Hoy me he despertado en blanco y negro. Además soy hombre. Estoy viejo y gordo. Y por lo visto gano poco. La inercia me ha llevado a una oficina del Inem. Por la actitud de los demás, creo que no mando nada. Así que leo los papeles, los memebretes de las cartas y reviso los cajones de mi mesa. Aún no sé cómo me llamo, pero ya he localizado al jefe. No sé lo que se supone que tengo que hacer. Con lo que me acerco a su despacho y pido un aumento. No cuela. Me doy una vuelta por la oficina. El blanco y negro me decepciona. No hay crimen. No hay acción. Solo un oficinista gris con un hambre feroz.