Araca lo' ninja

Me gustan las mezclas, los desplazamientos, los mestizajes, las soluciones impuras. Me hablan de inquietud, de insatisfacción y de búsqueda. Me dan una idea de eso que algunos llaman “deseo”.

Lo de estos chabones, la verdad, después de escuchar tres o cuatro temas, me decepcionó. Se me fueron presentando cada vez más como una mezcla rara entre Kenny G y Joe Satriani, pero en pilcha samurai (creo que el principal problema es que, si su oído japonés se nutre de una tradición milenaria, su oído rockero atrasa por lo menos diez años; en fin).

Aún así, esto es propiamente una maza:



El coso este se llama Shamisen, vine a enterarme. Es el mismo coso que toca el japonés que hace de japonés en el video de Playing for change que puse hace un par de posts (y me refiero al japonés, no a la japonesa, que toca el tiki taka). Es lo que suena para enjaponesar Shima Uta en la versión de Alfredo Casero. Por cierto, es lo que toca el autor de Shima Uta.

El delicado arte de la sanata

Hablando de Palo Pandolfo:



Qué gran sanatero, este Palo.

Una que sepamos todos

Elogio del pastiche y del sincretismo

El contexto lo brinda una de estas nobles iniciativas primermundianas que logran extraer valor de la miseria de los otros, lo que no está necesariamente mal. La posibilidad la crea una tecnología que no por incorporada desde hace ya bastante deja de maravillarme. El resultado son cosas como esta:



o esta:



Entonces, reflexiones superficiales:

x) El reggae como “lengua vehicular”. El reggae como lugar común donde todo y cualquier cosa puede desplegarse. Cómodamente.

3) La idiosincrasia como una cuestión de tratamiento armónico: en el video Groove in G, cada músico, como estila decirse, “interviene” la base en sol apelando al peculiar repertorio armónico del género que domina o que le es, digámoslo así, natural. Y el resultado funciona.

b) Una historia de sincretismo (en la cual los Beatles son condición necesaria) que nos trae a un presente donde nuestros oídos son capaces de admitir estas combinaciones: una misma pieza donde se reúnen las escalas y los timbres del flamenco, del blues, de tales o cuales músicas asiáticas o africanas cuyos nombres desconozco.

///) La magia de estas tecnologías de la ausencia, capaces de crear la ilusión de que variados sonidos acontecen en un mismo “espacio acústico”.

j) El “espacio acústico” como territorio utópico donde es posible la reunión de variadas telepresencias.

VI) El “tempo” de la música, como ficción desvinculada del “aquí y ahora” del músico. Nada nuevo: la música se graba en “sesiones” desde hace ya medio siglo, si lo piensan. Casi toda la música que escuchamos no supone que los músicos que la tocaron hayan estado juntos jamás.

7) El montaje como énfasis de todas estas ficciones. El montaje y la edición como apoteosis de la idea frank-zappiana de “composer”.

XIX) La escala humana. “Bono. Dublin, Ireland”. Aún encerrado en un bunker (contraste respecto de las locaciones exteriores de los demás músicos que algo nos dice), aún cumpliendo su papel de “endorser”, el tal Bono se me antoja aquí devuelto a la escala humana, un tipo cantando, como los otros tipos, tocando. Algo que ya he dicho por aquí: la música como algo que hace gente.

//) La afinación temperada occidental como hegemonía.

omega) Otras reflexiones no mencionadas aquí.


Más Playing (que puede entenderse como "tocando", pero también como "jugando") for Change.

La estupidez (propia) es (la más) insondable

-Disculpe, señor, ¿ésta qué estación es?

-No venía mirando, pero debe ser Hudson...

Mirá que hay que ser pelotudo. ¿En qué cabeza cabe responder esa pregunta empleando para la palabra "hudson" una sin dudas inexacta pero en todo caso aceptable pronunciación inglesa? Qué boludo. Si en ese momento el Sur hubiera decidido ejercer su legendaria justicia arrojando a mis manos un cuchillo, habría tenido el puntazo bien merecido por nabo y por fifí.

Y no era la primera vez. "Sí, el otro día anduve por Hurlingham", te dije, ¿te acordás? "Se dice Úrlingan", me corregiste, un poco maternal y como abarajando la desgracia. Y eso que había pronunciado la "u" como tal y la "h" como una jota carrasposa. Pero no hay caso.

-Lo que pasa es que yo vivo en Jaedo-. El chiste, repetido hasta el cansancio, de un amigo de mi viejo...

Honner cumple, Medeski dignifica

Érase una vez una reunión de músicos. Había entre ellos violinistas, pianistas, guitarristas, saxofonistas. Habíase admitido no hace mucho incluso bajistas. A uno alguien le preguntó:

-Y vos, qué tocás.

-La melódica- dijo, sin que un pelo se le moviera y provocando un amplio despliegue de miradas de desprecio y conmiseración.

-Pero soy John Medeski, bolú.



("Honner", y usted no tiene por qué saberlo, es, o al menos fue hasta hace unos años, un fabricante muy popular de instrumentos "menores", esos mas bien destinados a introducir párvulos en el ejercicio de la música, tales como armónicas, melódicas y flautas dulces. Ignoro qué habrá hecho con ellos la competencia china, también omnipresente en el mercado de los instrumentos musicales. Ignoro también si la melódica que toca Medeski en este video es de ese fabricante. Su nombre aparece aquí porque tiene dos sílabas, como tiene tres el apellido "Medeski". El metro y el ritmo de la frase del título queda así salvaguardado).

Pura sangre

Más los escucho, más me gustan. Estos muchachos me sacan el moño. Tienen esa cosa, esa furia desprolija, ese tono muscular, ese nervio, ese componente paramusical que sin embargo es tan sonoro, que me gusta adscribir a cierto jazz de hace unos años, a cierto rock de hace algunos menos.

MM&W me hacen pensar, caprichos de la libre asociación, en aquellos gatos jazzeros que imaginó el mojigato (valga el retruécano) Walt Disney, aquellos que cantaban "todos quieren, todos quieren, todos quieren ser un gato jazz"...



(De paso, un nuevo aporte a la exploración comunitaria del universo del "cover": el tema -o lo que queda de él- es de Hendrix)