All that Jazz...

Dígase: cuando ando con ganas de descubrir música, uno de los lugares adonde voy a revolver es entre los posts de Julieta, en Vacío. Esta vez, me encuentro con este franchute que le da al pianito parece que desde que era así de chiquitito, meta jazz y música clásica, y, en la posición 5 de la lista de temas, noto una canción de título Black Dog. Me pregunto: "¿será?", y cuando le llega el turno ahí está, inconfundible, poderoso, a mero piano, ese riff, lo parió qué riff.

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Y un tratamiento armónico que descubre lo que de rotoso y cabrón tiene la guitarra de Page, lo cascado de la voz de Plant. Después viene el clásico delirio jazzero sobre una que sepamos todos. Pero ahí está ese esfuerzo...

Se me antoja fijarme en que ese tratamiento armonizado de la melodía, donde suenan varias voces, descubre algo que es de naturaleza yo diría tímbrica en la versión a una sola voz de Plant. Algo que Plant logra con una única fuente de sonido, con un instrumento monofónico, este tipo busca capturarlo con un instrumento polifónico de caracteres tímbricos completamente distintos.

Un esfuerzo, un experimento. Y pienso que en la idea musical de "versión" hay algo que me gusta y es que ante estos esfuerzos puede suspenderse toda pretensión de exégesis. En otro ámbitos, la tentación exegética suele parecerme mayor, suele ser más insoslayable la sospecha de que quien aborda de nuevo un tema tratado por otro, lo hace con la pretensión, explícita o no, de dar con el "verdadero" sentido, de dar con lo que tal o cual verdaderamente quiso decir.

En la música, especialmente en el jazz (y trato de retomar algún aspecto de lo que no acerté a tratar en este post), no hay lugar para preguntarse por la versión "verdadera". Podemos hablar de la que nos gusta más o de la que no nos gusta para nada, de la más conocida, de la fundante de tal o cual cosa, de la que marca un hito, incluso de la "original" o cronológicamente primera, pero preguntarse por la "verdadera" carece de sentido.

Cuando escucho a un músico versionar, me gusta pensar que se propone algo así como exponernos lo que él escucha en aquellos otros sonidos. Este franchute escuchó Zeppelin de chiquito y un día, cuando se sentó a un piano, dijo: "yo, a Zep, lo escucho así" (y escribo esto y me acuerdo de este post de Vero).

Nunca faltarán fundamentalistas y metafísicos que dirán que lo que ese tipo hace es un sacrilegio, que la Palabra ya fue pronunciada por Led Zeppelin y que cualquier otra cosa merece el fuego: "si esos libros hablan de Alá, repiten el Corán, por lo tanto, nada se pierde si los quemo; si no hablan de Alá, son heréticos y nada se pierde si los quemo", dicen que argumentó el sheik o califa o no me acuerdo qué que mandó quemar la biblioteca de Alejandría.

La Palabra o las palabras.