En esta tarde gris...


Música melancólica. Es que no hay vuelta de hoja: la idea de "tarde gris", de "día gris", me resulta una barrera infranqueable. Quiero decir: un tópico insuperable, un lugar común. Y a su vez esta noción de "lugar común" supone cierta carga peyorativa. "Era un texto plagado de lugares comunes" es un sentencia que pretende defenestrar el texto en cuestión. Sin embargo... Busco un mapa meteorológico1 y lo compruebo: toda la cuenca del Plata está bajo las nubes. Es decir, varios millones de rioplatenses habitamos hoy un lugar que cabe en la expresión "día gris". Y yo, entre esos millones, los días grises, lugar común, me pongo casi automáticamente melancólico. No sé, me imagino que en algún lugar de mi cuerpo se aloja una especie de glándula secretora de clorofila cuyo funcionamiento se resiente ante la falta de sol. Como con la reducción de las endorfinas, la ausencia de esa secreción me libra a un estado de abulia, pierdo la fe en la acción y quisiera, no sé si unos meses, como decía Girondo, pero al menos sí por todo el tiempo que dure el meteoro, vivir adentro de una piedra.