Por su ancha pelvis se reconoce a la mujer; por sus poderosos músculos al hombre; ambos rasgos se han convertido en diferenciador los sexos.
Se ha afirmado siempre que todas las personas son iguales. Si con ello nos referimos a la constitución de un cuerpo con una cabeza, dos piernas y dos brazos, es completamente cierto. Sin embargo advierte a primera vista que existen dos tipos distintos de personas: hombres y mujeres. Entre ellos existen claras diferencias. Las más obvias son las relacionadas con los órganos reproductores pero, aún así, nos encontramos con otras que no sirven directamente para la perpetuación de la especie pero sí constituyen pequeños rasgos diferenciales.