Las líneas de la mano, poema de Joseba Sarrionandia

(de "Por los escondrijos del miedo")

El arado de la vida trazó los surcos de nuestras palmas
Y en ellos residen todos nuestros caminos.
Ahí están las calles de las ciudades que recorreremos,
Ahí las doncellas llorosas y los bueyes bermejos,
Ahí los trenes interminables y ballenas con un arpón clavado,
Ahí las carreras de los rinocerontes al otro lado del espejo,
Ahí las telarañas desplegadas y los verdugos sin trabajo,
Ahí los viejos huesos y los barcos sin timón.
Todo se refleja en los surcos de nuestras palmas
Como la imagen del abeto solitario a la orilla del lago,
Y en la misma tumba nos enterrarán
A nosotros y nuestras líneas,
Nosotros y todos esos errores.