El Inyenieri

Creo que llegó a Porteña a principios de los 70's, no tengo muy precisa la fecha porque la precisión en este dato no me parece importante para el propósito de una semblanza del personaje, de todos modos y, de ser necesaria, hay gente que puede aportarla. Me parece que fué en la época en que J.S.Daniele S.A. salía del monoproducto cosechadora e incursionaba en las conocidas popularmente como "budineras" y que solían poblar, en unidades multiplicadas y fieles al amarillo de la marca, el enorme baldío de calle Rivadavia entre la avenida y Lavarello.

Trajo ciencia a una fábrica en la que se ponía mucho esfuerzo y buena voluntad pero al "uso nostro", y se metió enseguida en los asuntos de la comunidad. "El Ingeniero", "El Inyenieri", "el Carlos" y "el Carlo" pasaron a ser sinónimos para referir a un sola persona. Casi como una marca registrada.

No tuvimos una gran relación pero sí muchas charlas breves en las cuales, invariablemente, yo preguntaba y él explicaba. Lo que sigue son como grageas de esas charlas y no responden a un orden cronológico sino de aparición en el baúl de la memoria. Lo que está entrecomillado no debe tomarse como textual sino como yo lo recuerdo, aunque creo recordarlo con bastante fidelidad.

* Una vez le pregunté sobre la antigua rivalidad entre arquitectos e ingenieros civiles (ignoro si aún perdura) y me contestó:
-"Mirá, los arquitectos saben poco de estructura. Si un ingeniero te proyecta una casa cuando te acuestes podrás ver el techo con panza, las vigas marcadas o el revoque rajado, pero dormí tranquilo que no se cae. Si un arquitecto te proyecta la casa verás el techo hecho una pinturita, pero dormí bajo la cama por las dudas".

* La primera vez que concurrí al auditorio del Centro Comercial estaba colmado y me dijo:
-"Vas a tener que subir".
-"No me animo".
-"Los cálculos los hice yo".
-"¡Ah!"

Entonces me contó de los hierros y los rieles, el largo, el grosor y los kgs. que soportaban.

* También me contó de las columnas en el Décimo Mezzano.
-"Casi treinta años que están, y no estaba previsto que se le colgaran carteles, con todo el viento que embolsan, y vinieron un montón de tormentas y ninguna se movió. Eso sí, en la fábrica no se le mezquinó material".

* Muchas veces me contó que dejó de fumar por goloso, porque en cierta ocasión, en el Chaco, frente a un plato de su preferencia se dió cuenta que sus sentidos del olfato y del gusto habían dejado de funcionar.

* Fué mi tutor de paisajes y lugares de Traslasierra que las oficinas municipales de turismo no tenían en agenda. También me explicó cómo usar la caja y los frenos en la alta montaña y cómo regular la mezcla de combustible para sacarle mejor respuesta al motor.

* De su trabajo en la industria de máquinas agrícolas y de su paso por la UTN San Francisco son muchas las referencias de terceros.

Hay cientos de historias más pero no quiero derivar en una crónica desordenada, sino llamar la atención acerca de que la mayor parte de su actividad en Porteña transcurrió después de lo que creo fué algo así como un ACV, y lo que me remueve recuerdos y promueve admiración es su actitud frente a la adversidad que se me reveló un día en que lo encontré haciendo dedo a la salida de Brinkmann, arrastrando penosamente una pierna y sosteniendo un grueso portafolios con un brazo paralizado.

-¿"Qué hacés Carlos"?
-¡"Vendiendo agendas y almanaques. Qué querés, hay que parar la olla"!


Me hubiera resultado más fácil entender un rosario de reproches a Dios, a la vida, a la enfermedad, pero no, me dejó descolocado el tono optimista de su respuesta, casi alegre por poder hacer algo aunque ese algo estuviera muy alejado de su profesión y sus capacidades.

Así lo ví en todo este tiempo y hasta sus últimos días, participando, metiéndose, proyectando, haciendo, inventando, con altos y bajos como todo el mundo pero nunca rindiéndose, a punto tal que su desaparición física provocó alto impacto en un equipo de investigación del CONICET en la Universidad Nacional de Córdoba, con el que estaba colaborando en el desarrollo de lo que creo es un instrumental de precisión para un proyecto.

Si tuviera que definirlo desde mi óptica y con una frase cortita, diría que El Inyenieri era, y su memoria es, un canto a la vida.