
Son esas cosas con las que te quedas mientras vas entrando en el mundillo. Ellos crearon Magnum…
Me encanta el trabajo de Koudelka de Praga en el 68, Willy Ronnis, Eugene Smith… Me gustan casi todos los de antes (casi todas las fotografías después de 30-40 años me crean curiosidad) y muchos de los de ahora.

¿Por qué os lanzasteis a montar la agencia Bostok?
Porque la única forma de seguir viviendo de esta profesión es haciendo piña, ayudándonos unos a otros… y porque siempre he querido hacer algo que saliera de nosotros, de los fotógrafos.

Gari Garaialde / Bostok Photo
¿Cómo nace Bostok?
Yo me quedé en paro el pasado mes de abril (bueno, no. No me quedé, me dejaron). Tenía claro que no quería colgar la cámara de buenas a primeras; quería seguir como fotógrafo profesional, me gusta esto. Me pone. Bueno, pues casualidad, al día siguiente de saber que me dejaban sin trabajo, coincidí con Andoni Lubaki, un fotografo que lleva pocos años en la profesión, que ha cubierto algunos conflictos internacionales (Libia, Siria, Egipto, Sahara…) y nos pusimos a hablar. Surgió la idea y quedamos al día siguiente para hablar en serio del tema. Decidimos hacerlo y empezamos a buscar gente que podía encajar. Con Ander llevo 15 años de amistad y de compartir mucho en esto del fotoperiodismo. Durante algunos años hemos sido el motor de EIGE, la Asociación de Periodistas Gráficos de Euskal Herria. Hemos hablado mucho, hemos soñado mucho juntos. Y luego está Josu, un chaval que ha currado sobre todo desde Barcelona, con los de RuidoPhoto y nos habíamos encontrado un año antes. Los dos teníamos ganas de hacer algo juntos, pero no sabíamos qué.

¿Por qué una cooperativa?
Porque es la única forma de empresa que me gusta, porque tenía que ser algo colectivo, donde todos luchásemos, todos trabajásemos, y todos mandásemos. Porque estaba harto de trabajar en los proyectos de otros, porque queríamos ser ideólogos y activistas…

¿Quiénes sois?
Bueno, como te he dicho antes, somos Josu Trueba Leiva, un monstruo, con muchas ganas, mucha fuerza, mucha idea de trabajo colectivo… Andoni Lubaki, otro chaval que aunque lleve poco tiempo
en la profesión, venía lanzado, con algunas cosas interesantes publicadas desde Libia y Siria, con muchos contactos en el exterior, que conoce un mundo que a mí me era extraño por completo…
Ander Gillenea. Un fotógrafo con más de 20 años de experiencia. Empezó trabajando en prensa diaria y en un momento hizo la apuesta de dejar lo que tenía atado y buscarse la vida con AP primero y luego Getty Images, AFP… Es el tío que me dejó un hueco para entrar a trabajar en prensa diaria. Cuando él dejó Euskaldunon Egunkaria para apostar por AP, me contrataron para que yo cubriese esa plaza… Y yo, Gari Garaialde que llevo 15 años tabajando en prensa diaria, los últimos 11 años en Argazki Press, una agencia que saca fotos para GARA y BERRIA

Andoni Lubaki / Bostok Photo

¿En qué se diferencia vuestro trabajo?, ¿tiene un sello especial?
Todavía no tiene un sello colectivo. Casi no hemos empezado a trabajar, pero está claro que sí nos gustaría que tuviese algo, algo que lo hiciera diferente. Eso saldrá cuando llevemos tiempo trabajando juntos. No merece la pena forzar nada.

¿Hay algún tipo de trabajo que no harías?
Uf, así a bote pronto… está claro que queremos ganarnos la vida haciendo periodismo, contando historias, pero sabemos que para hacer eso habrá que comer, y para comer hay que ganar dinero… Hay cosas con las que no me siento muy cómodo, cosas que no sé hacer bien, pero todo se andará. El trabajo periodístico que hagamos será independiente, sincero.. pero luego habrá que hacer encargos, cosas que nos pidan…


¿La fotografía para ti es un trabajo? 
La fotografía para mí es casi una necesidad. Es un trabajo, pero es un trabajo que me encanta, un trabajo que me apasiona. Muchas veces, cuando me hartaba de hacer fotos en ruedas de prensa y presentaciones de todos los colores, me iba por ahí a sacar fotos, a desahogarme haciendo fotos.

¿Separas la mirada del Gari fotógrafo a la del Gari observador? Quiero decir si descansas...
No puedo separar la mirada de Gari fotógrafo de la de Gari observador, de la de Gari a secas. Tengo claro que soy yo el que mira, al que algo le crea curiosidad, el que quiere contar algo, el que decide cómo, el que enseña… Incluso en los trabajos mas asépticos, siempre intento que se note que soy yo el que cuenta.

¿Qué es para ti una imagen?
Una imagen es algo que ayuda a contar una historia, que atrae la mirada de la gente para contarles algo que yo creo que merece la pena ser contado. Ya sé que es mucho más, puede ser arte, puede ser estética, son colores, son formas… pero a mí me interesa desde el momento en que me sirve para contar algo.

Gari Garaialde / Bostok Photo
¿Por qué es importante una imagen?
Porque cuenta cosas que con las palabras no se puede contar, porque aporta un plus. Por lo mismo que las palabras son importantes, porque aportan eso que la fotografía no puede.

¿Hay alguna situación especial con la que te sientas más a gusto haciendo fotos?
Sí, me siento a gusto cuando a los de alrededor no se les molesta demasiado que haga fotos, cuando me dejan acercarme…

Me gusta ir, mirar y sacar fotos. Me gusta oír, oler, casi tocar la gente, las situaciones que voy a fotografiar. Me gusta tener un contacto con los que voy a fotografiar, que me vean, que me admitan, que me permitan fotografiar, o por lo menos que me soporten. Me gusta mirarles a los ojos y no solo a través de la cámara, me gusta dejarme ver, me gusta que se olviden de mí, llegar a ser uno más. Pero también me ponen las carreras, el humo, el sudor, los gritos, la acción…

No me gusta posar a la gente. No digo ‘montar’ fotos, me siento incómodo posando a la gente para las entrevistas. No me gusta decirles ponte así o asá, sube esa pierna… soy muy de ‘a ver, mírame… ya, ya hemos terminado’ Me siento incómodo cuando el que posa se siente incómodo…

¿Tienes alguna manía?
No creo que sea muy maniático, pero sí que tengo claro cómo me gusta y cómo no me gusta trabajar.

¿Haces fotos a diario?
Casi a diario. Hay dias que no, pero son los menos.

¿Hay algún tipo de paisaje, lugar, gente… que te alimente la cabeza especialmente?
A mi lo que me alimenta la cabeza es la gente, en general. Para mi la fotografía es una excusa para hablar de la gente.

¿Hay algún reportaje con el que sueñes?
En parte, me gustaría sacar fotos del último preso político volviendo a casa, el nacimiento de la República, la I República Vasca… pero bueno, no tanto como fotógrafo sino como persona. Me gustaría que pasase, que lo viviese y, ya puestos, fotografiarlo. Pero tampoco tengo un reportaje que me ponga del todo. Cualquier historia pequeña me gusta. Quiero contar eso que me crea curiosidad en cada momento…

¿Qué te parece el “fotoperiodismo ciudadano”? El hecho de que ahora cualquier persona con un móvil en la mano pueda cubrir cualquier noticia… ¿Te parece que enriquece la profesión, que no tiene nada que ver con ella, que es intrusismo…
No es fácil contestarte a esto. En principio no me parece mal que cualquiera que tenga una cámara de fotos, saque fotos de lo que quiera, y menos de hechos noticiables. Tampoco me parece mal que se vendan esas fotos a la prensa o se utilicen para alimentar los blogs de cada uno, intentando contar eso que han vivido. Ya, que se regalen esas fotos a los diarios, porque a la gente le haga ilusión ver sus fotos publicadas, es otra cosa. Porque por desgracia, eso hace que la prensa se acostumbre a tener material gratis o muy barato, y en un estado en que la prensa en general es pésima, y su relación con los fotógrafos es denigrante, hace que las opciones de profesionalización de los fotógrafos sea casi imposible. Más que intrusismo, creo que es competencia desleal. Yo no creo que unos tengamos más derecho que otros a sacar fotos, a estar en los hechos noticiables, a contar cosas. Pero creo que ese trabajo hay que pagarlo, hay que filtrarlo (veracidad de los hechos y calidad de lo publicable).
Sin duda, en muchas ocasiones enriquece, no a la profesión, sino a la información, y creo que ese es el objetivo. Informar e informar bien. Es verdad que con la cantidad de información que hay hoy en día, casi se desinforma, pero eso es responsabilidad de los medios. Hay que filtrar bien. Y de los lectores, tenemos que saber dónde buscar, qué mirar…

Bertrand Tavernier  fotografiado por Ander Gillena / Bostok Photo
¿Y del Photoshop? ¿Lo utilizas?
No me gusta mucho la pregunta, te digo por qué. La respuesta sería no, ya no, excepto para las fotos en blanco y negro. Pero el hecho de que no utilice PhotoShop no quiere decir que no retoque las fotos. Utilizo Lightroom, otro programa de adobe que me resulta más práctico, pero al final es lo mismo; me da casi las mismas opciones. El problema no es Photoshop, el problema es intentar dar a entender algo que no tiene que ver con los hechos. Eso se puede hacer con Photoshop y sin Photoshop. Se hace ahora y se hacía con los negativos. Es más, se puede hacer en la postproducción y se puede hacer en el momento de la toma, y a mí personalmente esta es la forma que más me incomoda. Se montan fotos, bastantes más de lo que la gente se cree, y parece que al no haber Photoshop, está bien, y no es así.

¿Te has arrepentido alguna vez de alguna foto?
Me he arrepentido de no hacerlas. De hacer fotos nunca. Un colega con mucha más experiencia que yo (en la guerra entre Iran e Iraq yo casi no sabía qué era una cámara…) me comentó que hacer, hay que hacerla siempre; luego decidirás si enseñarla o no, si usarla o guardártela, si pasarla al periódico o dejarla en el archivo…

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Puedes ver más trabajos de Bostok Photo en su página de Facebook,  seguirles en Twitter, y también seguir a @GariGaraialde

Hedoi Etxarte: "Escribo cuando hay ideas, cuando hay urgencia para decir ciertas cosas o cuando hay que socializar los textos"

origen de la foto
¿Escribes siempre en el mismo lugar? ¿Cómo es?
Tomo notas en autobuses y trenes de la Metrópoli Vasca. Pamplona-Vitoria, Vitoria-Bilbao, San Sebastián-Errenteria, Hendaia-Vitoria. Y luego he escrito en mis habitaciones. Los últimos cuatro años han sido cinco habitaciones distintas. Alguna tenía un balcón a un patio ciego. Alguna tenía vistas a las montañas del noroeste de Vitoria. La de ahora tiene otro balcón en frente, a tres metros.

¿Escuchas música mientras escribes?
Escucho música todo el tiempo. En la bici, el bus, el tren, andando. No cambio lo que escucho en la calle y en casa para escribir. No soy capaz de decir exactamente lo que escucho y hacer un canon, que siempre es narcisista e intenta representar más lo que uno quiere ser que lo que es. Aunque no escucho nada original. No tengo tiempo para los test que Mao Tse Tung propone sobre la elevación de lo popular. Soy un fanático de Wagner, si me pones un asunto de Verdi que no conozca y me dices que es Wagner me lo tragaré y me encantará, como hizo Anders con Brecht diciéndole que tenía un texto de Hegel y era de Marx y a Brecht le parecio estiércol. Y le dio uno de Hegel diciendo que era Marx y le encantó.

Mi equipo son: Hanns Eisler, el Marx de la música, populista con sistema operativo virtuoso de conservatorio; Txaikovski, un marica kitsch y patriota ruso burgués; del repertorio para violín me gusta todo menos el clasicismo y Paganini, de Bach, pasando por Vivaldi, Brahms, Tartini, Ysaye; luego Shostakovich y Prokofiev, los titanes soviéticos; Beethoven que es un neurótico y un reprimido sexual también hace alucinar por su capacidad de desarrollo; cuartetos de Schubert; horteradas de Rakhmaninov, Richard Strauss o Khachaturian.

La inteligencia de La Polla Records y Negu Gorriak en un momento en el que la CT musical vasca no está atendiendo ni al 17% del paro, ni al Fracking ni a nada que no sean las camisas de cuadro y las poses de catálogo de ropa pija. Por eso ahora me decanto por el rap de At Versaris, Keny Arkana, Calle 13, Kery James, MAK. O por cantantes de otros momentos como Ernst Busch, Gisela May, Cornelius Cardew, Dagmar Krause, Esther Bejarano, Heiner Goebbels o Ute Lemper.

¿Escribes a diario?
No. Escribo cuando hay ideas, cuando hay urgencia para decir ciertas cosas o cuando hay que socializar los textos. Lo que hago todos los días es subrayar sobre ensayos. Marcar páginas. Seleccionar poemas de otrxs.

Cuando escribes, ¿sueles llevar un horario estricto? ¿Cuál es la mejor hora?
La buena hora es cuando estás estimulado por conversaciones, por cafeína, teína o azúcar.

¿Cómo comienzas? ¿de dónde surge esa primera chispa?
Un gran compañero camarada de debates me dijo el otro día que formulaba mejor hablando que escribiendo. Que es un debate clásico, el de cómo escribir. Cómo pensar lo escrito y lo oral.

¿Cómo revisas o corriges? ¿Llevas algún tipo de orden? 
Me gusta la idea de Zizek de anotar cosas y después editar para saltarte el paso de tener que escribirlas. También me gusta la idea de Drittero Agolli en El viaje aventuroso del camarada Zylo por el maravillos mundo de las burocracias donde el protagonista Demke escribe informes para todo cristo. Escritura como ejercicio de travestismo. Obligación social.

¿Te arrepientes o te has arrepentido alguna vez de algo que has escrito?
Hay poemas que por su excesivo hermetismo no tendría que haber ni siquiera escrito, qué decir de haberlos publicado. Si no, estoy, por ahora, conforme con todo lo demás.

Las convicciones estéticas y políticas que tengo no han variado los últimos 13 años en lo fundamental. Sí que tuve una fascinación con la vanguardia artística que me estoy quitando, pero creo que el equipo de la emancipación, el del comunismo ontológico y el marxismo-leninismo es suficientemente amplio, cómodo, complejo, contradictorio y diverso como para quedarse un buen rato. Publiqué un poema sobre la compra de mis nuevas gafas de pasta marxistas para explicarlo.

¿Tienes algún tipo de manía sobre la ropa o la postura? (Una escritora me contestó que ella tiene unos zapatos de tacón incomodísimos que solo utiliza para escribir, porque al estar tensa escribe mejor y se siente más alerta, más despierta)
No tengo rito alguno. Escribir es una prolongación de hablar, comer, comentar la jugada del día, leer, luchar en lo fisiológico, dejarte seducir en las ideas.

¿Utilizas cuadernos para tomar notas o lo haces todo a ordenador? 
Los mejores cuadernos son los de anillas baratos. Tuve una Moleskine hace unos meses y al poco se rompió del cosido. Bazofia. Luego escribo en cualquier papel. Tengo mala letra y no la entiendo. Pero entiendo que es una suerte de darwinismo productivo y me tranquilizo.

Cuando estás muy metido en la escritura de un libro, ¿te cuidas a la hora de elegir las lecturas para que no te influyan?
Al contrario. Quiero que me contamine todo. Soy de por sí poco atrevido con la novedad y celoso del tiempo. Para que lea algo tiene que tener un punch claro. Si no, sigo leyendo lo mismo que cuando empecé. Poesía francesa, antologías poéticas, poemas de autores que toman partido ante las circunstancias. Ensayo filosófico de unos pocos. Artículos de coyuntura sobre todo del Le Monde Diplomatique, Viento Sur, algo de Diagonal y Madrilonia. Y muy poca narración. Bastante cómic comprado, en préstamo o de biblioteca. Libros de historia de la música.

¿Hay algo concreto que no puedas hacer mientras escribes? Alguna manía…
No.

¿Tienes lecturas de descanso? 
Leo más de un libro a la vez. Un ensayo, poemas, comic. Dependiendo de qué esté leyendo más en cada momento, cambiar de género es el descanso.

¿Cómo es tu biblioteca personal? ¿Me la puedes describir?
He vivido en unas diez casas. En cada ocasión había estanterías de distinto tamaño y han ido cambiando. En ocasiones no había estanterías y estuvieron en el suelo o en pilas o en la mesa. Ahora tengo un mueble de estanterías con estas secciones: poesía vasca, poesía española, narración francesa, narración alemana y narración del resto de literaturas. Y otra estantería con: poesía internacional (es la sección más grande que tengo y la mayor parte es poesía francesa y antologías); libros sobre estética y libros de filósofos o políticos sobre arte, filosofía y teoría literaria; diccionarios y libros sobre idiomas; lingüística; feminismo; sionismo; marxismo y comunismo; teatro y revistas que comparto con familiares (Le Monde Diplomatique, Diagonal, Viento Sur).

¿Eres fetichista con el libro como objeto?
No. Y no lo entiendo. Me fastidiaría perder un libro subrayado por el tiempo que habría que perder volviendo a seleccionar la información.

¿Qué casa de escritor te hubiera gustado visitar o has visitado y te ha fascinado?
Me hubiera gustado charlar con escritores, no soy fetichista con eso.

¿Te molesta que se doblen las páginas, que se arrugue el lomo al abrirlo demasiado... ?
Doblo páginas para marcarlas por algo relativo al contenido o la forma (si no tengo lápiz a mano) y anoto comentarios o llevo un papel para tomar notas. Romper el lomo a posta me parece el típico tic similar a la orina de los perros.

¿Tienes algún tesoro en tu biblioteca? Primeras o raras ediciones, dedicatorias…
Creo que a parte de un libro de Brasillach que circula pero no está editado, de cuando lo van a fusilar en Fresnes en los cuarenta, no tengo nada más allá de cosas curiosas sin valor de cambio. Nietzche en japonés, Lenin en japonés y árabe, Maiakovski en alemán, unas cuantas antologías en francés de otras literaturas (pieles rojas, Grecia del siglo xx, Palestina contemporánea, Checos del siglo xx, un par sobre rusos del xix y del xx, selección de textos sodomitas).

Los libros con cierto valor además del de uso son familiares. Primera edición del Harri eta herri de Aresti numerada. La traducción de Barandiaran de la Ilíada editada en 1954. El árbol de Guernica de Steer en Ediciones Gudari de 1963.

Casi no tengo libros firmados. Cinq leçons sur le cas Wagner de Badiou firmado por Zizek. Las entrevistas de The Paris Review firmada por Ignacio Echevarría. Unos cuantos con la de Harkaitz Cano. Me parece que el valor de mi biblioteca está no tanto en cada volumen sino en conjunto teniendo en cuenta los ingresos totales de mi vida adulta y que no he sido subvencionado por el Templo del Saber. Además de notarse la generosidad de un par de amigos que además de ofrecerme volúmenes en regalo o en préstamo me han abierto itinerarios enteros en poesía y ensayo.

¿Tienes algún rincón especial en tu casa para leer? 
Leo en la cama y escribo en la cama y en la mesa.

¿Dónde lees poesía? 
En cualquier lado. Incluido el autobús urbano. Lo mejor es el tren regional.

¿Sueles acudir a bibliotecas? ¿me recomiendas alguna en especial?
La de Ignacio Aldecoa de Vitoria. Por sus libros y por sus librerxs. Exigentes, simpáticos y socialmente combativos.

¿Me podrías hacer un canon de libros? 
Acudo al tópico porque es lo que me emociona y ayuda a avanzar. El Manifiesto comunista de Marx y Engels, El viaje al fin de la noche de Céline, Harri eta herri de Aresti, La maleta y La zona de Dovlatov, Mujeres, raza y clase de Angela Davis (y Women, culture and politics), Shakespeare nunca lo hizo de Bukowski, La cuestión femenina y la lucha contra el reformismo de Zetkin, En defensa de las causas perdidas de Zizek, All my pretty ones de Anne Sexton, Antología de poesía ruso-soviética de la Kazakova, Cinco lecciones sobre Wagner de Badiou. Y luego Aesthetics and Politics de Jameson con todo el equipo: Bloch, Lukács, Benjamín, Adorno y Brecht.

¿Hay algún clásico con el que, por alguna razón, no hayas podido?
No pero tengo mucha tarea que hacer todavía, así que no sé.

¿Qué clásico que sabes que vas a disfrutar no has leído aún?
El capital.

¿Hay algún tipo de libro que nunca leerías?
De autoayuda. A no ser que sean parodias tipo Manual de urbanidad para jovencitas de Pierre Louÿs.

¿Cuando viajas escribes?
No más o menos que cuando me desplazo en la Metrópoli Vasca.

¿Te has encontrado alguna vez en un mercadillo o librería de viejo alguno de tus libros?
Todavía no porque son de ediciones recientes. La más antigua de 2008.

¿Cómo te enfrentas a tus libros ya publicados? 
Me falta distancia temporal. Pero el último publicado lo hice con bastante afán práctico y de vez en cuando miro si resolví bien lo que quería decir y si he cambiado de parecer con respecto a ese tema o esa situación.

¿Has coincidido alguna vez con alguien por la calle o en el metro, leyendo uno de tus libros?
No pero he vendido físicamente alguno de los libros cuando hacía turno en La Hormiga Atómica Liburuak. Primero te crees ruborizar por un sentimiento pequeñoburgués de desprecio hacia la moneda. Pero luego piensas que el agricultor local vende sus lechugas en el mercado y que tú estás haciendo lo mismo con tu producción.

¿Libro en papel o digital? ¿Tienes Kindle o algún tipo de lector electrónico?
No tengo aparatos. Soy suficientemente disperso ya. El límite físico me ayuda.


Hedoi Etxarte publicó en 2008 con la editorial Susa el libro de poemas Suzko Lilia. Con su compañero Alain Urrutia publicó Ihes Ederra en 2009 (Alberdania). Un año antes crearon el personaje Joanes Apaolaza y pusieron un blog y un fotolog en marcha. Le hicieron escribir en prensa (Berria y Journal du Pays Basque) y participar en foros.
En 2009 publicó en Durango con Urrutia 4 artículos ilustrados llamados Lekuz Kanpoko Interbentzio.
Desde Abril de 2010 realiza junto a Urrutia la actividad panfletaria Andreas eta Gudrun mediante cuadros y poesía en la publicación ZuZeu. Hemos traducido a Roque Dalton, Szymborska, Brecht, Wagner, Wesendonck, etc… convirtiendo sus textos a la estética más fanzine y guerrillera

También puedes seguir en twitter a @hedoi_etxarte, en su web, y aquí

Las lecturas más políticas del periodista Javier Lezaola

¿Crees que la Literatura juega un papel importante a la hora de remover conciencias?
Normalmente juega un papel fundamental. Sin la literatura es muy difícil que se remuevan conciencias, aunque no toda la literatura sirve para ello. Si se trata de remover conciencias, yo creo que hay que saber elegir lo que se va a leer y utilizarlo para analizar la realidad política, económica y social.

¿Por qué crees que hay que leer?
Porque en los libros está todo o casi todo. A través de la lectura podemos conocer otros mundos –reales o imaginarios–, pero también podemos comprender mejor el nuestro e incluso incidir de alguna forma en él. Y leer también es fundamental si se aspira a escribir medianamente bien.

¿Cómo empezaste a leer libros con peso político? ¿Con qué autores te estrenaste? ¿En qué situación te encontrabas?
Empecé a leerlos en casa, siendo estudiante y unos años antes alcanzar la mayoría de edad. Leí más o menos pronto obras políticas clásicas como el ‘Libro Rojo’, de Mao, o ‘La Historia me absolverá’, de Fidel Castro, pero también unas cuantas novelas de escritores como Baroja o Gabriel García Márquez.

¿Tienes algún primer libro o autor que te conmoviera entonces especialmente? ¿En qué época de tu vida te pilló?
Me conmovió bastante ‘La madre’, de Gorki, una novela ubicada en los últimos tiempos de la Rusia zarista. También ‘Réquiem por un campesino español", situada en la Guerra del 36. Y una obra de teatro bastante cruda: ‘Las manos sucias’, de Sartre. Las leí todas en los años noventa, poco antes de llegar o recién llegado a la Universidad.

A los jóvenes que comienzan a despertar, ¿qué lecturas les recomendarías? ¿Por dónde empezar?
Les recomendaría que empezaran por lecturas sencillas, como ‘El problema español’, de Alberto Arana, o ‘Razones para la rebeldía’, de Willy Toledo, sin ir más lejos. Un buen libro, y muy pegado a la actualidad, es ‘Vidas hipotecadas’, de Ada Colau y Adrià Alemany. También me gusta el estilo fresco y directo de gente como Michael Moore.

¿Qué autores y obras te parecen imprescindibles? Autores de referencia.
Para saber dónde estamos y por qué, son muy interesantes obras como el ‘Manifiesto Comunista’, de Marx y Engels, o ‘El Estado y la Revolución’, de Lenin, y otras más actuales como ‘El miedo a la democracia’, de Chomsky, o ‘La doctrina del shock’, de Klein. Bergamín y Alfonso Sastre también son autores de referencia.

¿Podrías hacerme un breve recorrido por tu estantería de contenido político o filosófico?
Hay de todo, desde esos clásicos hasta libros relacionados con problemáticas concretas de Cantabria. Hay bastante sobre Euskadi, la URSS y Cuba, empezando por las obras completas del Che. Y mucho sobre comunicación y los mass media, de autores como Pascual Serrano, Michel Collon, Lolo Rico...

¿Qué libros tienes ahora mismo en tu mesilla de noche?
Acaban de regalarme cuatro libros de Javier Ortiz, y estoy leyendo dos de ellos. Uno es ‘Jamaica o muerte’, que recopila algunos de sus mejores ensayos, conferencias y artículos, de muchos de los cuales estoy disfrutando por segunda vez. Y el otro, ‘Así fue’, la biografía política que escribió de Xabier Arzalluz.

¿Me recomendarías tres libros?
Uno, para entender la actual crisis y sus causas: ‘La catástrofe perfecta’, de Ignacio Ramonet. Otro, sobre el intervencionismo estadounidense durante el pasado siglo XX: ‘Soberanos e intervenidos’, de Joan Garcés. Y otro, para conocer bien a los Borbones españoles: ‘Hasta la coronilla’, de Iñaki Errazkin.

Javier Lezaola ha trabajado como redactor y redactor jefe. Actualmente es colaborador de diversos medios escritos. 
Twitter: @JavierLezaola

Entrevista al escritor irlandés John Banville

“Para nosotros los irlandeses, el inglés es un idioma extranjero”

Uno de los mejores escritores vivos en lengua inglesa, el irlandés John Banville nació en Wexford en 1945. Entre sus obras más destacadas se encuentra La carta de Newton, El Intocable y El libro de las pruebas, por el que fue candidato al Booker Prize en 1989, premio que consiguió en 2005 por El mar. Ahora nos sorprende con Antigua Luz, una novela sobre la memoria, que desborda erotismo y sensualidad.


Banville es un hombre de gesto serio, mirada fría, pausado y observador.
Pero salpica toda la conversación con frases irónicas, anécdotas, citas de
otros escritores, y un poco de humor negro. Se pide una copa de vino blanco
mientras hace comentarios sarcásticos sobre la música de fondo que hay
puesta en el local, convirtiendo la entrevista en un cómodo y entretenido
diálogo.

Acaba de publicar en España Antigua luz, en la que la historia salta entre el
presente del narrador, el actor retirado Alex Cleeve, que ya aparecía en su
novela Eclipse, y un idílico verano de hace cincuenta años en el que tuvo un
romance con la madre de su mejor amigo. Banville captura a la perfección el
espíritu de la adolescencia, el cuerpo del adolescente deseoso de experiencias
sexuales, con la mente borrosa por el erotismo y los sentimientos encontrados.
El escritor procede de una familia humilde en la que su padre trabajaba en un
garaje y su madre cuidaba de la casa, en una Irlanda provinciana, cerrada y
muy católica.

¿Cuándo comenzó a leer?
Comencé muy pronto, ni siquiera sé a qué edad porque me recuerdo leyendo
siempre. Estaba profundamente enamorado de los libros. Hasta el punto que
cada vez que terminaba uno lloraba, literalmente, se me saltaban las lágrimas,
me sentía como si estuviera de luto, ya que el que terminaba había formado
parte de mi vida. Mis padres no eran lectores, así que conseguía los libros
en la biblioteca. Ten en cuenta que éramos muy pobres, tanto económica
como espiritualmente, puesto que entonces vivíamos bajo el yugo de la Iglesia
Católica, con lo que la biblioteca era el lugar perfecto donde refugiarte de
aquella realidad, y a la vez una ventana al mundo exterior. La lectura suponía
una escapada y a la vez un descubrimiento tras otro. Por eso creo que las
bibliotecas son una de las instituciones más importantes que hemos inventado.

¿Y a escribir? ¿A qué edad comenzó?
Creo que empecé a los doce años. Me había leído Dublineses de Joyce y me
fascinó. Me fascinó descubrir que se podía escribir sobre la vida tal y como yo
la conocía, que las historias no tenían que ser necesariamente de detectives,
sino que podían girar alrededor de la vida cotidiana. Así que me puse a escribir
terribles, horrorosas imitaciones de Dublineses. Pero lo seguí haciendo, seguí
insistiendo para mejorar, y aun sigo tratando de aprender.

En Antigua Luz plantea que la memoria no es fiable, que nuestros
recuerdos cambian con el tiempo…
Sí, yo creo que nos inventamos el pasado, que ensamblamos las piezas
para que encajen. No creo que recordemos las cosas exactamente como
sucedieron. A todos nos ha ocurrido llegar a una casa que pensábamos que
conocíamos muy, muy bien, y nos hemos encontrado con que las ventanas o
las puertas no están donde las recordábamos. No recordamos las cosas tal
como sucedieron.

Usted, que es tan minucioso con el lenguaje, ¿cree que éste también
afecta a la memoria?
Vaya… buena pregunta, la verdad es que no lo había pensado, fascinante (se
ríe). Creo que formulamos el significado del pasado sobre nuestro presente en
términos lingüísticos. Nos contamos a nosotros mismos qué pasó, cómo fue
ese pasado. Retenemos ciertas imágenes deslavazadas que nos vienen del
pasado y probablemente la tarea de unir todas esas imágenes para crear la
memoria sea una tarea lingüística. ¿Le parece suficientemente complicada mi
respuesta? (risas)

En ese mismo sentido, ¿cree que afectan las traducciones al lenguaje
original? ¿se pierde algo por el camino?
Como dijo Robert Frost, lo que se pierde en la traducción es la poesía. Si
piensas en una imagen, eso probablemente sea cierto. Lógicamente también
depende de la traducción. Por ejemplo, la novela de los años 50 sobre la clase
trabajadora Room at the top de John Braine, se tradujo al sueco como El ático,
con lo que perdió todo el sentido.

El lenguaje es lo más importante que hay para mí. Es cómo me expreso
conmigo mismo, es cómo observo la realidad. Es la razón por la que escribo,
supongo, el tratar de recrear el mundo a través del lenguaje. Con el lenguaje
creamos imágenes, pero es un proceso muy extraño. De hecho, aun sabemos
muy poco sobre el lenguaje. Quiero decir que parece sencillo pero no lo es.
Convertir una escena, una reunión, o a una persona… plasmar la realidad en
una hoja en blanco es un proceso muy, muy extraño. Nunca me acostumbraré
a él, nunca se me hará algo normal, jamás dejaré de maravillarme por ese
proceso. Jamás dejaré de sentirme maravillado por el proceso de crear frases.

Usted cuida muchísimo el estilo y el ritmo…
Para mí son lo más importante, lo más básico. El ritmo es fundamental. A
menudo leo lo que escribo en voz alta, porque, por ejemplo, en poesía tienes
unas reglas a seguir, tienes la estrofa, la rima, pero en la prosa eso no existe.
Una vez alguien le preguntó a Joyce si podría resumir El Ulises en una sola
frase y él contestó: “¿Cómo de larga la frase?” (risas). Conseguir que una frase
tenga ritmo es muy complicado y a la vez fascinante, porque yo puedo creer
que lo tiene pero, ¿cómo consigo que para el lector tenga ese mismo ritmo?
Ese es el gran desafío de la prosa. Y a mí precisamente lo que me interesa
es ese desafío, lo que ya no tengo claro es en cuántas ocasiones lo hago con
éxito. Uno mismo puede meterse en los enredos más asombrosos. En una
ocasión, Heidegger estaba dando una de sus lecturas y de pronto paró en
mitad de una frase y gritó indignado: “¡Pero si esto parece chino!”.

Al principio de Antigua Luz hay un párrafo que me recordó al comienzo de
Lolita, de Nabokov, en el que describe cómo se pronuncia el nombre de
Cecilia Grey, ¿se trata de un guiño?
Ah sí, sé a cuál te refieres, pero la verdad es que no lo había pensado. Estoy
seguro de que viene de ahí aunque haya sido algo inconsciente. Al fin y al
cabo, todo lo que uno lee deja un poso, deja un eco. Y bueno, con frecuencia
tomamos cosas de otros. T.S. Eliot dijo que los buenos escritores toman
prestado y los grandes escritores roban, así que yo robo con frecuencia (y
se ríe). Pero la gente también me roba a mí, ¿eh? Cuando leí Los anillos de
Saturno de W.G. Sebald descubrí que me había robado una frase de El libro
de las pruebas, así que lo hacemos todos, todos somos ladrones. Ladrones y
caníbales.

¿Es fácil escribir sobre sexo?
No, es extremadamente difícil. El acto es maravilloso, pero escribir sobre
ello es terrible. Si hasta lo intentó D.H. Lawrence con fatales resultados.
Siempre termina sonando, o demasiado rígido, o demasiado sentimental. A
mí me resulta imposible, porque la experiencia es tan distinta a su aspecto
exterior, que para escribir un libro erótico o pornográfico tendría que ser una
fantasía. Si te fijas, en ninguna novela pornográfica va nadie nunca al cuarto
de baño, excepto en La Historia de O. Creo que ese es un gran libro, y lo que
lo convierte en algo tan fascinante es que creo que tienes que leerlo dos veces
para darte cuenta de que la mujer, la protagonista, es la que lo controla todo.
Aunque los hombres estén abusando de ella sexualmente, maltratándola, ella
siempre tiene el control. Es un libro fascinante, me encantaría adaptarlo para el
cine.

¿Cómo se siente cuando le comparan con Nabokov?
Me siento halagado. Nabokov es un grandísimo escritor. Pero la diferencia
entre él y yo es que Nabokov no tiene sentido musical. Esto no lo digo yo, lo
dijo él mismo. Yo siempre había notado algo raro en su prosa, y cuando leí
esto pensé: “eso es”. Para mí el ritmo es fundamental y para él no lo es.
Lo que sí siento que nos une es que ninguno de los dos escribimos en
nuestro propio idioma. Él era de origen ruso, y nosotros los irlandeses no nos
sentimos… la palabra no es incómodos, nos sentimos distanciados, como si lo
observásemos desde otro ángulo, observamos el inglés desde fuera. El inglés
es un idioma extranjero para nosotros, y eso que lo hablamos desde 1840,
pero nuestra gramática es completamente distinta, y el ritmo también. Hay una
tensión por tanto entre el inglés que hablamos y el idioma que llevamos en los
genes. Y esto es algo que resulta muy productivo, porque creo que siempre es
bueno mantenerte fuera del lenguaje. Y creo que por eso hay tantos críticos
literarios ingleses que odian mis libros, porque creen que son intentos fallidos
de escribir una novela inglesa.

La literatura irlandesa cuenta con enormes figuras como Joyce, Samuel
Beckett, WB Yeats… ¿se siente presionado de alguna manera?
Por supuesto. Siempre me comparo con un habitante de la Isla de Pascua,
con esas inmensas figuras de piedra mirándome desde arriba y diciendo: “mira
lo que hemos hecho nosotros, así que a ver qué haces tú ahora”. Sí, es una
presión enorme. Es curioso pero en Irlanda tenemos, o grandes escritores o
escritores fallidos, pero no parece que tengamos nada en medio. Los ingleses
tienen literatura intermedia, tienen escritores medios, pero nosotros no, parece
que solo tenemos estas enormes figuras.

¿Cómo se protege de la presión de esas grandes figuras a la hora de
escribir?
No leyéndolos (se ríe). Cuando escribo no puedo leer a Joyce o a Beckett. Sí
puedo leer a Yeats, que es mi gran espejo. Pero es que Yeats, aunque suene
un poco extraño, no es realmente un poeta irlandés. Se fue a vivir a Londres
muy joven, descubrió que Irlanda era su material y regresó, pero es algo
sintético, lo que forma parte de su grandeza.

¿Vuelve sobre sus libros una vez están publicados?
No, jamás los vuelvo a leer. Me da vergüenza. Una vez me encontré con una
amiga por la calle y me dijo: “Qué pálido estás, ¿te encuentras bien?” Y le
contesté: “hoy se publica mi novela y me siento como si caminara desnudo
por la calle”, “pues parece que vayas enseñando hasta tus radiografías”. Me
pareció maravilloso, era exactamente como me sentía.

¿Tampoco lee las críticas de sus libros?
No. Ni aunque sean positivas. Mira, me paso tres, cuatro, hasta cinco años
escribiendo una novela, con lo que sé qué fallos tiene, conozco sus pocas
virtudes, llego a conocer tan bien mi trabajo que nadie me puede aportar nada
que yo no sepa, ni tampoco hay nadie que pueda ser más crítico que yo con mi
propio trabajo.

¿Y no puede haber nadie que le descubra algo?
Podría ser, pero no vale la pena leerse todas esas críticas para encontrar un
pequeño detalle que no supiera. Los lectores sí me descubren cosas. Cuando
hago lecturas son ellos los que realmente me dicen cosas sobre mis libros que
yo no sabía. Cuando era joven sí compraba toda la prensa y leía todo, pero
porque en aquella época había críticos que vivían de eso, eran profesionales
que se dedicaban a ello por entero. En la actualidad nadie puede sobrevivir a
base de escribir crítica literaria, así que todos los críticos hoy día se dedican
realmente a otras cosas, la mayoría de ellos a escribir, y si son escritores, te
odian por tener éxito.
Y sobre todo, si lees las críticas que te hacen, tienes que aceptar que las
positivas son igual de válidas que las negativas.

Pero usted también es escritor y crítico literario…
Pero yo hace tiempo que solo escribo críticas de libros que me gustan. Mi
mujer siempre me dice que doy una impresión absolutamente distorsionada
de mí mismo al hacer esto, ya que todas mis críticas son favorables. Me dice:
“la gente no se da cuenta de la cantidad de libros que odias”. Si recibo un libro
para escribir una crítica y no me gusta, lo devuelvo. Esto es porque estoy en un
momento de mi vida en el que creo que no tiene sentido desanimar a la gente
a escribir. Yo quiero animar, decirles “este libro es estupendo”. Alguna vez sí
recibo algún libro que es tan malo que creo que tengo que escribir la crítica y
decir “esto es horrible”, pero es raro que lo haga.

A Ian McEwan le hizo una crítica feroz de su novela Sábado…
Vaya, esperaba que no me sacaras ese tema (risas). ¿Ves? Eso fue un error.
Sí, le puse a parir en una crítica en el New York Review of Books y luego
escuché a alguien decir “es la mejor peor crítica que he leído nunca”. Aquello
fue terrible, no lo volvería a hacer. La razón por la que lo hice fue porque recibí
el libro mucho después de que se publicara, y leí cosas sobre él como: “el gran
libro sobre el 11 de Septiembre”, o “es el mejor retrato de la sociedad
actualidad”, y cosas así. Aquello era basura sobre el libro, pero lo que tenía
que haber aclarado es que estaba criticando a los críticos, les estaba diciendo:
“mirad, este libro es muy, muy malo, ¿de verdad vais a decir que es
maravilloso?”. Muchos no me perdonaron aquello. Y muchos de ellos se
vengaron cuando publiqué mi siguiente novela. Pero mira, por una vez sentí
que tenía que salir y hablar, decirles a todos que el emperador no llevaba traje
en esta ocasión, y que todos estaban equivocados, o que ninguno se había
atrevido a decir la verdad. No te podrías imaginar la cantidad de emails y
mensajes que recibí de gente diciéndome que estaba de acuerdo conmigo, que
tenía razón. Pero me lo decían entre bastidores, luego no se atrevieron a
admitirlo en público jamás. Eso es muy cobarde. Yo creo firmemente en la
crítica literaria como una tradición honesta y por ello trato de ser lo más
honesto que puedo. Por ello nunca escribo críticas de libros de amigos míos,
porque son amigos míos, como tampoco escribo nunca críticas de libros de mis
enemigos, porque son mis enemigos.

¿De dónde viene Benjamín Black?
Es muy sencillo. Había escrito una serie de capítulos para la televisión que
luego nunca se llegaron a rodar y odio desaprovechar material, así que lo
convertí todo en una novela. Después decidí que tenía que usar un seudónimo
como una especie de broma literaria. Él es el que me hace el trabajo cotidiano,
el que gana el dinero por mí. Y ahora que lo pienso, no lo está haciendo muy
bien, la verdad, aunque lo intenta.

¿Cuál es la diferencia entre Benjamin Black y John Banville?
Uy, son completamente distintos. Black escribe muy deprisa. Termina un libro
en tres o cuatro meses, mientras que Banville tarda años y años. La diferencia
esencial es que Benjamin Black es un artesano y Banville se cree que es un
artista, es completamente distinto.

Físicamente Benjamin Black es como Quirke, el protagonista de sus novelas.
De hecho, muchas veces los confundo, muchas veces hablo de Quirke y en
realidad me refiero a Benjamin Black, y al revés. Él es alto, increíblemente
guapo, irresistible para las mujeres… vamos, todo lo que yo no soy.
Lo creé sencillamente porque necesitaba que alguien me hiciera el trabajo,
porque con este tipo de novelas que escribo no se sobrevive, las ventas son
muy bajas. Bueno, tengo que decir que no en España, pero en la mayoría
de los lugares sí. Además, durante 35 años he trabajado como periodista y
cuando dejé aquello necesitaba hacer otra cosa, así que creo que es mi parte
de periodista que ahora quiere escribir libros.

¿Quién va a escribir la siguiente novela, John Banville o Benjamin Black?
Benjamin Black. Va a escribir una novela de Philip Marlowe, ya sabes, de
Chandler. Y después escribiré otra como Banville. También escribo para el cine
constantemente. Me encanta, es un medio maravilloso.

¿Es muy diferente escribir para el cine?
Sí, es completamente distinto, es muy rápido. Si pudiera teclear tan rápido
lo haría en tiempo real. Es un sistema de escritura completamente distinto,
porque tienes que escribir de forma plana. Es muy interesante, cuando convertí
aquel guión para televisión en la primera novela de Benjamin Black, tuve que
cambiar absolutamente todas las frases de todos los diálogos. Porque cuando
escribes para la pantalla, escribes blanco, plano, sin énfasis, porque son los
actores los que le dan vida al diálogo. Pero cuando escribes para las páginas
de un libro, los diálogos tienen que hacer todo el trabajo por sí solos, así que
lo haces de forma distinta. Y luego, cuando comienza el rodaje, te llaman y te
dicen “perdona, pero necesitamos un par de líneas para mañana”, lo haces del
tirón y lo envías. Es excitante, es como un juego.

¿Cómo se siente más a gusto, como escritor, como guionista, como
crítico…?
La verdad es que trabajo mucho como crítico literario, muchísimo, es lo que
más satisfacciones me da, porque escribir como Banville es un tormento,
es una tortura. Ten en cuenta que una crítica la terminas, es como hacer un
mueble, que cuando está acabado, está acabado. Pero Banville siempre está
insatisfecho. Si yo escribiera un libro que me gustara ya no volvería a escribir.

Entonces este libro, por ejemplo, Antigua Luz, no está terminado…
Hay una bonita historia sobre Henry James en su lecho de muerte en la que
está escribiendo sobre una hoja de papel, y escribe y escribe, hasta que se le
cae la mano y con ella el papel al suelo.
Así que la respuesta es no. Mis libros no estarán acabados hasta que yo no
esté acabado.

Esta entrevista fue publicada en la revista 7K, el dominical del diario Gara, el domingo 11 de noviembre de 2012. 

Vídeo: Fascinante entrevista a Bertrand Russel, 1959


Treinta minutos con el filósofo, matemático y activista antinuclear británico Bertrand Russel, de la mano del periodista de la BBC John Freeman, en 1959. Russel tenía por aquel entonces 87 años. El formato del programa, Face to Face, resulta fascinante, casi como un interrogatorio, con esa iluminación áspera y fría. 

Entre otras cosas, en la entrevista habla sobre por qué no es creyente, por qué escribió su propio obituario, de su infancia, de cómo ha ido observando a lo largo de su vida la destrucción de la belleza del planeta, y de cómo el fumar le salvó literalmente la vida. 



vía: dangeours minds

Índice de las entrevistas a gente de izquierdas que llevo publicadas en el blog

Desde hace tiempo le estoy haciendo un cuestionario sobre sus lecturas más políticas a gente de izquierdas: trabajadores, periodistas, políticos, escritores... Aunque me faltan todavía muchas por recibir, aquí va el índice de las que llevo publicadas hasta la fecha:
Cayo Lara
Gaspar Llamazares
Iñaki Soto
Don Ricardo
Miky Corregidor
Pedro de Alzaga
Katu Arkonada
Pernando Barrena
Imanol Galfarsoro
Iñaki Errazkin

Las lecturas políticas de Iñaki Errazkin


¿Crees que la Literatura juega un papel importante a la hora de remover conciencias?

Creo que sí, que la Literatura juega un importantísimo papel a la hora de remover conciencias, pero, como diría Pero Grullo, sólo lo consigue con la gente que lee, que, desgraciadamente, escasea como los mirlos blancos.

¿Por qué crees que hay que leer?

Porque la vida es muy corta y es la manera más fácil de aprender, de viajar, de vivir experiencias ajenas que, de otra forma, no podríamos adquirir ni en diez reencarnaciones.

¿Cómo empezaste a leer libros con peso político? ¿Con qué autores te estrenaste? ¿En qué situación te encontrabas?

Más allá del poso que me había dejado lo que había leído de Charles Dickens, yo fui consciente de la existencia de la lucha de clases en el internado, con 14 ó 15 años. En aquellos tiempos, la enseñanza pública estaba controlada por la Falange, y mis padres decidieron que era mejor que me fuese de Bilbao para estudiar el bachillerato con los jesuitas de Logroño. Tengo que explicar aquí que esa orden estaba dividida entonces en dos corrientes ideológicas: una franquista que se movía en torno a la editorial Mensajero, y otra progresista. Yo tuve la inmensa fortuna de caer con jesuitas sinceramente progresistas, próximos a las tesis de la Teología de la Liberación y muy influidos por la situación en el Viet Nam y en América Latina; ellos me recomendaron algunos libros que me ayudaron a comprender. Si tengo que dar títulos, creo que lo más importante que leí fue una traducción hecha por un jesuita del claustro de “El erizo y la zorra”, de Isaiah Berlín, que me ayudó a profundizar en el concepto de libertad y a entender la diferencia entre libertad positiva y libertad negativa, algo fundamental para andar por la vida.

¿Tienes algún primer libro o autor que te conmoviera entonces especialmente?

Sin duda, el ya citado “El erizo y la zorra”, del que, por cierto, hay una reciente edición de Península.

A los jóvenes que comienzan a despertar, ¿qué lecturas les recomendarías? ¿Por dónde empezar?

Como cada cual habla de la feria según le fue en ella, voy a recomendar como primera lectura la autora preferida de mi infancia, Richmal Crompton, y el entrañable personaje de su invención, protagonista de cientos de relatos que leí otras tantas veces: Guillermo Brown, un niño de la pequeña burguesía rural inglesa, que era anarquista sin saberlo. Llegué a tener la colección completa que editó Molino, y aún conservo algunos de aquellos libros.

¿Qué autores y obras te parecen imprescindibles? Autores de referencia.

Vamos por géneros literarios. De teatro, Bertolt Brecht y Alfonso Sastre; de poesía, Miguel Hernández, Gabriel Celaya, Mario Benedetti, Leopoldo María Panero y Roque Dalton; de ensayo, Karl Marx, Jean-Paul Sartre, Michel Foucault y Lenin; y de narrativa, Eduardo Mendoza, José Saramago y Eduardo Galeano. No sé si son imprescindibles, pero sí son mis autores preferidos y todas sus obras me parecen interesantes.

¿Podrías hacerme un breve recorrido por tu estantería de contenido político o filosófico? (Países, temática…)

Con tanta mudanza, mi biblioteca ha encogido, pero aún así debo de tener siete u ocho mil libros, por lo que hay en ella un poco de todo.

¿Qué libros tienes ahora mismo en tu mesilla de noche?

Tengo ahora mismo El catolicismo explicado a las ovejas, de Juan Eslava Galán, que estoy releyendo; espero tener pronto Mi vida perra, de una tal Almudena Montero, que quizá te suene; y siempre, El arte de la guerra, de Sun Tzu.


¿Me recomendarías tres libros?

Además de los citados a lo largo de la entrevista, Vigilar y castigar, de Michel Foucault; Spinoza subversivo, de Toni Negri y las Cartas filosóficas, de Voltaire.



Iñaki Errazkin es escritor, periodista, político y editor. Ha trabajado en numerosos medios de comunicación a lo largo de su carrera, y es colaborador habitual de rebelion.org insurgente.org y Gara. Puedes seguirle en su perfil de Twitter: @Errazkin

El universo creativo del escritor Lander Garro


Lander Garro es escritor y fotógrafo. Nacido en Orereta, Guipuzkoa, en 1975, publicó en 2004 las novelas Orain galdera berriak ditut y Lehen aldia, en la editorial Txalaparta. En 2006 el ensayo Ez merkeenak! Bai onenak!, la novela Kontrarioak en 2010 con la editorial Susa, y ha traducido al euskera la novela de Albert Sánchez Piñol La pell freda, publicada en Txalaparta como Larrua hotz

¿Escribes siempre en el mismo lugar?
No, escribo en cualquier lado. Pero tengo un lugar de trabajo, un estudio, en el que trabajo la mayor parte de las veces.

¿Cómo es? ¿Me lo podrías describir? 
Es una estancia blanca, grande, con las paredes llenas de estanterías. Como en mi casa no somos de coleccionar chismes, en ellas solo hay libros y alguna foto suelta puesta con poca gracia. En la mitad hay una mesa grande, que normalmente suele estar llena de papeles, libros, carpetas y demás cosas que se van acumulando. A un lado tengo dos butacas y una mesa pequeña, un espacio para leer, pero no lo uso mucho porque tengo costumbre de leer en la cama. Al
otro lado tengo una puerta que da a un jardín, que cuando hace buen tiempo suele estar abierta, y de la que continuamente llegan los cantos de los pájaros y el ruido de las hojas. Tengo alguna foto colgada en la pared (una de una ballena que tomé en Argentina), flores y plantas, discos, y un toca-discos que me regaló mi hermano mayor, que es un melómano incurable. Detrás mío, si alargo el brazo, toco mi bicicleta, que es la que más me ayuda en épocas de angustia.

¿Escuchas música mientras escribes? 
Me gusta escuchar música para todo, y para escribir también. Hay cantidad de música que te podría nombrar, pero por no aburrir y no resultar pedante, te voy a decir mis tres favoritos: Eleni Kareindrou, que es una pianista griega que componía la música de los films de Theo Angelopoulos (la música de La mirada de Ulises es insuperable), Chet Baker, ese gran trompetista desdentado que era aún mejor cantante, y un grupo de Iruñea que canta en euskara que se llama Kerobia y son unos genios.  

¿Sueles llevar un horario estricto? 
Soy como los supermercados newyorquinos que no cierran nunca. Yo diría que me cuesta escribir de seis a ocho de la mañana, a partir de ahí cualquier hora es buena. Quizá el momento que más inspirado me pilla es la noche, pero no es fácil tener la energía suficiente. Además antes fumaba escribiendo, y solía pasar un rato después de cenar que me resultaba super creativo, pero después dejé de fumar, y ya no sé...

¿Utilizas cuadernos para tomar notas o lo haces todo a ordenador? 
Tengo media docena de cuadernos, porque siempre los pierdo, y si no tengo uno a mano me pongo muy ansioso. Van apareciendo y desapareciendo como los calcetines sueltos. Tienen una habilidad especial para esconderse, pero no es de extrañar, porque los llevo a todos lados. Tengo uno muy especial que compré en Girona, al que tengo cariño no sé porqué, y también tengo un boli con forma de pez que me da buen rollo. Tengo algún cuaderno grande, de esos escolares, para cuando viajo, y también tengo libretas, de esas que se cierran con una goma, que son las que llevo todo el día encima.  

Cuando estás muy metido en la escritura de un libro, ¿te cuidas a la hora de elegir
las lecturas para que no te influyan?
No, no lo hago. Casi siempre estoy leyendo cosas que tienen que ver con lo que escribo, o con lo que podríamos llamar mi universo, que es un universo incompleto y cambiante, y que va, justamente, completándose y cambiando con lo que leo. No siento que nada me contamine, cuando me vale lo utilizo, y cuando no, me vuelvo impermeable. Hace poco leí Martutene, de Ramón Saizarbitoria, y me influyó, porque él escribe frases más largas, y de pronto yo también estaba escribiendo frases más largas, pero son cosas naturales a las que no presto especial atención: si pasa, pasa.

¿Hay algo concreto que no puedas/debas hacer mientras escribes?
Me molesta mucho tener el suelo sin barrer o ropa por doblar. También me resulta imposible escribir si tengo la fregadera llena, o la cama sin hacer. Si tengo frío, no escribo.

¿Tienes lecturas de descanso? 
No distingo las dos literaturas. Siempre leo para descansar, y siempre me descansa leer.

¿Cómo es tu biblioteca personal? ¿Me la puedes describir?
Tengo los libros separados por idiomas, por editoriales y por géneros. Los libros en euskara, por ejemplo, están ordenados por editoriales, porque tengo muchos de cada. Los libros de castellano también los tengo por editoriales, pero es mas difícil, porque tengo muchos libros sueltos, de editoriales pequeñas o sudamericanas. Tengo otra estantería para los libros de francés, que es un idioma que me gusta para leer, aunque sea literatura americana. Tengo un apartado especial dedicado a la editorial Txalaparta, porque tengo casi quinientos títulos, y además tengo los libros de poesía, los libros de fotos, los comics, las biografías... En mi habitación, encima de mi cama tengo los libros pendientes. Algunos llevan seis años allí. Pobres.

¿Eres fetichista con el libro como objeto?       
No especialmente, pero me repelen los libros cuyas cubiertas son feas o malas, mal diseñadas o diseñadas con dejadez. Me gustan los libros de bolsillo de Anagrama, por ejemplo, porque los que tengo son buenos y les tengo cariño, aunque como objeto no valgan ni un real. 'La conjura de los necios', por ejemplo, que es un ejemplar corriente, es uno de los libros que más lleva conmigo, y no me separaré de él hasta que muera. Tengo otro ejemplar de el Relato de un naufrago de García Márquez de la editorial Mondadori, un libro mucho más elegante que le gané a mi hermano gemelo en una apuesta. Ese es otro de mis favoritos. Hay una editorial en euskara que en su día publicaba libros muy hermosos, la editorial Pamiela, que ilustraba las portadas con una pegatina que quedaba super coqueta, que publicó el libro Ni ez naiz hemengoa (Yo no soy de aquí), de Joseba
Sarrionandia, que es un libro que sí guardo con especial mimo.

¿Qué casa de escritor te hubiera gustado visitar o has visitado y te ha fascinado?
Hubiera visitado muy a gusto a John Fante en su habitación de Los Angeles, a Henry Miller en la suya de París, y sin moverme de París hubiera pasado por la casa de Jon Mirande, y de la de Julio Cortázar. Me hubiese gustado conocer el cuchitril de Fiodor Dostoyevski, y me hubiera gustado salir a un tugurio con él y emborracharnos juntos cada uno en su lengua. Soy bastante mitómano, por desgracia. Me gustan los escritores, y me gusta hojear las librerías ajenas. Pero con ellos (con los nombrados) es imposible, por lo que me conformaría con tomar un tecito con Joseba Sarrionandia, que es unos de los escritores más grandes que ha dado el genero humano. Una de las casas que he visto es la del escritor Elmond Rostand, el autor de Cyrano de Bergerac, que vivía en Kanbo, un pueblito
labortano, y cuya casa es un museo. También visité la casa de Victor Hugo en París, y descubrí su cama tipo sofá, ya que en aquella época dormían sentados. Ambas casas tenían suelo de roble, que crujía cuando caminabas y era imposible no oír tus propios pasos como su fueran los de ellos.

Te molesta que se doblen las páginas, que se arrugue el lomo al abrirlo
demasiado, subrayas, anotas en sus páginas…?
Antes anotaba en los márgenes, pero ahora no puedo hacerlo porque comparto los libros con mi hermano que está preso en París, en una cárcel donde no aceptan los libros con ningún tipo de anotación. Odio que se me despeguen las cubiertas o las hojas.

¿Tienes algún tesoro en tu biblioteca? Primeras o raras ediciones, dedicatorias…
Tengo un libro que se titula El último de los Savage, que me prestó Josu Uribetxeberria en la cárcel de Carabanchel, allá por 1997, que nunca se lo devolví. Es un libro importante para mí, porque yo estaba muy jodido y él me ayudó mucho. Ahora se lo puedo devolver, pero no quiero hacerlo. Tampoco creo que me lo aceptara.

¿Lees poesía? 
Tengo la curiosa manía de leer solamente poesia en euskara. En un misterio, pero lo leo todo, o casi todo. En euskara hay muy buenos poetas, mejores que los narradores, diría yo. Leo en cualquier lado, pero sobre todo en la cama y en el tren, sitio en el que me apasiona leer.

¿Sueles acudir  a bibliotecas?
Las bibliotecas me retrotraen a mi época de estudiante, época negra y difícil para mí. Me resulta casi imposible relacionar una biblioteca con un lugar de gozo. Sin embargo he estado muchas veces en Koldo Mitxelena, que está en Donostia, que es un edificio polivalente, en el que hacen exposiciones y al que me gusta ir de vez en cuando. La mayoría de las veces me dedico a hojear libros de fotografías.

¿Me podrías hacer un canon de libros?
Primavera con una esquina rota, de Mario Benedetti, Rayuela, de Julio Cortázar, El guardián entre el centeno, de Salinger, Recuerdo de la muerte, de Miguel Bonasso, Canción de amor para los hombres, de Homar Cabezas, A sangre fría, de Truman Capote, Autobiografía de mi madre, de Jamaika Kinkaid, Crimen y castigo de Dostoyevski, Karoo, de Steve Tesich, Pregúntale al polvo, de Fante, Homo fabber de Max Frisch, El gran cuaderno, de Agota Kristof, Las benévolas, de Jonathan Littell, Shutree, de Cormac MacCarthy, La conjura de los necios, de Kennedy Toole, Eta handik gutxira gaur (Y poco después ahora), de Eider Rodriguez, Lagun izoztua (El amigo congelado), de Sarrionandia, Hamaika pauso (Once pasos) de Saizarbitoria, Etiopia, de Atxaga, Baleen berbaroa (Voces de ballena), de Edorta Jimenez y la poesia de Koldo Izagirre, fundamentalmente Non
dago Basques' Harbour? (Donde está Basques' Harbour?).

¿Hay algún clásico con el que, por alguna razón, no hayas podido?
Muchos. No he podido con Cervantes, ni con Joyce, ni con muchos otros. Me lo tomo con calma.

¿Qué clásico que sabes que vas a disfrutar no has leído aún?
Moby Dick.

¿Hay algún tipo de libros que nunca leerías?
No soporto la literatura mala, y menos aún la literatura mala hecha con mala intención. La literatura política maniquea me asquea especialmente, y de eso aquí hay a toneladas, sobre todo la literatura de derechas (que a veces se tiene a sí misma como literatura de izquierdas).

¿Cuando viajas escribes?
Sí, porque el tren es uno de los lugares más pacíficos del planeta. Todo el mundo entiende, por una extraña razón, que el silencio es importante. No pasa en ningún otro lugar.

¿Te has encontrado alguna vez en un mercadillo o librería de viejo alguno de tus libros? 
¡Buena pregunta! Es una sensación contradictoria, porque el escritor quiere estar en todos lados, pero un mercadillo es un sitio de cosas abandonadas, de cosas que ya no sirven, por lo que a uno siempre le queda la angustia de saber porqué, qué pasó, como fue que ese lector no se enamoró del libro...

¿Has coincidido alguna vez con alguien por la calle o en el metro, leyendo uno de
tus libros?
Alguna vez. Es difícil mantener la compostura. Pero siempre me sucede que no me reconocen, lo cual es una suerte, porque... ¿qué le dices? ¿Gracias? Si fueras honesto tendrías que decirle: ¿Qué haces leyendo eso?, seguro que no has leído Shutree de Cormac MacCarthy, ¡corre y cómpralo! Pero, del mismo modo, piensas: ya está. Esto es lo que quería cuando estaba sentado delante del ordenador dando con la frase o con el detalle exacto...

¿Libro en papel o digital? ¿Tienes Kindle o algún tipo de lector electrónico?
Qué va, papel.


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