Un año después del 15M, un día después de una manifa
A lo largo de todo este año de sentadas, protestas y manifestaciones, de cargas policiales, de sufrir una retención policial absolutamente demente, la otra realidad que vivía era y es aún peor. Cada vez más gente durmiendo en la calle, las colas para los comedores sociales se han multiplicado, se han llenado de niños, de padres de familia de lo que antes calificábamos con tanta facilidad de clase media.
Al volver de mi viaje, me he encontrado con una huelga por la Educación Pública, a cuya manifestación por supuesto asistí ayer. El ambiente era fantástico, las calles teñidas de camisetas de color verde, gente de todas las edades defendiendo algo tan básico que hasta duele el tenerlo que explicar. Pero la cosa terminó como siempre. Cargas policiales en Gran Vía y más tarde en Sol contra grupos de estudiantes. Una violencia por parte de la UIP absolutamente desmedida y gratuita que estoy ya harta de ver. Así que, una vez más, me fui a casa agotada, con los hombros caídos, triste y muerta de rabia, caminando entre macarras vestidos de azul que movían sus lecheras por las aceras de la Puerta del Sol con una chulería y un desprecio por el ciudadano, como si de su pequeña parcela en una urbanización privada de mala muerte se tratara.
Y lo que más me cuesta es pensar que esa sensación se va a repetir, va a ir a más, va a ir a peor. Porque en pocos meses, ni siquiera podré pagar el alquiler, y como yo tantos y tantos otros. Con lo que ese camino de vuelta, triste y rabiosa, ni siquiera será hacia mi propia casa. Así que, mientras nuestra realidad se desmorona a pasos agigantados, a lo mejor habría que plantearse llevar un ritmo de acción más acorde con el de ellos, porque está claro que nos estampamos, y no solo es que a ellos les de igual, sino que tienen prisa.
He estado viendo fotos y vídeos del 12M15M, hablando con gente que ha participado activamente y me ha contado todo lo que me he perdido, y lo que sí he descubierto con mucha alegría tras la manifestación de ayer, es un cambio en la actitud de la gente de fuera del movimiento, en cómo nos miraban desde las aceras, cómo nos apoyaban y nos lanzaban gritos de ánimo. Ya no somos bichos raros, y ese cambio me parece enorme, me parece gigantesco, y hay que aprovecharlo.
Yo no tengo las claves, lógicamente, pero si os apetece participar, se admiten todo tipo de opiniones y propuestas.
El día sin sombra
El recorrido del sol que llega a su fin ha sido accidentado. Lleno de turbulencias como un viaje en una ruta llena de sobresaltos. Sí, ha sido un año complejo. De sorpresas y descubrimientos. De la necesidad de una cierta rutina dentro del caos del día a día. Y de momentos para desconectarse de todos y todo y sólo disfrutar de esos lugares que te traen paz. De palabras nuevas que siempre enriquecen y juegan con otras palabras para extraerte sonrisas y reflexiones.
De anécdotas perpetradas por el sobrino que seguro atesoraré a futuro como memorias de una vida que veo crecer imparable, plena, nueva, fuerte. Y de otras anécdotas, esas que compartes con tus panas, que afianzan amistades, te hacen sonreír cómplice y silentemente te rodean de cariño.
Y también de manos tendidas en el momento de mayor necesidad. Conversaciones infinitas que te ayudan a transitar por este mundo. Que está plagado de movimientos lo más de irregulares de esa jugadora tan perra y sabia que se llama vida. Y de cómo enfrentar ese tablero en el que las jugadas se reacomodan ante tus sorprendidos ojos, sin que sepas cómo sucedió; aunque en el transcurso puedas por fin tener la entereza de levantar la mirada para contemplar el tablero en su mayor extención y hasta puedas darte el lujo de compartir sarcasmo con las nuevas fichas añadidas al tablero.
Sí, definitivamente cada otra vuelta al sol resulta intensa, sorpresiva y nueva. Y vale la pena recorrerla y aprender de ella maneras para proseguir la travesía.
En esto creo...
-Jane Mount
Remember, remember the 30 of September
Las cosas se fueron de las manos. Las reacciones, furibundas, de lado y lado, pusieron en peligro a todo el país. Y como sociedad nos hemos vuelto meros pasivos espectadores, que cada vez se sorprenden y se conmueven menos con hechos y decisiones que nos afectan directamente. Y eso duele, a mí me duele saber que el respeto (poco o mucho) que tenía por las autoridades ayer se me fue evaporando en el transcurso del día dejando en su lugar una desolación amarga e infinita tristeza.
No creo que pueda recuperar ese respeto, no en un buen tiempo en todo caso, y de cualquier manera se ha generado una cortina de frío, de total repudio a la manera en que se manejaron las cosas de lado y lado. I feel hollow. Porque ayer nadie ganó nada, perdimos todos. Perdimos compatriotas. Que este nuevo mes que comienza traiga paz y sensatez al país, y para eso tenemos que trabajar todos, haciendo nuestras labores de la mejor manera y comprendiendo que no somos cajoncitos individuales apilados, sino partes de una red articulada que se soporta gracias a los nexos entre todos. Cuidémonos, basta de violencia.
Una teoría de las amistades
La manada no siempre está junta, cada cazador va por sus propias presas, a veces requiriendo la compañía de otros miembros a veces completamente solo. Cada cierto tiempo empero todos se reunen a la luz de esa amistad y cruzan palabras y silencios y saben que están en casa, en familia. Y eso es bueno.
Ciertos ciclos
Ciclos, algunos claros y obvios, otros meramente convencionales; necesidad de contar el tiempo pasado, de poner hitos en el camino de la vida. Hechos, momentos devenidos en marcas, en antes y después.
Como aquel saludo de buen viaje, igual a tantos otros, que sin embargo es una marca grandísima, enorme, en mi vida, un nos volveremos a ver muy, muy largo. Vacío, infinita sorpresa, sinsabor y por último posibilidad y voluntad de ser yo misma a contracorriente de lo que los demás digan que una debe ser. Segura de que es la única vía a seguir, haciendo las cosas con oficio, con calidad y compartiendo ese tesoro que es el tiempo con la gente que quiero. Esas pequeñas cosas que aprendí con el ejemplo hace ya tanto que parece un simple parpadeo.
Línea de vida
Esa silenciosa compañía
Útiles y no tan útiles cosas que aprendí en este Huaira
Adios
Hay amistades que no se buscan, que no se encuentran, sino que de repente te das cuenta de que están ahí, presentes. Ni sabes como pasó.
Esa sensación tengo al recordar a una gran amiga. Una mujer, abuela de unas queridas amigas de la infancia, que de manera desinteresada tuvo la paciencia y las ganas de enseñarme, porque sí, un montón de experiencias, recetas y trucos artesanales y culinarios que atesoro; pero que sobre todo dejó una huella indeleble, por su preocupación y sus detalles, delicados y muy personales. Porque aprendí mucho del trabajo en equipo viéndoles trabajar mancomunadamente con su pareja, complementándose y ayudándose.
Con el tiempo y al ir creciendo, fui descubriendo su amistad y su cariño. Hoy me enteré de que falleció la semana pasada. Luego de un suspiro de esos que te desinflan, no solo los pulmones, sino todo el ánimo que podía caber en el cuerpo, recordé la última vez que pasamos juntas. Toda una tarde, conversando, tomando té, pasando un momento entre amigas. Me gusta ese recuerdo y me gusta haber tenido la suerte de ser su amiga. Gracias por todo y paz.
...viva...
De vez en cuando, a veces con razones aparentes, otras no tanto, me invade una extraña sensación. Se traduce en cierto malestar tanto físico como mental, gracias al cual miras las cosas desde fuera, como si todo al rededor pasara cual obra teatral en el que eres un mero espectador. ¿Por qué? Porque tú estás parado al borde de un acantilado, y todo sucede al otro lado. A veces se trata de un pequeño escalón, solo un poco mayor a muchos otros que ya has pasado, otras es un abismo en toda regla. Y en las dos la sensación que me invade es la misma. Solo que el tiempo que tarda en disiparse es mucho mayor en el segundo caso. Y nunca lo hace hasta que decides ponerle fin.
Esta mezcla de sentidos activados al máximo que acaba por producir mareo, stress, cansancio, hastío de estar al borde durante demasiado tiempo sin encontrar la primera grieta por donde comenzar a descender, algo de miedo y desazón no es nada agradable. Pero irónicamente y habiendo experimentado este sentimiento algunas veces ya, sé dos cosas: una, cuando aparece, mi mente ya ha vislumbrado la ruta de grietas escondidas y peligrosas de recorrer que puede llevarme al otro lado, donde sucede esa obra de teatro para pasar a ser parte activa de ella, así que no hay vuelta atrás, te enfrentas al vacío; y la otra, con todo lo mala y desagradable que es esta sensación, te hace sentir inmensamente viva.
Entre ayer y mañana
Hoy me encuentro a media entre dos días cargados de significado en mi vida.
Hoy; entre futuro que vendrá y pasado que nunca podré olvidar.
Ayer celebrando otro año sobre este planeta, mañana extrañando a los que se fueron antes que yo. Tengo una avalancha de sentimientos; la memoria revuelta, muchas historias que había olvidado hoy están a flor de piel. Pero hay que continuar, la vida solo va hacia adelante. Llevas contigo esas historias, porque ellas hicieron de ti lo que hoy eres y recordarlo vale la pena. Aunque duela, te sorprenda y hasta te saque sonrisas de ternura. Y vale la pena saber que los amigos, los de verdad siguen ahí y que estarán contigo siempre. Porque cada día es una nueva oportunidad, una nueva memoria.
El Camino
Hay una tramo de vías del país de la canela que conozco bien. Lo voy recorriendo desde que tengo memoria; tal vez antes. Es un viaje largo, pero la calidad de las vías ha ido recortando la duración de ese viaje, tal vez a la mitad. Y recorrerlo con cierta frecuencia o más bien de manera intermitente me pone cada vez que a pensar, a reflexionar. No recuerdo sentirme feliz viajando x esta vía, tal vez sí era feliz cuando de pequeña (dos o tres años) acompañaba a mi padre, cuando las cosas eran muy simples y mi mundo muy pequeño y seguro...pero poco a poco se volvió un traslado cansado, aburrido, difícil.
Casi la mitad del camino recorre la sierra centro, un paisaje común para quienes se mueven normalmente por la panamericana. Hoyas de valles productivos, poblaciones a la vera de la carretera y nudos que complican el trazado vial subiendo y bajando. Y la presencia imperturbable de los nevados que flanquean la vía. Unas veces tan esquivos que no vemos ni sus faldas y otras tan majestuosos que te quitan el aliento, que sobrecogen en su imperturbable presencia.
Y al desviarse hacia el este, siguiendo la sinuosa curva de la cordillera que va declinando en altura, clima y paisaje van cambiando. Los vientos se vuelven distintos. Vienen cargados de humedad. Una humedad con olor a vegetación, a exuberancia, a vida. Es siempre en el mismo punto del camino que siento ese cambio en el aire, cuando al respirar me siento como empalagada. Demasiado oxígeno, demasiada vitalidad en ese aire puro para mis pulmones. No importa si llueve (que suele ser el caso muy frecuentemente) o si hay mucho sol, en ese punto también la temperatura cambia y automáticamente me quedo en camiseta.
Zigzagueando, siguiendo el curso del río por las inestables y muy pronunciadas laderas que pronto se fundiran en una sola planicie que baja y viaja al mar. A veces te acompaña el rugido de las aguas del río, cuando viene crecido y de un color sucio, acarreando las lágrimas de sus afluentes cordillera arriba, a veces tan sólo descubres el brillo de un pequeño hilo al fondo del cañón. Siempre tienes que reconocer el paisaje que parece inamovible pero que nunca es estático, como la carretera que por los varios derrumbes siempre está bajo construcción. He visto como ha cambiado la vía. Recuerdo lo incómodo del camino cuando era tan angosto que si había dos vehículos uno de ellos debía orillarse en maniobras altamente peligrosas. Sé de todo el tiempo que la gente del sector tuvo que esperar para que se termine de asfaltar la vía, una vez hecho el nuevo trazado. Sé que en febrero las colinas verdes se ven salpicadas de manchas lilas; son orquídeas que brotan al unísono.
Y sé que tal vez siga haciendo este recorrido, una y otra vez; aunque lo evite a toda costa, pensando y reflexionando cada vez. Y también sé que hay una curva en esa senda donde una parte de mí se quebró; donde el mundo se volvió para mí un poco más triste, desolado e inexplicable y aún así soy capaz de buscar la belleza de su paisaje. Pero sé que este no es mi camino; aunque he aprendido y perdido mucho en él, necesito transitar mi propia senda.
familia
bump in the road
calma chicha
El verano se ha adelantado a sí mismo con casi un mes...el sol aletarga más a UIO, y aquí parece que no pasara nada. Un día se sucede a sí mismo sin fin...una y otra y una vez más.
Muchos días me levanté con esta sensación:
y no me apetece seguir haciéndolo.
Este fue un mes muy extraño, de tiempo estancado, de agua que no corre y viento que no sopla. Pero una, aunque a veces sienta que de tan lento que avanza está yendo en reversa, no puede quedarse estática como su derredor...así que veamos si con este mes que media el año el agua consigue romper el dique y empieza a fluir, y las cosas empiezan a moverse. No queda sino proseguir cambie o no la marea.
Un buen mes para todos señoritos y señoritas, enjoy!!
Un paso a la vez
Poco a poco la semana que termina se llenó de noticias malas, trágicas; despedidas y pesares. Y sin embargo el mundo sigue girando. El sol estático, nos sigue alumbrando, día a día. Y tenemos que recorrer nuestras vidas un poco más solos, un poco más tristes, un poco más viejos. Y sólo quedan con nosotros recuerdos.
Siento que la primavera esta vez trae consigo ánimos tristes, desolados. Y hay que hacerle frente y continuar jugando una vez que las fichas han sido movidas y el tablero tiene una nueva configuración. Sin saber que vendrá a futuro y aunque cuesta, hay que seguir; un paso a la vez.
Espero dar los suficientes pasos para alejarme un poco de esta desolación que siento; para tararear mis canciones favoritas mientras camino sin pensar en nada más, para que mi mente esté lo suficientemente calma para imaginar objetos interesantes que diseñar, para dedicarle a las cosas que hago todo el tiempo y atención que se merecen.
Que esta nueva semana sea infinitamente mejor a la anterior.
De repente
se fue, se fue, no hay porqué llorarel tiempo nos igualará...
UIO
Me molesta que no seamos capaces de implementar soluciones que ya han sido probadas en otras urbes y acondicionarlas a nuestras particulares realidades. Si enumerara todo lo que me jode de UIO no terminaría nunca.
Y sin embargo hay algo que me impide renegar completamente de este pupo del mundo. De este pueblo cosmopolita. Crisol al que convergen nacionales y extranjeros por igual, y que adoptan como lugar de residencia. Habitación y también hogar. Madre y madrastra. Oportunidad y desesperación. Vida y sobrevivencia. Y no sé qué es, pero UIO siempre tendrá un sitio preponderante en mi corazón.
Caminar y recorrer el centro histórico en un día frío, y mejor si es lluvioso, me ayuda a recordar que hay algo especial en esta ciudad de locos que vale la pena, aunque aún no se qué es. Siempre descubres algo nuevo; como el día que después de más de dos décadas sin saber cómo se veía la intersección de las calles Cuenca y Chile, arribé para ver que, una vez retiradas las ventas ambulantes, había una plaza amplia y pude por fin contemplar toda la fachada de la iglesia de La Merced.
Y sí, a pesar de todo UIO tiene una magia que me atrapa, y que me gusta y necesito redescubrir. Compartirla con los amigos y mostrársela a gente que aún no la conoce. Es bueno reconocer esos espacios que están ahí, aunque normalmente ya no les prestamos atención y pasan a esconderse en el telón citadino.