Nota al pie

En el orden de casualidades que le gustan a Puck,
publico este texto, que esperaba su oportunidad,
entusiasmado con el impactante video ensayo
que descubrió Aydesa.


No hace tanto que me dí la oportunidad de leer un clásico que no había leído: la célebre "Nota al pie" de Rodolfo Walsh. ¡Maravilla! Iba en el micro sonriendo de gusto (porque a mí me pasa eso de ir leyendo la historia de un tipo que se pira y se suicida, encontrar magia en la forma en que me la cuentan y hallar en eso tanto gusto que me sonrío).

Pero se me ocurre la siguiente consideración: "Nota al pie" funda su lógica y su eficacia en la mentalidad de la máquina de escribir (y en la retórica del cine, también). El paginado del cuento es caprichoso, amañado. La cantidad de líneas por página es fija y debe mantenerse así para que se logre el efecto. Es decir, "Nota al pie" no es lo que en estos días de pantallas de resolución variable y de formatos múltiples se llamaría "texto fluido".

¿Quieren arruinar definitivamente el cuento de Walsh? Escanéenlo, pásenlo a Word, coloquen cuerpo y nota en sus respectivos contenedores automáticos previstos por el programa y empiecen a jugar con los parámetros de texto que Walsh, hombre de Remington, no tenía a su disposición: tamaño de letra, márgenes, interlineado, tipo proporcional o monoespaciado, etc.

Y la delicada arquitectura del cuento, la estudiada relación que en cada página adquieren la nota y el cuerpo de texto, esa que hace pensar en un cinematográfico montaje paralelo, se desmorona, vale decir, como un castillo de naipes.

Me dirán: especulación anacrónica, un sofisma, una falacia.

Y claro. Tendrían razón.

Pero para que haya texto fluido primero hubo Remingtons. La cuestión es que Remingtons ya no hay más.

¿Se acuerdan de cuánto queríamos a Steve Ray?



Un tío, que quiso enseñarme a tocar la guitarra, me dijo alguna vez el objetivo era lograr acariciarla.

Ahora me acordé ansí, enredepente.

.:::kAsOrIO:::


kE sAbEn dE nOvIOs kOn tUtu....



kE sAbEn dE vInOs En lA pIcInA



kE sAbEn dE tOmAr En bOtEllA



kE sAbEn dE pIcInAsOs En bOlAs...



kE sAbEn dE kAmIsAs Al rEvEs




kE sAbEn dE dEsAyUnOs lUEgO dEl jOlgOrIO....




kE sAbEn dE dOrmIr kOn tErnO



kE sAbEn dE vIAjAr pOr Un AmIgo

kE sAbEn dE hOspItAlIdAd

kE sAbEn dEl rAtOn kUrAO tIrandO lAs manOs En El bUs

kE sAbEn dEl rOdrIgO bAjAndO dEl bUs A mItAd dE kAmInO pOr nO vIO A nAdIe

kE sAbEn dE shElAs kOn pOllO y EnsAlAdAs



kE sAbEn dE metrO sAlOn cAmA ....jajajaja

PD: EL LALO Y EL PEDRO FUERON AL KASORIO?

...y kE sEAn mAs...



"...no me es posible ni tan siquiera imaginar..."

"..que pueda hacerse el amor mas que volando."
Oliverio Girondo dixit.

La noticia es ésta.

Y yo me pregunto cómo será garchar en gravedad cero...

Solo como un perro

Estaba yo en el pozo cuando Gaspar se rió.

-Qué... -dije.

-Mirá lo que te hace hacer un perro, curepí-aclaró. Reí también.

-Dejame a mí -se metió en el agujero y cada palada suya eran dos de las mías-. Se nos va a hacer de día.

Mientras yo recuperaba el aliento, ví a Juan que se asomaba sobre su cerco. Mi mujer andaba por ahí.

-Son amigos, ¿no?

No escuché la respuesta de mi mujer, que le habrá dicho "sí, son Pablo y Gaspar". Menos mal. A Juan le gusta jugar a los policías y ladrones y podríamos habernos comido un par de chumbazos. Habrá recibido además un resumen de situación: se murió el perro de los vecinos de enfrente. Hoy a la tarde. Venía jodido, una especie de tumor.

Y para enterrar un gran danés hay que hacer un pozo casi como para meter a una persona. Si. Más o menos como para una persona.

-Le faltaba hablar -la prima de Gaspar se arrimó a acompañarnos, sin querer ver al perro.

-Las cosas que hay que hacer por los vecinos -dijo Gaspar, en un descanso.

-Y... no podemos dejarlo ahí tirado hasta que a los dueños se les dé por terminar sus vacaciones -y bajé yo al pozo.

-Es que estaba depresivo.

-El tumor en la pata ya lo tenía...

-Ya lo tenía, sí, pero se entregó. Estaba triste de estar solo. ¿Lo viste como estaba hoy?

Si, claro, si lo bajé yo de la camioneta del veterinario. Un perrazo de sesenta kilos tirado en una lona que usamos como camilla para llevarlo a su canil, con la cabeza colgando, ya como muerta. Si: entregado.

La luna llena completaba nuestro cuadro de sepultureros. Pensarán que busco darle a mi relato un toque banalmente tétrico, pero era así, nomás. Ahí estábamos y había luna. Luna, luna llena.

Menguante.

Me doy cuenta de que no le sacamos la cadena del cuello. La imagino con destino de fósil: la encontrarán cuando alguien decida construir en este baldío.

No sé por qué pero no fue con la primera palada que le hechamos encima, después de descoyuntarle las patas para acomodarlo en el hueco de todas maneras estrecho, sino con la segunda que Gaspar se despidió.

-Chau, Bull.

Ingenuamente, como un conjuro, después de todo quizás en eso consiste, repetí el saludo en voz baja. Seguimos llenando el pozo hasta que quedó el montón de tierra removida. Después, lavamos las palas.
...y mi padre dándome explicaciones, queriendo ser comprendido. Ser comprendido será ser justificado y eximido de culpa: las razones son causas y las causas son fatalidades: las cosas no pudieron ser hechas de otro modo. La historia familiar es una historia de fracasos, traiciones y envidias. Como cualquier historia familiar, convengamos, lo que hace mágico y maravilloso al relato de una historia familiar. Y en esa historia se recortan las decisiones sin brújula de mi padre. Categóricas, indudables, pero necesitadas de la mirada comprensiva del hijo. Y ahí estoy yo, viendo las lágrimas empujar desde cuarenta años atrás hasta hacerse irrefrenables. Siento que entiendo, que comprendo y que me importa un carajo si las cosas fueron como fueron o podrían haber sido de otro modo. Fueron. Y eso es, al menos, lo que me gustaría creer. Que ya fueron y que no me atan.

Sin embargo.

Ahí estoy yo, escuchando el relato de mi padre en un día de sol en un parque en las afueras de La Plata. Podría decir que sopla el viento y que los mosquitos acechan. Sería verdad. Podría decir que el pasto está crecido y molesta. Pero no sé qué ganaría con esa descripción.

Yo soy el hijo de ese hombre. Y saber eso ya es algo.