Esa silenciosa compañía

Algunos se abren con desconfianza. Otros con sorpresa. Otros por obligación. Se los comienza de manera sistémica; incluso leyendo las solapas y hasta las leyendas de la reglamentación para su reproducción. Unos te atrapan por una portada muy cuidada, llamativa. Otros son vetustos a más no poder. Llenos de polvo y arrugas. Manchas de humedad y signos de uso.

Algunos llevan la marca de anteriores dueños, otros no se han desprendido del olor de los solventes de la tinta, fresca, recién impregnada al papel. Algunos caen y se abren en esa página justa, precisa, escrita sólo para ti. En otros reconoces nombres o lugares comunes. Otros simplemente te llaman. Saltan en el estante, silenciosa, inanimadamente. Te guían hacia ellos y es como reencontrar a un viejo amigo, que ha estado paciente esperando tu visita. Algunos son amor a primera vista, a primera palabra. Enganche sin vuelta atrás. Otros deben ir madurando su relación contigo. Algunos llegaron como obligación a ti, otros son esquivos y los buscas con insistencia sin poder asirlos.

Escape. Compañía. Muralla contra el mundo; ventana para comprenderlo. Son todo y nada. Verdades contadas a través de mentiras. Historias que te permiten vivir vidas y mundos desde tu propia imaginación. Imágenes que creas y conviertes en referentes con los que comparar el mundo. Amigos silenciosos, perfectos desconocidos, cómplices sin siquiera enterarse, inútiles datos encerrados en paredes de papel, nanas para alejar el ruido del mundo, maestros.

Libros. Una forma como cualquier otra de ir armando el ser humano que eres, que quieres ser.