Los pesos muertos

Arrastro tantos muertos, tantos cuerpos muertos en el propio cuerpo, tanto cadáver encima y amontonado, que la vida pesa de puro agobiada, sometida al esfuerzo bruto de arrastrar: los pesos muertos. Pero no puedo desprenderme de los cadáveres de ensueño o pesadilla. No puedo abandonarlos a su suerte (suerte de disolución la perra suerte de todo cuerpo, a la inmundicia de la intemperie o en la púdica intimidad del féretro). Ellos aún están tibios, aún no hieden, y son el testimonio de tanta cosa viva y caliente que ahora no está y sin embargo se siente, como si estuviera presente y es apenas recuerdo o sombra o velador velando, el que vela y se queda sin embargo: no se puede o no se trata. Sobre todo eso: no se trata, ni siquiera intento desprenderme de los cuerpos. Si ellos se fueran, si ellos partieran a su suerte, ¿qué sería de mí sin su recuerdo? Acaso sean el lastre que me mantiene en tierra, que frena mi levitación: después de todo, una disolución del cuerpo en el espacio, hacia un cielo fértil o imaginario, lugar donde habita Dios, y la abuelita y a donde se van los perros y a donde se fue el gato. El cielo, eso que ya sabemos: el lugar donde les dicen a los niños que están los muertos.

Allí irán si los suelto.

Entonces los duelo. Los llevo conmigo a todas partes por que no sé adónde estoy si me los dejo, toda la noche despierto, porque dormir es morir un poco y ellos son testigos de que yo soy el que los velo.

En esto creo...

"Nunca olvides las reglas. Las propias...
En gente como nosotros, es lo único a lo que acogerse cuando todo se va al carajo."

Arturo Pérez-Reverte

Ñam

Morder es un acto reflejo. Una fatalidad. Inadvertidamente, te llevás la cosa, ni muy rígida ni muy plástica, a la boca y con los dientes violentás su límite elástico. Pum: deformada. Al principio, son unas pocas marcas, pero, con la repetición, ese extremo (porque la cosa tiene extremos y por lo general mordés siempre el mismo) se va achatando, convertido en una superficie nudosa. La mugre comienza a instalarse entre los pliegues, tal vez algún minúsculo jirón se levanta y despega, y la superficie, al principio lisa, se transforma en algo arrugado y sutilmente peludo. En los casos más extremos de deformación por masticación, se pierde la función.

Come on.

Mordedores obsesivos, manojos de ansiedad, alteran la forma cónica inicial a tal punto que la capacidad del objeto de contener, cobijar y proteger, para la cual fue concebido, se pierde. El destino es el extravío. Estas piezas menores (apenas de la longitud de un par de falanges, y de una circunferencia máxima de unos siete u ocho milímetros) terminan olvidadas y perdidas. La verdad es que esto suele pasarles aún cuando la masticación no las deforme: son, en definitiva, accesorias, superfluas. Pertenecen a un especie variopinta que acompaña a otros objetos de utilidad más evidente. Por lo general son blancas. Al menos, son blancas aquellas que por lo general se mastican. Pero las hay negras, verdes, rojas o azules, todas susceptibles de masticación. Como dijimos, su forma es cónica, o mas bien ojival. Sí, son más bien ojivas huecas destinadas a abrigar en su interior el extremo de su objeto acompañante. Poseen además una especie de apéndice con forma de agujeta que prolonga su silueta a partir de la base. La función primaria de esta agujeta es permitir al objeto y su acompañante permanecer asidos a bordes delgados tales como bolsillos o tapas de libros. No obstante su función prevista por diseño, estas agujetas pueden emplearse para producir un sonido ligeramente latoso y chasqueante, como el de un resorte o muelle, aunque de volumen y calidad insignificantes para fines musicales. El juego de chasquear esta agujeta puede, perfectamente, acabar en rotura, por lo que es frecuente que la mutilación sea un paso previo al descarte.

Así, percutidas, mordidas, deformadas o mutiladas, estas piezas cumplen un ciclo de vida que va desde la irrelevancia al ovido.

Días que cambiaron al mundo

Nuestro hombre tuvo una idea. Pensó que sería muy provechosa, que lo haría rico y que cambiaría el mundo. Sin embargo, no podía plasmar sus fantasías sin ayuda. Buscó socios. Los encontró. Comenzaron el desarrollo y les fue bien, la idea funcionó. Muchos otros hombres, por todo el orbe, reclamaron haber tenido la misma idea o haber pensado sus bases. Eso no cambió nada: nuestro hombre y sus socios siguieron adelante, lograron seducir a los más ricos, a los poderosos, y se posicionaron como líderes en un nicho nuevo y prometedor. No obstante, a nuestro hombre no le fue tan bien con sus socios. Lo hicieron a un lado y se quedaron con la empresa. Terminaron los proyectos, mejoraron los desarrollos, expandieron la obra y nuestro hombre, al final, como no puede ser de otro modo, se murió gozando del reconocimiento de los ricos y poderosos.

¿Jobs? ¿Qué Jobs?

Yo estoy hablando de Johannes Gutenberg y su socios, Peter Schöffer y Johann Fust.

Nubes y viento en el horizonte

“Siempre habrá vasos vacíos...”
LFC.

Berenice tomó de un sorbo su trago y se recostó. Noel se acercó y le tocó el hombro. Berenice se sobresaltó, no mucho, un momento fugaz. Estaba muy en lo suyo, concentrada en el sol, o en el viento, en cualquier cosa, menos en Noel, imperceptible para ella, perdido, lejano, como en otro mundo.

-Te perdiste -dijo Noel.

-Si, perdón -dijo Berenice, sin convicción.

-Pero te encontré...

Ella siguió con la vista en el horizonte. Noel no supo qué hacer con ese silencio obstinado, duro y definitivo.

-Traje otro trago -dijo Noel.

-¿Y?

-¿Querés? -insitió él.

-No.

Noel no supo cómo seguir. Dudó, y al fin se sentó en el suelo, junto a Berenice, sobre la arena húmeda, viejísima, un vaso en cada mano. Miró la arena, buscó en ella alguna señal. Luego, miró el horizonte, hacia donde miraba Berenice. No vio lo mismo, seguramente. Sólo nubes. Y horizonte. Puto horizonte. Homogéneo horizonte. Liso e infinito horizonte.

-¿Qué ves? -dijo.

-No mucho -contestó ella, impasible.

-Nubes, veo yo. Vienen del sur.

-Si, hay nubes -admitió Berenice.

-Y viento. Bueno, el viento no se ve, pero se siente.

-No me jode. El viento, digo, no me jode.

Los ojos de Noel volvieron al suelo. Quedaron en silencio. Enorme y liso silencio, como el horizonte.

-Me voy -dijo Noel.

-Al fin -dijo Berenice.

Y el sol tibio, y el viento que no jode y el vaso vacío.

Semana de la economía alternativa en Cuenca




Desde acampadacuenca, se decide llevar a cabo semanas temáticas para informar a la población sobre la situación sociopolítica actual. Una de ellas fue la Semana de la Economía Alternativa.




La Semana por la Economía Alternativa en Cuenca, constó de tres actividades importantes:
  1. Charla informativa y coloquio sobre economía global a cargo de Attac Castilla-La Mancha.
  2. Cine forum, proyectando el documental "Vivir sin dinero"
  3. Taller de economía solidaria en el que se establecería el grupo semilla del futuro colectivo EA Cuenca. Grupo de intercambio local con moneda complementaria.
Dentro de esa semana, se planteó una charla sobre economía a cargo de Attac Castilla-La Mancha, con una intención informativa y para sentar las bases que generasen un grupo Attac en Cuenca. 


Hay que decir que Attac, es un movimiento independiente que pide la implantación del impuesto Robin Hood, tambien concido como Tasa Tobin o Impuesto a las Transaciones Financieras (ITF). El colectivo se autofinancia y se propone llevar a cabo una triple tarea:
  1. Educación popular
  2. Influir democráticamente con sus aportaciones en los movimientos sociales y organizaciones políticas y sindicales.
  3. Movilización social.

En esta charla, conocimos mejor su trabajo y los entresijos de la macroeconomía. 


En cuanto al taller de economía solidaria, en el que participamos unas 20 personas. 

El taller consistió en un simulacro de lo que implica pertenecer a un grupo de intercambio local con moneda complementaria. Cada uno de los participantes ofrecía al resto sus servicios o productos, algo que creyese interesante para el resto y que hiciese gratuitamente con gusto.  En este primer taller, se dejaron ver la riqueza de una comunidad que está dispuesta a ayudarse entre sí, sin dinero de por medio. Ese día se gestó el grupo inicial que daría vida al hoy llamado EA Cuenca.