Instrucciones para utilizar este botón

"Allá al fondo está la muerte,
pero no tenga miedo…"

Cortázar, Julio, claro,
maestro de todos los redactores
de instrucciones, en sus
Instrucciones para dar cuerda a un reloj
  1. ¿Cómo que cuál botón?
  2. Una vez que haya terminado con lo que vino a hacer aquí, si se encuentra en la necesidad de presionar el botón (¿pregunta otra vez? ¡éste!), por favor tenga en cuenta las consideraciones que siguen.
  3. En condiciones normales, cuando el contenido del depósito ha sido liberado, el botón que acciona el dispositivo debería volver a su posición inicial al mismo tiempo que el mecanismo oculto tras la pared, sencilla pero ingeniosamente, cierra el paso de agua. Esto asegura que el tanque vuelva a llenarse, quedando preparado para una nueva higiénica descarga.
  4. Sin embargo, a pesar de las intervenciones de personal idóneo realizadas con el fin de subsanar el problema, el mecanismo insiste en trabarse.
  5. Puede ocurrir, entonces, que el dichoso mecanismo nunca vuelva a la posición de "cerrado" y el paso de agua no se detenga. Consecuentemente, la cisterna no alcanza a rellenarse nunca y se produce un daño irreparable en el medioambiente.
  6. No obstante, la falla es evitable y usted puede contribuir a que no ocurra.
  7. Una vez que haya apretado el botón (no insista: nos referimos a éste), sírvase, si es tan amable, acompañar o incluso dirigir el movimiento de retroceso, para que no quede trabado.
  8. La próxima persona en utilizar el inodoro se lo agradecerá. Además, habrá usted contribuido a mantener el nivel de los océanos en la media aceptable.
  9. Esperamos que su estancia aquí haya sido reconfortante.
  10. Gracias y vuelva pronto.

Tánatos

El empuje dura lo que dura la mañana. Yo no sé si es la modorra que da el almuerzo cuando en el estómago comienza el alambique, yo no sé si es cuetión de biorritmo o de qué cosas, pero pasado el mediodía la energía se va adelgazando, la capacidad de atención diluyendo y, así, va llegando la hora de no querer nada, de no aguantar nada, la hora gris en que la luz es indiferenciada y las cosas no tienen volumen, ese instante antes de que sea de noche. Después, es de noche. Y entonces ahí si: te querés morir.

À la recherche du temps perdu

Todavía no leí a Proust, pero sé que lo voy a leer porque me fascina ese título (la equívoca "s" que no significa nada en francés pero que en mi cabeza hispanoparlante es un plural).

Y sé también que hoy es viernes, y que, debido a nuestra arbitraria manera de marcar el tiempo, al salir del trabajo pensé: "Listo, una semana menos".

¿Se dan cuenta?: una semana menos.

Si veinticinco por cuatro es igual a cien...

"Floating down
through the clouds
memories come rushing
up to meet me now..."

Roger Waters, The gunners dream

Y sí, hijo, creo que tenés razón, yo pienso igual: el tiempo no existe. Creo que lo sé desde siempre, es decir, desde la época en que tenía más o menos tu edad, que es como decir ahora, hace un rato nomás, o mañana, no sé, depende. Depende de cuándo vuelva el sueño. Es así: el viento se pone como más denso y ahí pasa que me puedo colgar del viento. Cuando era chico, yo estaba parado frente a una pared blanca y el viento se arremolinaba y me empujaba hacia arriba. Siempre a mi lado había una planta espinuda con la que me había pinchado una vez, en la casa de tus abuelos. Al principio, no podía alcanzar el borde de la pared. Fue con el tiempo que aprendí a colgarme del viento. Ahora puedo pasear sobre la ciudad, de un techo a una terraza, a una cornisa, un balcón, un campanario. A veces el viento se pone violento, se enoja, se encabrita, y me da un poco de miedo. Pero igual puedo navegar como dando bandazos. Mi sueño tiene una concesión a lo que puede pasar en la realidad: siempre que lo sueño es de noche. Quiero decir que en el sueño es de noche. Y está nublado. Y siempre está la mujer conmigo. Me espera en las cornisas o se cuelga del viento conmigo. Nunca hablamos, o sí hablamos y no hay palabras, o hay palabras y no hay significados, esas cosas de los sueños. En mi sueño me doy cuenta de que me pasa lo del sueño. Esto no significa que me doy cuenta de que sueño, sino de que puedo colgarme del viento. "Otra vez me pasa", pienso en el sueño, advirtiendo lo extraordinario. Y cuando me despierto, pienso "otra vez pasó" y lo recuerdo (y no sé si me acuerdo de un sueño de la víspera o de un sueño que tuve de chico, cuando tenía más o menos tu edad y no podía ver más allá del borde de una pared blanca y había una planta espinuda con la que una vez me pinché). Por eso te digo: tenés razón, hijo, el tiempo no existe. Y ahora vos ahí tenés un misterio y no encontrás la respuesta. La clave es que 25 por 4 es igual a cien. Aunque no tiene por qué ser este, es un misterio que perfectamente puede ocupar toda la vida. Tomate tu tiempo.

Pongámoslo así...

"...amor, deja tus labios entreabiertos
porque ese último beso..."

Pablo Neruda


...la escena yo la vi en una película, en más de una, tal vez: usted llega a su casa antes de la hora habitual. Cuando entra, escucha las risas de su mujer y sonríe, feliz de llegar a casa. La sonrisa le dura en el rostro lo que tarda en darse cuenta de que la risa viene del dormitorio. Anticipando las cosas, usted se acerca sin hacer ruido y se asoma a la puerta entreabierta. Ahí está: su mujer cabalgando feliz sobre una pija que no es la suya (ni suya de usted, ni suya de ella, está claro). Usted sabe que esas cosas pasan, que así es la vida, que la mujer y el deseo, pero, sin hacer ruido, con esa sensación que convencionalmente se describe como un "nublarse la vista", busca un revólver que tiene por ahí, en un cajón del escritorio, en un armario. Vuelve sobre sus pasos e irrumpe en el cuarto, apuntándole a su mujer. "¡No! Esto es... literatura", dice ella, no sé por qué, pero dice eso. Usted en ese momento no está en posición de contraargumentar con esta frase de Borges, cuya mención corre por mi exclusiva cuenta:
"Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos tiene que pensar que el soñador es él. Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente obligación, mientras tanto, es aceptar el sueño, como hemos aceptado el universo y haber sido engendrados y mirar con los ojos y respirar."
No, no: lo suyo es más expeditivo. Como en cuestiones de literatura usted es mas bien incapaz de resoluciones sofisticadas, le pega un tiro a su mujer. Le apunta a la boca (borrar los besos, las palabras de amor, las felaciones) y le dá. No sé si en la boca, pero su mujer cae sobre su amante (suyo de ella, se entiende) con la cara hecha mierda. El tipo (el amante de ella), en ese momento, no sabe si siente miedo, asco o furia.

Usted no tiene la lucidez de pensar que le conviene matar al amante primero y, en lugar de eso, intenta suicidarse. No propondré explicaciones para el hecho de que el amante pegue un salto y se arroje sobre usted, arrebatándole el revólver (encima, le deberá usted la vida).

Si usted fuera un poco versado en eso de la literatura, dedicará su tiempo en prisión a establecer si prefiere eso o la nada.