El Discovery nunca aterrizó: un ejercicio de sospecha

Por el Profesor Arturo Sandoval

Siguiendo la línea argumental que se inicia con la tan mentada sospecha de que alguna vez Don Armstrong (donde "Don" es la fórmula de tratamiendo de respeto española y no diminutivo de Donald. Todos sabemos que hablamos del célebre trompetista Louis), decíamos: siguiendo la línea trazada por la sospecha de que el señor Armstrong y su tropa no hayan pisado jamás la Luna ni tan siquiera salido de la atmósfera, postulamos que no sólo el Discovery no realizó nunca su misión, sino que toda la "era de los transbordadores" es un puro cuento.

En el caso reciente, el Discovery realizó su espectáculo de fuegos artificiales simulando su salida de la atmósfera, luego de lo cual dio inicio una transmisión televisiva fraguada (expresión que constituye pleonasmo) en la que asistimos al primer reality show SciFi de la era de la TV, lleno de suspenso y emoción.

Luego, el mañoso aterrizaje, pospuesto hasta tener garantizada la luminosidad ambiente apropiada, realizado en la oscura madrugada de un día nublado, permitió la conveniente transmisión borrosa e ininteligible de las maniobras de un artefacto voluminoso cuya naturaleza y procedencia no pueden verificarse.

Definitivamente, durante el desarrollo de la épica historia espacial, técnicos en márketing y otros especialistas realizaron la práctica, obligatoria en Hollywood, de probar distintos finales con varios grupos de espectadores para determinar cuál garantizaba la satisfacción del cliente, llegando a la conclusión de que lo mejor para alcanzar los objetivos presupuestarios de la NASA era el final feliz, es decir, que Doña Eileen, dama heroica, pudiera volver a casa (como sin dudas harán los soldados destacados en Irak). Sin embargo, sabemos que, en varios grupos, los que querían una explosión dramática eran numerosos.

En suma, sólo resta agregar que el Challenger y el Columbia nunca explotaron y que la maestra McAuliffe vive ahora en la misma isla del Pacífico donde residen Elvis Presley, Jim Morrison e inclusive algunas glorias argentinas como Luca Prodan (y donde es de esperar que resida Maradona algún día).

Sin embargo, a pesar de toda esta cadena de conspiraciones, y sin relación con ellas, parece que J. F. Kennedy murió de verdad.

Lucas Pizarro y sus eclipses de luz

"El resplandor de la ciudad es un eclipse de luz que nos impone una noche sin estrellas. Y así, la vida se nos pasa creyendo que el cielo estrellado es un magro privilegio para campesinos rústicos, que no compensa la falta de las potentes comodidades de la vida urbana.

(Publicidad de multivitamínicos: viva una vida de mierda pero tome estas pastillas para aguantarla.)

Quizás una de las cosas que le duele a Lucas es ver que ninguna promesa se ha cumplido y que treinta dineros es en definitiva un muy buen precio para casi cualquier alma:

El tiempo ha pasado y la adolescencia resultó un mal que se diluye como la mierda en la letrina, dejando rastros sucios y malolientes. En su lugar, la muerte crece despacio y la espera se convierte en una actividad casi excluyente. Para su espera, Lucas ha quedado solo, aunque teóricamente no esté más solo que al principio.

Pero su hagiografía se ha ido despoblando. Por falta de mérito, por indiferencia, por tiempo o por distancia, ha desaparecido él mismo del más modesto altar. ¿Qué pasa con un altar en el que sólo quedan velas?

Puede pasar que el resplandor sea un eclipse de luz que nos muestre la noche sin ángeles."