El poeta árabe Adonis



El poeta Adonis es uno de los eternos candidatos al Premio Nobel de Literatura. Es un hombre bajito, moreno, de pelo rizado y ensortijado y maneras lentas y suaves. Nos encontramos en el patio andaluz del hotel Conquistador de Córdoba, antes de que él de una charla sobre poesía en un mercado de abastos de la ciudad. Es la estrella de este año de Cosmopoética, un festival en el que cada año en esta ciudad se reúnen poetas de todos los países, edades y estilos. Desde el Nobel Derek Walcott, a Juan Gelman o Mark Strand
"La poesía española es la más importante de Europa y del resto del mundo"
¿Cómo era su vida en Siria?
En verdad... en verdad no he vivido en mi pueblo natal. Me marché de mi pueblo cuando tenía 13 años, así que ahora intento conocer ese pueblo con mis recuerdos, así, con mis recuerdos, como una parte esencial de mi vida en ese pueblo... Lo que siento ahora es que no he tenido una infancia, que no he conocido la infancia. Nací como un hombre adulto, es decir, directamente en el campo, directamente con los árboles, en contacto directo con la montaña... Formando parte de la naturaleza, así que no he vivido nunca una infancia como cualquier persona, en una ciudad o en un pueblo de hoy en día. Es decir, que formaba parte de la naturaleza, y quizá eso me haya dado... me haya abierto con más nitidez el espacio de la escritura poética.
¿Por qué y cuándo empezó usted a utilizar el pseudónimo de Adonis?
Cuando tenía 14 ó 15 años escribía textos y se los enviaba a periódicos y revistas de la época, pero ningún periódico ni ninguna revista publicaba ninguno de esos textos, así que me enfadé con aquellas revistas, y un día, por casualidad, leí en un periódico la leyenda de Adonis, leí como había sido amado por Istar, cómo un día había ido al bosque a cazar, y cómo lo había sorprendido un jabalí, que terminó matándolo. Y cómo después su sangre se convirtió en una flor, en la anémona, que todo el mundo conoce. En el Líbano, de donde soy, tenemos el río Adonis, todo los años el agua de ese río se vuelve roja, sin duda roja porque la tierra es roja. Y todo eso a mí me ha... me impresionó y me tocó muy a fondo esa leyenda, pensé que aquellas revistas y aquellos periódicos eran los jabalíes que intentaban matarme y de ahí el psuedónimo Adonis, como homenaja a Adonis. Y efectivamente escribí textos firmados como Adonis, y todo el mundo me publicó como Adonis. Y así fue como me convertí en Adonis y cómo todo el mundo me conoce con ese pseudónimo. Esa es la anécdota de este nombre.
¿Qué tipo de poesía le interesa? 
Sin duda me interesa la poesía en general. Pero creo que la poesía no existe sólo en los poemas tradicionales, sino que la poesía existe en el amor, en la amistad, en la vida cotidiana, en la naturaleza... Nuestro mundo imaginario es un mundo poético. Lo que me interesa en la poesía, o los poetas que más me interesan, son los que intentan crear siempre nuevas imágenes del mundo. Es decir, los que intentan ir más allá de lo que vemos. Y los demás poetas que intentan únicamente permanecer delante de este mundo, hablando de él, haciendo reproducciones de él, los que se quedan en la descripción, esos me interesan menos. Los que me interesan son quienes intentan crear una nueva imagen del mundo, es decir, quienes intentan cambiar el mundo y crear otro mundo más grande, más humano, etc. Y en ese sentido veo... creo que estoy del lado de Rimbaud, más bien.
¿Hay algun poeta español que le interesa en ese sentido?
Me interesa la poesía española porque me parece la poesía más importante de Europa y de todo el mundo, así de claro. Pero conozco... debo decir dos cosas: debemos conocer la poesía en su lengua materna, y por desgracia no conozco la lengua española. Conozco esa poesía a través de la traducción francesa, y creo que la poesía pierde mucho con la traducción. Dicho esto, creo que la poesía española que he conocido en su traduccción francesa es una poesía muy grande. Podría mencionar por ejemplo a Lorca, nombrar a... Jorgue Guillén, no sé si pronuncio bien los nombres... también a otros... No me gustan los grandes clásicos.. ¿Sabe? Por desgracia, por desgracia siempre me olvido de los nombres, pero quien me gusta de verdad es Lorca. Lorca es mi preferido de todos los poetas que he leído traducidos. Y me disculpo de verdad porque no conozco la poesía española moderna. Sí conozco poetas, pero no su poesía, por desgracia.
En España, parece que los lectores españoles tienen miedo de la poesía y los jovenes no creen estar preparados para leerla. Se da por hecho que la poesía es muy difícil de comprender. ¿Qué razones podemos buscar para explicarlo?
En este mundo no hay nada fácil. El amor mismo no es fácil, la amistad no es fácil... ¿Por qué buscar la facilidad? Al contrario, las cosas esenciales hay que trabajarlas, tienen que costar para conseguir entenderlas. No podemos comprender una flor, una rosa delante de nosotros no es facil de comprender, aunque la tengamos delante. Es decir, todo lo que es esencial en el mundo es difícil, no fácil. Lo que es fácil es la política, las transacciones, el comercio... eso es fácil. Incluso Dios cuando habla a la gente en sus libros sagrados, considerados fáciles, tampoco es fácil. Así que lo esencial en la poesía, según yo la entiendo, es que el poeta intente hacer fluir del lector otro creador. Así que, para mí, los lectores deben ser también creadores. Son ellos quienes crean los poemas. No son simples consumidores. No. El lector también es un creador, así que es muy bueno que las cosas sean difíciles.
Nos gustaría que nos describiera el lugar en el que usted escribe. Si tiene luz, ventanas... si en su mesa tiene ordenador, si escribe a mano, si escucha música mientras escribe... qué tipo de necesidades o qué rituales sigue.
Lo primero es que no tengo un hábito de escribir. Y en segundo lugar, nunca he escrito un poema sentado en una mesa. Jamás. He escrito soñando, caminando, viajando, y después me he sentado y he dado la última forma a lo que he escrito, ya detrás de una mesa. Pero me voy a mi casa a escribir, y siempre escucho música clásica, fumo de vez en cuando y... leo. Nunca escribo poesía en una mesa, jamás, jamás. Pero después de escribir el poema, como he dicho, la última estructura, la última forma, sí que se la doy detrás de una mesa. Y me encanta la luz, me encanta. No me gusta estar a oscuras cuando escribo ni cuando leo, e intento transformar todo en mi oficina en algo natural, nada organizado... no. Todo es natural en mi oficina. Periódicos y libros por el suelo, un cierto desorden... No es buscado, sino que es así, natural.
¿Qué relación tiene usted con los libros como objeto? ¿Es usted coleccionista o fetichista con los libros?
Bueno, me he olvidado de decir que no utilizo el ordenador. No utilizo el e-mail, ni internet, jamás. Lo he intentado, pero me he dado cuenta de hay que invertir mucho tiempo del que no dispongo, así que lo he dejado y ahora escribo siempre a mano. En cuanto a los libros... hablando de los libros, me encanta leer libros, pero no leer en una pantalla, eso nunca. Un libro es una encarnación de un imaginario. Un libro es un objeto que evoca no sólo la vida cotidiana o el aspecto técnico, sino que evoca o encarna lo que ha imaginado el escritor, así que es una simbiosis, un lugar de encuentro entre la naturaleza, el ser humano y la imaginación, así que debe ser algo muy bonito. Un libro que no sea bonito... me parece que es una especie de desprecio a la poesía, al mundo, a la vida... Así que un libro debe ser un objeto precioso. Si no, nunca hay que tocarlo.
¿Cree que la poesía tiene fronteras, y en ese caso, que es posible traspasarlas?
En nuestro mundo moderno hay que dejar atrás la concepción clásica de la poesía. La poesía por definición es aquella que no tiene fronteras, así que todo el mundo está abierto a la poesía, incluso la ciencia, la técinca.... Todo: la geografía, la historia, la filosofía, la física... El mundo está también más allá, y esa es la relación extraordinaria que mantiene la vida moderna. La vida moderna, la modernidad, ha abierto todas las fronteras a la poesía, así que la poesía está más allá de todas las fronteras.
Después nos hicimos fotos, me dedicó su libro en árabe y en francés, y nos fuimos de cañas.

Reloj 'constructivista' que da la hora a tiempo real y...


En esta página puedes consultar la hora en tiempo real, de distintas ciudades de la Unión Soviética. Además, podrás comprobar lo 'trabajoso' que resulta el paso del tiempo. 


Vía: @ciudadfutura

exposición 'Gangas verdaderas' de el Sr. García








Espacio 8
C/ Santa Ana 8 local 28005 Madrid. 
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www.espacio8.es

75 años de la muerte de Gramsci



Ayer se cumplieron 75 años de la muerte de Antonio Gramsci

Intelectual y activista político italiano, fue fundador del Partido Comunista. Estudió en la Universidad de Turín, donde recibió la influencia intelectual de Croce y de los socialistas.
En 1913 se afilió al Partido Socialista Italiano, convirtiéndose en seguida en dirigente de su ala izquierda: tras haber trabajado en varias publicaciones periódicas del partido, fundó, junto con Togliatti y Terracini, la revista Ordine nuovo (1919).

Ante la disyuntiva planteada a los socialistas de todo el mundo por el curso que tomaba la Revolución Rusa, Gramsci optó por adherirse a la línea comunista y, en el Congreso de Livorno(1921), se escindió con el grupo que fundó el Partido Comunista Italiano. Perteneció desde el principio al Comité Central del nuevo partido, al que también representó en Moscú en el seno de la Tercera Internacional (1922), dotó de un órgano de prensa oficial (L’Unità, 1924) y representó como diputado (1924). Fue miembro de la Ejecutiva de la Internacional Comunista, cuya ortodoxia bolchevique defendió en Italia al expulsar del partido al grupo ultraizquierdista de Bordiga, acusándole de «trotskismo» (1926).
En seguida hubo de pasar a la clandestinidad, dado que desde 1922 Italia estaba bajo el poder de Mussolini, que ejercería a partir de 1925 una férrea dictadura fascista. Gramsci fue detenido en 1926 y pasó el resto de su vida en prisión, sometido a vejaciones y malos tratos, que vinieron a añadirse a su tuberculosis para hacerle la vida en la cárcel extremadamente difícil. Acusado de actividad conspirativa, instigación a la guerra civil, apología de rato e incitación al odio de clase, es condenado el 4 de junio de 1928 a veinte años, cuatro meses y cinco días de prisión, y el 19 de julio es trasladado a la cárcel de Turín. Allí, el mismo médico llegó a decirle que su misión como médico fascista no era precisamente mantenerlo con vida. 
El 8 de febrero de 1929 obtiene por fin todo el material necesario para ponerse a escribir, y comienza, Los cuadernos de la cárcel, que se pueden leer aquí en su versión en inglés, y aquí están los 6 tomos en castellanoFinalmente, murió de una congestión cerebral.

En esta página, creada por la Cátedra Antonio Gramsci del Partido Comunista Argentino, se han ido recopilando muchos de sus textos, que se encuentran disponibles en el "índice general", además de muchos otros, como las obras de Marx.  


Y para terminar, en este archivo marxista online también han recogido muchos de sus trabajos, que se pueden leer en nuestro idioma. 

Fuentes: @lsmntr, biografías y vidas, gramsci, y otras. 

Esta vez...

"He estado sentada mirando pasar la vida desde el margen.
Esperando por un sueño que se filtre en mi persiana.
Preguntándome qué podría suceder si dejo todo esto atrás.
¿Estaría el viento a mis espaldas?
¿Podría sacarte de mi mente...
esta vez?"



Siempre digo que son momentos de debilidad, 
pero en realidad son momentos en que dejo 
de esforzarme para estar bien, 
y acepto las cosas como son. 
Difíciles, tristes. 
Todos tenemos límites, 
y es agotador intentar e intentar. 
No me reprocho mi tristeza. 
Soy humana, lo acepto, lo vivo y lo sufro. 
Y sigo adelante.

William Burroughs leyendo su novela 'Junky'

Documental: Jorge Luis Borges, The mirror


Jorge Luis Borges, the mirror from Ana Valdes on Vimeo.

¿Por qué huelen los libros viejos?

Nabokov comentando las portadas de Lolita



Para el que no hable inglés, Nabokov enseña todas las distintas ediciones de Lolita en distintos idiomas. Primero saca una que no parece estar muy convencido de en qué idioma es, hasta que confirma que es turca. Entonces empieza a reírse de la portada. "No sé quién de los dos es más mayor", dice señalando la ilustración. A continuación busca una que afirma ser de sus favoritas, una edición en francés. Después enseña una edición alemana "que también es muy bonita", luego "una edición italiana muy atractiva", y para terminar, muestra una "preciosa edición holandesa. Maravillosamente hecha". 


"Absolutely charming, dutch". 


Vía My Own Private Book Club

Bruno Galindo



¿Escribes siempre en el mismo lugar?


Escribo siempre en el mismo lugar: es un tablero de contrachapado de 1.80 por 65 sostenido por dos borriquetas. A la derecha tengo una ventana que da a un típico tejado del centro de Madrid. A la izquierda tengo una biblioteca formada por tres estanterías. De frente tengo una pared con fotos (Cesare Pavese, Steve McQueen, Klaus Kinski), recortes y algún cuadro pequeño, y un corcho lleno de notas y recordatorios de asuntos prioritarios. Corrijo mis malas posiciones y el exceso de horas en mi puesto sentado en una silla ergonómica un poco absurda. Casi siempre tengo una tetera cerca y una impresora que funciona a golpes.

¿Escuchas música mientras escribes? 

Más bien escucho música en las pausas. Escucho de todo. He trabajado durante años como periodista musical, por lo que tengo la casa llena de discos y CDs. Mi selección cambia bastante a menudo. En el momento de esta entrevista suelo escuchar a Killing Joke, Scott Walker, Pulp, Brianjonestown Massacre, Godspeed You Black Emperor, Ronettes, Johnny Cash… Spotify es una gran opción; hace poco estuve días con un playlist automático de Brian Eno.

¿Sueles llevar un horario estricto? 

Trato de reservarme la tarde o la mañana entera para escribir y/o leer, utilizando la otra mitad del día para cumplir con encargos laborales. No tengo problema con las distintas franjas del día: por la mañana estás muy fresco, por la noche hay menos molestias. No soy muy disciplinado y tengo problemas de dispersión (soy un freelance precario y pluriempleado, y casi siempre estoy haciendo algo que no me gusta demasiado). Paso buena parte del día frente al ordenador y añoro la época en que no era así. Me permito cierta procrastinación. Y tengo ratos de concentración gracias a una potente variedad de té verde del que procuro siempre tener existencias.

¿Utilizas cuadernos para tomar notas o lo haces todo a ordenador? 

Cuadernos. Siempre tengo al menos uno encima. También hay uno junto a mi cama por la noche. Uso moleskines o libretas de ese tipo. No debe ser necesariamente esa marca, aunque sí procuro utilizar ese modelo de libreta-dura-con-goma. Utilizo muchos cuadernos y los maltrato bastante. Para romper la rutina últimamente escribo transversalmente en vez de arriba abajo. Siempre pongo la fecha a las notas. Y periódicamente las paso a limpio en un documento word titulados “resumen”, “moleskineo”, “notas 2012” o así. Ahí limpio, agrupo, hago resúmenes y veo qué me interesa realmente de lo que estoy anotando.

Cuando estás muy metido en la escritura de un libro, ¿te cuidas a la hora de elegir las lecturas para que no te influyan?

Me cuido bastante con lo que leo y, al revés de lo que dices, busco cosas que sí me influyan. Ojo: el buen influjo que busco son cosas no evidentes. Por ejemplo me interesa un libro bien construido, que tenga una arquitectura interesante. Si me interesa mucho lo disecciono: me fijo en cómo está escrito, qué estructura sigue. No me interesa una historia similar a alguna que yo pueda tener en la cabeza: de eso sí me cuido mucho.

¿Hay algo concreto que no puedas/debas hacer mientras escribes? 

Me gusta estar solo, no salir y hablar poco, lo que a veces trae problemas con personas cercanas. Odio tener que explicar cosas cuando estoy concentrado.

¿Tienes lecturas de descanso? 

En esos casos me gustan los libros concebidos sin intención literaria: manuales, libros técnicos de ciencia o química, directorios… Me gusta ojear cosas que no entiendo. A veces estás cansado, con poca concentración o con la vista cansada y lees algo incorrectamente. Alguna que otra vez sacas una idea interesante y original de esos malentendidos.

¿Cómo es tu biblioteca personal?
Tengo tres grandes estanterías que me construyó mi padre en la época pre-Ikea y que me llevan acompañando casi veinte años. En ellas están colocados los libros siguiendo un orden de preferencia personal de arriba a abajo y de izquierda a derecha. En situación preterente están Mario Bellatin, Juan Filloy, Fogwill, Perec, Blaise Cendrars, Raymond Roussell, Ballard, Artaud, Celine, Gombrowicz, Houellebecq, Goethe… Nunca he ordenado los libros por colección o editorial; me espanta ese hábito. Reconozco los libros desde lejos por el lomo: llevo muchos años con algunos de esos favoritos. En realidad me gusta que la biblioteca esté algo desordenada. Coloco pequeños objetos en los pequeños espacios que dejan los libros en las estanterías. Una vez cada año o dos años quito todos los libros y los vuelvo a colocar siguiendo el “ranking” de ese momento.

¿Eres fetichista con el libro como objeto? 

Sí lo soy. Y esa pasión por el libro me divide. Me fastidia, en cierto modo, que los libros sean tan importantes para mí: si no los tuviera, mis mudanzas -que son frecuentes- serían menos traumáticas. Por un lado pienso que viviría en absoluta libertad si no tuviera libros, por otro, siento que mi vida sería más triste sin libros en casa. Asocio -esto es triste- la posesión de libros con cierta holgura económica que te permite vivir en un espacio más o menos amplio. Si tuviera una casa comprada acumularía más libros.

¿Qué casa de escritor te hubiera gustado visitar o has visitado y te ha fascinado?

Cualquier piso de Henry Miller en París. La casa de Burroughs en Tánger. La de Bukowski. La de Truman Capote. La verdad es que me caen mejor los escritores bohemios, promiscuos y un poco desastrosos a los ricos, bien educados y acomodados. Una de las casas de escritor más alucinantes que he visitado es la de Pablo Neruda -autor que me interesa poco- en Valparaíso, Chile. Por cierto, feliz coincidencia: contesto este cuestionario desde la maravillosa casona de Robert Graves en Deia, Mallorca, donde me han dejado pasar unos días felices de lectura, escritura, buena gastronomía y paseos.

¿Te molesta que se doblen las páginas, que se arrugue el lomo al abrirlo demasiado, subrayas, anotas en sus páginas…?

No suelo subrayar los libros, aunque no me molesta ese hábito. Si el libro es nuevo, no me molesta maltratarlo un poco. Me molesta más la gente demasiado cuidadosa con los libros. Lo que me irrita de verdad es esa puñetera manía de forrar los libros. Aprovecho para reivindicar el placer de prestar libros -a quien verdaderamente le va a gustar un libro-, a riesgo de no recuperarlo. Ese rollo de no prestar los libros que tiene tanta gente me parece un poco cutre y avaro. Que sigan su vida, ¿no? (Hablo de libros nuevos, no de libros raros)

¿Tienes algún tesoro en tu biblioteca? 

Sí. Tengo bastantes ediciones raras. Una copia de “The world of sex” con correcciones del puño y letra de Henry Miller, un autor por el que nunca perdí la simpatía aunque reconozco que no ha resistido muy bien el paso del tiempo. También tengo una edición rara, numerada y firmada, de “Atrocity exhibition” de J. G. Ballard. Y libros dedicados de gente muy distinta: Bioy Casares, Günter Grass, Sam Shepard… También guardo cartas muy queridas que intercambié con Ryszard Kapuscinski poco antes de morir.

¿Tienes algún rincón especial en tu casa para leer? 

Es una pena, pero no tengo ningún rincón de mi casa particularmente cómodo para leer. Prefiero leer en casa de otra gente, en un bar… Los aviones me parecen grandes lugares para leer; eliminan el vicio del móvil. También me gustan mucho los trenes. Los cementerios también están bien.

¿Lees poesía? 

Sí. Puedo leerla en cualquier parte.

¿Sueles acudir a bibliotecas?

No. Nunca.

¿Me podrías hacer un canon de libros?

¿Un canon, un modelo perfecto? Hm. Me gustan las obras algo excéntricas, como Rousell. Me gustan los autores heterodoxos, como Bellatin o Perec. Confieso mi preferencia tradicional por los autores extranjeros -esto quizá es algo injusto- y por el siglo XX. Muchos de mis favoritos están muertos; confieso -también sin demasiado orgullo- que dos de cada tres libros que compro son de escritores que ya no están. ¿Debiera haber más mujeres en mi biblioteca? Sin duda.

¿Hay algún clásico con el que, por alguna razón, no hayas podido?

Hace 15 años dejé “En busca del tiempo perdido” en el séptimo y último volumen. Pero creo que fue por pena de que se acabara. Lo retomaré en cualquier momento.

¿Qué clásico que sabes que vas a disfrutar no has leído aún?

Ulises.
También leeré clásicos de la antigua Grecia dentro de algunos años.

¿Hay algún tipo de libros que nunca leerías?

Libros sobre la monarquía española, Franco, la transición… Estos otros sobre la 2ª Guerra Mundial: estos tipo “Rommel, el zorro del desierto”. Estos libros que ves siempre en las ferias del libro antiguo de Recoletos. Creo que jamás leeré esta clase de obras pero, quién sabe, tal vez el día de mañana estoy escribiendo algo que justifique esas lecturas para documentarme.

¿Cuando viajas escribes?

Es cuando más suelo hacerlo. Suelo viajar para escribir. Viajar te hace salir de lo autoreferencial, característica que suele lastrar al escritor.

¿Te has encontrado alguna vez en un mercadillo o librería de viejo alguno de tus libros? 

Sí. Alguna vez. Me pareció bien. El mercadillo es peor que la librería de viejo; hay algunas que me gustan mucho y donde compro de vez en cuando. No me parece peor estar ahí que en las tiendas de novedades, donde los libros pierden vigencia a gran velocidad.

¿Has coincidido alguna vez con alguien por la calle o en el metro, leyendo uno de tus libros?

No. Me gustaría. Es una fantasía estúpida muy narcisa. Siempre me fijo en qué lee la gente en el metro, casi siempre para descubrir que la gente no se come mucho la cabeza y lee cualquier tontería con letras doradas.

¿Libro en papel o digital? ¿Tienes Kindle o algún tipo de lector electrónico?

Ambos. Papel para ciudad, digital para viajar. Tengo iPad.

Bruno Galindo acaba de publicar El Público en la editorial Lengua de Trapo. En su web puedes encontrar mucha más información.




martes

Hoy he decidido que sigue siendo martes. Ni hablar de que sea miércoles. Para nada. Hoy es martes porque lo digo yo. Porque a mí nadie me dice en qué día vivo. A partir de ahora aquí soy yo la que decide. Y como todo martes, trabajaré hasta las mil, y mi vida será bastante parecida a la de ayer lunes. O martes. Sí, ayer fue martes. Pero hoy también es martes. Y mañana será jueves. El miércoles lo dejaré para el domingo. Que estaré más descansada, y con más ganas de miércoles. O ya veremos. A lo mejor hago puente y convierto el miércoles y jueves en sábado y el viernes lo regalo. O lo vendo. Y me forro vendiendo viernes. Y pongo un puesto en El Rastro y cuando venda mucho me compro meses enteros de sábados y domigos y me paso el día de vacaciones, vendiendo los sábados el domingo en El Rastro.

(1 de abril de 2003)

Carta de Kurt Vonnegut al director de un colegio que prohibió y quemó Matadero 5 en 1973


En Octubre de 1973, Bruce Severy, un profesor de Inglés de 26 años que daba clases en el colegio Drake en North Dakota, decidió usar la novela de Kurt Vonnegut Matadero 5 como herramienta de trabajo. El mes siguiente, el director del colegio, Charles McCarty, obligó a entregar las 32 copias que había y quemarlas en el patio por su "lenguaje obsceno". Pronto, otros libros corrieron la misma suerte.

A continuación, la carta que Kurt Vonnegut escribió al director de ese colegio.  

November 16, 1973

Dear Mr. McCarthy:

I am writing to you in your capacity as chairman of the Drake School Board. I am among those American writers whose books have been destroyed in the now famous furnace of your school.

Certain members of your community have suggested that my work is evil. This is extraordinarily insulting to me. The news from Drake indicates to me that books and writers are very unreal to you people. I am writing this letter to let you know how real I am.

I want you to know, too, that my publisher and I have done absolutely nothing to exploit the disgusting news from Drake. We are not clapping each other on the back, crowing about all the books we will sell because of the news. We have declined to go on television, have written no fiery letters to editorial pages, have granted no lengthy interviews. We are angered and sickened and saddened. And no copies of this letter have been sent to anybody else. You now hold the only copy in your hands. It is a strictly private letter from me to the people of Drake, who have done so much to damage my reputation in the eyes of their children and then in the eyes of the world. Do you have the courage and ordinary decency to show this letter to the people, or will it, too, be consigned to the fires of your furnace?

I gather from what I read in the papers and hear on television that you imagine me, and some other writers, too, as being sort of ratlike people who enjoy making money from poisoning the minds of young people. I am in fact a large, strong person, fifty-one years old, who did a lot of farm work as a boy, who is good with tools. I have raised six children, three my own and three adopted. They have all turned out well. Two of them are farmers. I am a combat infantry veteran from World War II, and hold a Purple Heart. I have earned whatever I own by hard work. I have never been arrested or sued for anything. I am so much trusted with young people and by young people that I have served on the faculties of the University of Iowa, Harvard, and the City College of New York. Every year I receive at least a dozen invitations to be commencement speaker at colleges and high schools. My books are probably more widely used in schools than those of any other living American fiction writer.

If you were to bother to read my books, to behave as educated persons would, you would learn that they are not sexy, and do not argue in favor of wildness of any kind. They beg that people be kinder and more responsible than they often are. It is true that some of the characters speak coarsely. That is because people speak coarsely in real life. Especially soldiers and hardworking men speak coarsely, and even our most sheltered children know that. And we all know, too, that those words really don’t damage children much. They didn’t damage us when we were young. It was evil deeds and lying that hurt us.

After I have said all this, I am sure you are still ready to respond, in effect, “Yes, yes–but it still remains our right and our responsibility to decide what books our children are going to be made to read in our community.” This is surely so. But it is also true that if you exercise that right and fulfill that responsibility in an ignorant, harsh, un-American manner, then people are entitled to call you bad citizens and fools. Even your own children are entitled to call you that.

I read in the newspaper that your community is mystified by the outcry from all over the country about what you have done. Well, you have discovered that Drake is a part of American civilization, and your fellow Americans can’t stand it that you have behaved in such an uncivilized way. Perhaps you will learn from this that books are sacred to free men for very good reasons, and that wars have been fought against nations which hate books and burn them. If you are an American, you must allow all ideas to circulate freely in your community, not merely your own.

If you and your board are now determined to show that you in fact have wisdom and maturity when you exercise your powers over the eduction of your young, then you should acknowledge that it was a rotten lesson you taught young people in a free society when you denounced and then burned books–books you hadn’t even read. You should also resolve to expose your children to all sorts of opinions and information, in order that they will be better equipped to make decisions and to survive.

Again: you have insulted me, and I am a good citizen, and I am very real.

Kurt Vonnegut
Vía: Letters of Note

La foto del día

El speech de William Faulkner cuando recibió el Premio Nobel de Literatura

Crea tu propia biblioteca pública gratuita


Me acabo de enamorar. Little Free Library es la web de un proyecto para promover que la gente coloque pequeñas bibliotecas en el jardín de su casa, para fomentar la lectura entre los vecinos de su comunidad. Puedes encargar el modelo que más te guste. Son todas bastante rudimentarias, de hecho, parecen casas para pájaros, pero yo creo que esa es precisamente la gracia que tienen. 





Desgraciadamente yo no tengo jardín, y ponerla en el balcón sería de lo más absurdo, pero ¡cómo me gustaría tener una! 




En la web puedes incluir la localización de tu biblioteca pública, y ver dónde puedes encontrar otras. La gracia está en que cojas un libro y dejes otro en su lugar. 

El secreto de la felicidad, según Ingrid Bergman

"Tener muy buena salud, y muy mala memoria."

me he casado



Me he liado con un museo de arte contemporáneo. Pero no sé si la cosa va a durar demasiado. Y eso que me vuelven loca sus salas llenas de estructuras extrañas, de cuadros vanguardistas, de vídeos y montajes imposibles... pero en cuanto llega la hora, la gente empieza a salir, y se convierte en un lugar enorme y vacío, con la permanente mirada del vigilante, el eco de mis pasos me da mucho morbo, y me empiezo a excitar tanto, a ponerme tan caliente, que se activa el aire acondicionado, y se me quitan las ganas de desnudarme.

(3 de abril de 2003)

Paloma Bravo


¿Escribes siempre en el mismo lugar?

Mi primera novela la escribí en un ordenador de sobremesa, en un despacho que habíamos montado en casa. Pero ahora no: tengo un portátil y me voy trasladando con él. Mesa, sofá, cama, silla… Intentando siempre colocarme con vistas al cielo, a la luz de fuera, para perder la mirada en algún momento. Y suelo tener algún libro cerca; antes era el diccionario, pero ahora uso la aplicación del iPhone o lo consulto online.

¿Escuchas música mientras escribes?

No escucho música, no. Lo que sí hago es ponérmela antes, según el estado de ánimo con el que vaya a escribir, para potenciarlo. Si estoy punkie, me pongo Iggy Pop (The Passenger); si estoy romántica, me pongo Iggy Pop (Beside you)… Es broma, soy un poco más ecléctica (no mucho más), pero sí que intento intensificar lo que siento, porque así escribo mejor. Igual que me levanto en medio de la sesión y me pongo a escuchar la canción que necesito.

¿Sueles llevar un horario estricto?

Soy indisciplinada por naturaleza. Me desobedezco incluso a mí misma; así que no. Pero también es verdad que ahora, con un blog, una novela, relatos…, acabo escribiendo los fines de semana que mi hija está con su padre, redacto mucho para luego dedicarle sólo lo imprescindible, y eso suele ser cuando el cuerpo me lo pide. Hay noches que me quedo hasta las tres o cuatro de la mañana, y otras que me acuesto en horario infantil.

¿Utilizas cuadernos para tomar notas o lo haces todo a ordenador?

Tomo pocas notas en papel, aunque sí, cuando ya he avanzado en la novela, hago esquemas. En papel reciclado de la oficina, impreso por un lado y que me llevo a casa. Pero sí que tomo muchas notas… en el teléfono. Me las mando por mail a mi cuenta. Es una manía absurda, pero alguna vez que las he tomado en las aplicaciones de Notes siempre se han borrado, y, en cambio, en gmail consigo siempre encontrarlas.

Cuando estás muy metida en la escritura de un libro, ¿te cuidas a la hora de elegir las lecturas para que no te influyan?

Me cuido muchísimo. Cuando estoy escribiendo, leo poca ficción, como mucho, algún librito ligero que me permita desconectar pero que no me afecte. El tono en los libros es como los acentos, se te puede pegar, y yo necesito hablar a mi manera.

¿Hay algo concreto que no puedas/debas hacer mientras escribes? Alguna manía…
Lo que no debería hacer es coger el teléfono, revisar los mails, despistarme… Pero también nací dispersa y ya me he medio resignado. Eso sí, lo que no puedo hacer es probar las emociones fuertes (cabrearme, enamorarme…) porque me arrastran y abandono la escritura.

¿Tienes lecturas de descanso?

No tengo, no. Me cuesta mucho releer libros que me gustan porque no quiero cambiar mi percepción; y tampoco soy de leer libros que no me metan dentro.

¿Cómo es tu biblioteca personal?

He montado una librería chula a base de unir estanterías Billy de Ikea. Son ocho, más la de esquina. Dos paredes de un salón grande, porque tengo muchísimos libros, demasiados. Y todos los he leído: de hecho, los libros sin leer los tengo por otra zona. La tengo ordenada en tres zonas: ficción iberoamericana, otra ficción y varios (cómics, ensayo, poesía…). Las dos primeras están por orden alfabético de autor; la tercera no soy capaz de ordenarla.

¿Eres fetichista con el libro como objeto?

Soy poco fetichista en general. En todo caso, lo soy con algunas frases (las subrayo y luego las olvido, aunque ahora puedo tuitearlas…). Y, también, con los libros que me ha dedicado o regalado alguien a quien quiera. 


¿Qué casa de escritor te hubiera gustado visitar o has visitado y te ha fascinado?

He visto varias. Recuerdo lo pequeñita que era la de Kafka, pero tampoco me importan demasiado: vacías suenan falsas. Me habría gustado tomarme un té con Shakespeare y, ahora, con Philip Roth, me encantaría ver cómo y dónde trabajan.

¿Te molesta que se doblen las páginas, que se arrugue el lomo al abrirlo demasiado, subrayas, anotas en sus páginas…?

A mí lo que me molesta de verdad es que los libros no se abran. Están para usarlos, para leerlos, para vivirlos…

¿Tienes algún tesoro en tu biblioteca?

Poca cosa. Tengo libros firmados por Paul Auster, Antón Castro, Lorenzo Silva… Pero los que más valoro son algunos que me han prestado y nunca he devuelto. Sé que no se hace, que los libros se devuelven, pero me gusta tener y haber leído la misma edición de “El lobo estepario” que leyó mi madre. 

¿Tienes algún rincón especial en tu casa para leer?

Yo leo en cualquier parte, pero más que el lugar, al leer lo que es importante es la postura, postura en sentido amplio. El poder recogerte, mirar hacia dentro, la intimidad (el libro y tú)… Me gusta mucho leer acurrucada, hasta encogida.

¿Lees poesía?

Sí que leo poesía. Me ha costado muchos años empezar a apreciarla porque la poesía no se puede devorar compulsivamente, que es lo que yo he hecho con los libros mientras crecía. En cuanto al espacio físico, me basta cualquiera, pero la poesía sí que me hace parar cada poco, en cada verso que me impone, en cada poema que me impresiona, y tomar aire. De alguna manera, los libros de poesía no son libros, son como recopilaciones. Para mí, en la poesía cada palabra puede llegar a ser todo un mundo.

¿Sueles acudir a bibliotecas?

No voy a bibliotecas, no. Fui de adolescente a estudiar, pero no me resultan cómodas para leer ni las he necesitado nunca para conseguir libros. Eso sí, cuando he visitado algunas bibliotecas anglosajonas (en Nueva York, Cambridge, Oxford…) sí que pienso que escribiría mejor allí.

¿Me podrías hacer un canon de libros?

No soy muy de listas, cambio de opinión a cada segundo, y creo, además, que los libros no funcionan igual para nadie, que las listas son intransferibles, pero lo intento:

· “El guardián entre el centeno”, de Salinger, porque su voz es la de un adolescente tan perdido como yo.

· “Demian”, de Herman Hesse, porque me hizo pensar.

· “Cien años de Soledad”, de García Márquez, porque no crea un mundo, sino todo un universo.

· “El periodista deportivo”, “El día de la independencia”, “Acción de gracias”, de Richard Ford, porque al retratar a un hombre retrata al ser humano.

· “Este libro te salvará la vida”, A.M.Homes, porque es optimista y tierno.

· Robertson Davies, un escritor canadiense poco conocido y que es un maestro.

· “Los perros románticos”, de Bolaño. Yo aún no me he encontrado bien con la ficción de Bolaño, pero sí con su poesía.

· “Amor perdurable” y “Expiación”, de Ian McEwan, por su capacidad para diseccionar al ser humano.

· “Dinero”, de Martin Amis, por su cinismo y su crueldad.

· “Corto Maltés”, de Hugo Pratt.

· “AKira”, de Katsuhiro Otorno, por su modernidad.

· “Ricardo III”, de William Shakespeare, porque es el ser humano y sus defectos.

· “La mujer de tu prójimo", de Gay Talese. Retrato minucioso y perfecto de una sociedad.

· "El hombre que amaba a los perros", de Leonardo Padura. Que del horror del stalinismo se pueda extraer una novela tan bella es un milagro.

Para, pero creo que también hay que leer a “El Roto”

¿Hay algún clásico con el que, por alguna razón, no hayas podido?

No he podido nunca con “En busca del tiempo perdido”, de Proust, pero no sufro por ello: soy impaciente y ese libro va en contra de mi naturaleza. Es lento, preciosista… y en la página 40 yo he abandonado varias veces. Tampoco estoy demasiado orgullosa de la forma en que leí y malinterpreté el “Ulises” de Joyce.

¿Qué clásico que sabes que vas a disfrutar no has leído aún?

He leído a Dostoiewski y a Tolstoi, pero a veces desearía que no hubiera más libros y poder dedicarles una y otra vez todo el tiempo que se merecen.

¿Hay algún tipo de libros que nunca leerías?

Queda mal, pero hay libros que sé que no me van a gustar. No leo libros de autoayuda, no leo ensayos de autores cuyas ideas sé que no comparto, no leo novelas románticosas, no leo libros de vampiros… No es un “nunca” de prejuicio, es puro pragmatismo: hay muchos libros y muy poco tiempo.

¿Cuándo viajas escribes?

¡Sí! Gran parte de mi novela, un empujón imprescindible, se lo di en un viaje a Estados Unidos. Estás lejos de todo, hay menos conexión y menos distracciones, te centras más…

¿Te has encontrado alguna vez en un mercadillo o librería de viejo alguno de tus libros?

Eso no me ha pasado. Me temo que no soy lo bastante mayor y, sobre todo, que nada más he publicado una novela. Ojalá me ocurra…

¿Has coincidido alguna vez con alguien por la calle o en el metro, leyendo uno de tus libros?

Una vez vi a un hombre comprando mi libro. Era en verano y yo venía del parque con mi hija, en bermudas, hecha un asco, pero pensé que era una señal. Me acerqué cortadísima y le dije que el libro era mío, pensando que igual le hacía ilusión que se lo dedicara, pero o no se la hacía o era más tímido que yo.

¿Libro en papel o digital? ¿Tienes Kindle o algún tipo de lector electrónico?
Tengo un kindle, un iPad y un iPhone. Y leo en todos los soportes. La tecnología me ha pillado después de la sexta mudanza de casa en cinco años, cuando la idea de volver a colocar libros que sé que no me gustaron en su momento se me hacía absurda. Primero pensé que iba a comprar en electrónico sólo los libros que no quisiera conservar, pero luego se ha impuesto el pragmatismo: los compro y leo en el formato en el que me es más fácil. Hay libros que no encuentro en kindle, otros que no encuentro en papel. Pero me gusta más subrayar en papel, que conste.

Paloma Bravo es la autora de La Novia de papá, Plaza y Janés Editores, 2010. Lo puedes comprar aquí. También puedes leer el blog que escribe en El País

Sur y después

Estación Constitución (borde orgánico) y tren Roca. Corte de vías en estación Plátanos. Trenes hasta Quilmes. Micro 159, Avenida Mitre. Berazategui por Avenida Rigolleau. Vueltas por las callecitas de Beraza que tienen ese no sé qué. Camino Belgrano al fin, José María Gutiérrez: Rotonda de Alpargatas. Un gaucho sin nombre que ofrece su tarjeta SUBE: Costera Metropolitana. Camino Centenario. Estación City Bell. Sacar la bicicleta del guardabicis. Cuatro horas y media para llegar a casa.

Viaje

Algo que escribí mientras viajaba:

"Esta mañana he despertado temprano y tomado un bus. Sabía dónde me llevaría, pero no alcanzaba a imaginar todo lo que descubriría en el viaje... Una simple ventana me abrió los ojos a un paisaje más extenso de lo que el hombre puede apreciar sólo con lo vista; me abrió la mente. 
Me emocionaron los campos cubiertos de esa bendición que es la neblina que los unge y casi pude sentir la humedad del rocío bajo mis pies, sentir el frío de la verde inmensidad traspasar mis huesos, el olor de la tierra envolverme y engatuzar a  mi mente con su pureza. Esa ventana abrió una visión de mis propios deseos, porque conozco que soy una persona un tanto insegura, pero sólo lo necesario para sopesar mis decisiones, y soy una persona un tanto cobarde, pero sólo lo necesario como para ser una mujer prudente, porque tengo un alma naturalmente soñadora y apasionada, persistente y terca.
Hoy descubrí también que aunque quiero viajar, conocer y vivir para probarme, tengo un corazón comprometido que siempre querrá volver aquí, que será llamado por esta niebla y este verdor, este viento, este rocío, este aroma y estos árboles centenarios.
Espero que Dios me conceda vida suficiente como para disfrutar de toda esta maravilla con aquellos que amo"




Y así mientras pensaba en el futuro, mi corazón se hinchó, mis ojos se llenaron de lágrimas, una sonrisa se dibujó en mis labios temblorosos y el sol salió ardiente e imponente en medio de las montoñas.

Mapa de un mundo imaginario creado por las hermanas Brontë

Mapa hecho a mano, sacado de los cuadernos de notas de Branwell y Charlotte Brontë. Se trata del país imaginario Angria, realizado entre 1830 y 1831, en el que Charlotte, Branwell, Emily y Anne Brontë situaron muchas de sus historias.


Vía flavorwire

Vídeo de Kurt Vonnegut sobre la estructura de la novela

Esquema realizado por Joseph Heller para la estructura de Catch 22












Aquí puedes verlo ampliado. 


Vía flavorwire

"Lo llaman hamburguesa y no lo es". Foto del 29-M

Foto de @Brocco_Lee

Mapa que se hizo Nabokov para leer el Ulises de Joyce


Se trata de las rutas de Leopold Bloom y Stephen Dedalus por Dublín, en el Ulises de James Joyce.


Vía flavorwire