No todo el monte es orégano


Desde navidad, prácticamente, no ha parado de llover.

Este post no tiene buena onda pero para ser fieles a la realidad aquí tenéis una dosis de problemillas...y es que no todo el monte es orégano.



Desprendimiento de el último revoco de cal y marmolina. Lo que pensábamos que sería el acabado final de la construcción está cayéndose. Pensamos que es por la acción de la lluvia cuando aún está fresco (la cal tarda mucho en fraguar y más con humedad ambiente), pero parece ser que también ha influido el fratasado de la capa anterior para reducir el agarre de ésta última.

Esta noticia tiene una parte buena y otra mala:
La buena. Con todo lo que ha llovido la construcción no tiene humedades, lo que viene a decir que con la última capa de arena cribada y cal habíamos conseguido la impermeabilidad-transpirabilidad que buscábamos y por tanto, esta última capa aplicada con llana sólo tendría una función decorativa, es decir, podemos prescindir de ella.
La mala es que antes de pintar hay que retirar el revoco para evitar futuros desconchones y eso se complica teniendo en cuenta que hemos retirado el tramo de andamio que nos daba la posibilidad de trabajar la cúpula.

Estos días hemos estado reflexionando para barajar las posibles soluciones a este problema.
Opción 1. Volver a hacer agujeros al domo y montar de nuevo el andamio - nos negamos a hacerle ningún agujero más.
Opción 2. Alquilar uno de esos minicamiones que llevan los jardineros para podar los árboles que tienen una cabina móvil desde la cual sería fácil trabajar en el raspado de la marmolina y pintura de la cúpula.
Opción 3. El fin de semana que viene tenemos como voluntarios a Belén y a Angel, amigos conquenses escaladores que podría ser que hiciesen de su pasión un superfavor a estas trogloditas esteparias. Hemos hablado con ellos y lo ven posible, YUPIII.

Otros frentes que nos tiene taponados la lluvia:

Imposibilidad de arado de la tierra para preparar el terreno para el bosque de alimentos. Llevamos esperando 3 semanas al secado del terreno  para poder pasar el arado, tarea que no se puede llevar a cabo con la tierra mojada. Entonces jugábamos a contrarreloj para plantar algunos árboles a raiz desnuda, ahora sabemos que ya no llegamos a tiempo, así que cuando las lluvias nos dejen, prepararemos la tierra y tendremos que conformarnos con plantar los setos cortavientos y algún árbol que venga en contenedor.

El invernadero de caña mapuleado por el viento. Es cierto que los plásticos no estaban muy estables, pero de no ser por los vientos locos del momento hubiese estado en plenas condiciones. Al menos ha respetado la estructura y podremos usarlo de nuevo cuando acabe el temporal.

Robos de herramientas. Para colmo el martes pasado nos robaron. Con la lluvia mucho días no estamos por allí, así que los pillos tienen toda la tranquilidad necesaria para hacer lo que les apetezca. Es la primera vez, desde que tenemos el terreno vallado, que alguien nos roba. Ha sido una chiquillada puesto que sólo se han llevado herramientas pequeñas y una nevera con litronas que encontramos a los dos días por los terrenos cercanos. En total el robo nos ha costado unos 200 euros, que joden, pero sobre todo es un mal más a añadir a un momento en el que los ánimos están bajos.

Eso si, estamos seguras de que esta semana que entra (con buen tiempo y en compañía de un grupo de amigos que vienen a ayudar) será el comienzo de una etapa primaveral y alegre.