viajar sola

La primera vez que viajé sola a otro país, casi me muero de miedo. Y no porque me ocurriera nada concreto, no. Es que cada atardecer, después de pasarme el día caminando por una ciudad agotadoramente nueva, visitando museos, recorriendo calles, subiendo escaleras y bajando cuestas, llegaba derrotada a sentarme en cualquier parte y mi cabeza, enfadada por el cansancio y tanta información nueva, me aterrorizaba. Entonces yo era demasiado novata como para saber hacerle frente, porque ni siquiera sabía realmente qué era lo que me asustaba. Mi maldita cabeza me arruinó el viaje y aún estoy esperando una disculpa por su parte.