Alguien tiene que ser el malo


273. ¿A quien llamas malo? - Al que quiere avergonzar siempre.
274. ¿Qué tienes por lo más humano? - Ahorrar a alguien la vergüenza.

275. ¿Cuál es la señal de que se ha alcanzado la libertad? - No tener vergüenza delante de sí mismo"
Nietzsche, La Gaya Ciencia.


La clave (o la trampa), en el fragmento de arriba, está en la palabra "humano": ese adjetivo puede entenderse en un sentido positivo o en uno negativo. Pensamos nietzscheanamente si vemos el tinte peyorativo que esa palabra tiene ahí. Lo humano, consta hasta en la Wikipedia, es algo que para Nietzsche debe ser superado. Una herramienta para eso es la malignidad.

La malignidad, entiendo, sería la fuerza que hace salir de sus escondrijos a los compasivos, a los que están dispuestos a ahorrar a alguien la vergüenza, a permitirle a quien no ha alcanzado la libertad, no otra cosa que un esclavo, pasar por alto su condición. Una suerte de concepción instrumental de la malignidad.

Hay quienes que para convencerse de que han alcanzado la libertad salen a la caza de miserables para humillarlos, para no ahorrarles vergüenza. Convertir eso en una disposición proactiva, buscar en todos y cada uno la falla (y sabemos que a cualquiera que se mire lo suficientemente de cerca...), no deja de parecerme una forma menor de ejercer la voluntad creadora. En otro lugar de la Gaya Ciencia, Nietzsche dice:
"¿El mal es necesario? (...) Estos jóvenes quieren que les venga de fuera, o fuera se les ponga visible, no la felicidad, sino la desgracia, y su imaginación se esfuerza en hacer de ella un monstruo para ponerse en seguida a lidiar con él. (...) Ni saben qué hacer de sí mismos y por eso escriben en la pared las miserias de los demás; siempre necesitan a los demás."
Me quedo pensando en esa paradójica manera de depender de los demás, quizás todavía, e irremediablemente, humano, demasiado humano.