extranjera

A veces me siento extranjera en mi propia vida. Turista de tercera, visitante anónima, medio curiosa, medio cansada. Sentada sobre las escalinatas frías de algún templo, observando cómo pasan delante de mí grupos de italianos ruidosos y japoneses en silencio. Mientras paseo sigo esperando que el presente, cada minuto nuevo, se desembale solo del papel de regalo en el que viene envuelto. A veces demasiado grande como para que haya hueco en mi maleta y, a veces, demasiado pequeño para encontrarlo luego en mi viaje de regreso.