Convesación de Bus

Hoy mientras viajaba en el bus, tuve (no sé si mala o buena) suerte de sentarme delante de dos muchachas menores a mí que conversaban de sus vidas, problemas y demás. Y eso es lo malo de tener siempre las orejas en ON, que cómo no tenía ni iPod ni nada para contrarestar la excelente música a la que la mayoría de los señores buseros son aficionados, acabé escuchando su conversación. Me impactó el hecho de que la chica que contaba sus desventuras fuese casi una niña, con certeza recién llegaba a la mayoría de edad. Porque no me compete, y no es de incumbencia de nadie, no entraré en detalles. Lo resumo con un proverbio chino: La más breve existencia cuenta siglos de sufrimientos.

No quise seguir escuchando, y fue difícil, pero el resto del viaje me puse a desvariar y a pensar en que como género, nosotros, los homo sapiens sapiens, a pesar de nuestro desarrollo y éxito como especie, a final de cuentas somos un revés total para la naturaleza.

Somos capaces de causar dolor a nuestros semejantes, a veces por puro placer y otras por pura venganza. Podemos dañar a nuestros seres más cercanos y no levantar ni una ceja.
Y como raza somos de los peores azotes que han pisado la Tierra. No contentos con matarnos a nosotros mismos lentamente, vamos dejando un reguero de daños al ecosistema planetario que tarde o temprano terminará con la vida de otros mamíferos (vean lo que hacemos con aquellos que habitan el Polo Norte: belugas, narvales y osos polares), otros animales y plantas.

Cuando me suceden episodios como el que viví hoy en la tarde me pregunto si realmente vale la pena para el mundo, o Gaia o como quieran llamarle, que sigamos perpetuándonos sobre él. A veces me pregunto si somos dignos de semejante honor.