Como llegamos a la Alianza por la Soberanía Alimentaria



Desde Veterinarios sin Fronteras invitaron a participar del encuentro de la Alianza por la Soberanía Alimentaria, a los grupos de consumo de Cuenca. Nadie de Pisto estaba interesado en ir, así que, allí nos plantamos las dos, como representantes de Pisto. Sin saber apenas de que se trataba.




Los objetivos del encuentro eran los siguientes:
Reunir fuerzas,  forjar estrategias y coordinar acciones entre productores, consumidores, movimientos rurales, urbanos y de defensa del territorio, grupos ecologistas y de consumo y, en definitiva, personas que estén trabajando por la soberanía alimentaria en Castilla – La Mancha y Extremadura,

Venta de Contreras
El  Encuentro de la Alianza por la Soberanía Alimentaria, tuvo lugar los días 8, 9 y 10 de julio de 2011 en Minglanilla (Cuenca). Así fue como nos plantamos por primera vez en Venta de Contreras, sitio donde un año y pico después hemos celebrado nuestra propia boda.

El Encuentro constó de las siguientes actividades:

  • Taller sobre la PAC (reformas y contrarreformas, alternativas).  Dinamizado por Dani López, del Grupo de trabajo sobre la PAC de  Ecologistas en Acción.
  • Presentación del proyecto BAH! "Bajo el asfalto está la huerta"
  • Presentación de la Red de Semillas de Albacete.
  • Intercambio de experiencias con otras alianzas.ISAm (Iniciativa por la SA de Madrid) Grupo Soberanía Alimentaria y Género de Sevilla, Plataforma por la SA de Alicante, Alianza por la SA de Valencia.
Con la colaboración y el apoyo de la gente de  CALA, Centro Alternativo de Apredizajes, de Alburquerque (Badajoz) para  trabajar temas internos de la Alianza.

En este encuentro, descubrimos que podíamos ser útiles para el colectivo. La mayoría de los participantes son pequeños agricultores sin mucho tiempo para el activismo en red. Pedían algún voluntario que se hiciese cargo de actualizar el blog de la Alianza con los contenidos de Castilla-La Mancha y Extremadura y viendo que era algo que nosotras podíamos hacer sin mucho esfuerzo, nos propusimos para la tarea. 

El pasado sábado, 20 de noviembre, se llevaba a cabo el encuentro anual, al cual fallamos la mayoría de los asistentes de Cuenca por tener una cita antinuclear en nuestra ciudad. En este encuentro se iba a buscar un reemplazo para nosotras, puesto que nuestro nuevo proyecto vital nos impide seguir actualizando el blog.

Amor, locura y muerte

"Los hermosos libros, las dos o tres verdades eternas, 
las nuevas verdades transitorias que cambian la vida, 
el sentido absoluto de la vida misma, se nos revelan 
en la adolescencia o no se nos revelan nunca. 
Para comprender una verdad tan sencilla no hay más 
que recordar qué nos decían los libros 
cuando éramos adolescentes."

Abelardo Castillo, en Las palabras y los años, Desconsideraciones.




El recuerdo volvió de improviso hace unos días y he perdido registro del proceso, porque estoy seguro que hubo un proceso, que me llevó a desenterrarlo.

Capturé de él, curativamente, una asociación marginal: era mi primer recuerdo asociado con la literatura.

Después lo perdí. Es decir, y no creo estar diciendo nada que no conozcan, mi mente conservó el recuerdo de haber recordado un viejo recuerdo relacionado con la literatura, pero al recuerdo lo volvió a colocar en ese lugar falazmente seguro donde se soterran los recuerdos insoportables.

Y volvió recién. Puedo ahora, porque escribo en caliente, reconstruir la cadena de asociaciones que, como suelen hacer las asociaciones, levantó la peluda alfombra que tapaba mi recuerdo.

De esa cadena, retengo el eslabón final, la voz y la presencia de Alberto Laiseca contando cuentos de terror.

Entonces: yo tenía doce años. Estaba terminando la escuela y mis padres habían decidido que yo tenía el derecho y el mérito de aspirar a una plaza en el Nacional Buenos Aires.

Durante aquel año, mi último año de escuela, me mandaron, por las tardes, a la salida del colegio, a un instituto privado donde se suponía que me prepararían para el examen de ingreso.

Recuerdo que el lugar (uno de los primeros lugares a los que empecé a ir solo, sin que mis padres me acompañaran) quedaba en el barrio de Flores o de Caballito y lo recuerdo como un lugar no sé tanto si lúgubre o sucio o pobre como decepcionante. Se suponía que en ese lugar yo sería instruído en competencias superiores, en saberes sofisticados.

El instituto pertenecía al maestro de mi grado, un señor pelado y amable, al que todos los pibes queríamos mucho y que jugaba con nosotros los torneos de ping pong que se organizaban en los recreos.

Supongo que para mi sensibilidad de entonces, ese sitio vulgar no podía ser el lugar donde el Maestro preparara a sus alumnos para ingresar al Gran Colegio.

No sabría decir qué, entonces y para mi mente infantil, era lo decepcionante. Recuerdo un tonto y anodino color beige en las paredes, un ruidoso ascensor y sus puertas tijera, un palier mal iluminado, recuerdo viento, luz de tubos fluorescentes y pizarras blancas.

Pero recuerdo un cuento. De todo lo que durante un año me habrán enseñado (matemáticas, supongo, especialmente, porque eran mi punto débil), yo recuerdo un único cuento.

Y hablo del recuerdo, porque el libro, su prosaica materialidad, un fajo de hojas mecanografiadas y abrochadas, aún lo conservo. Tiene aún, muy deteriorada, claro, su tapa de papel celeste que dice, también mecanografiado y todo en mayúsculas "Antología del cuento argentino".

Podría ir, si quisiera, a mirar qué titulos componían la antología, seleccionada por los propios maestros del instituto. Pero comprenderán ustedes que la precisión es ridícula e innecesaria.

Sin importar qué más tuviera, en ese libro está el cuento que hizo estallar en pedazos mi inocencia. Hasta ese momento, yo era lector ferviente de Salgari y Verne. Yo creía que esos, los de aquellas noches en vela siguiendo a Sandokán o a Phinneas Fogg, eran mis primeros recuerdos librescos.

De alguna manera, lo son.

Sin embargo, mi momento de pase como lector vino de la mano de Horacio Quiroga.

Fue La gallina degollada el cuento que me hizo entrever, oscuramente atisbar, qué cosa podía ser cabalmente la literatura.

Supe entonces que la vida no tiene sentido y que la justicia no existe, que todos somos como frágiles e inocentes y delicadas nenas de tres o cuatro años a merced de sus ni siquiera crueles hermanos.

Ahí estuvo para mí ese primer horror insoportable, una forma dura de angustia que apenas si podía entonces comprender o aún menos explicar como hago ahora: los hermanos tontos no eran malvados, no eran crueles, no eran culpables.

Eran, apenas, ni más ni menos, capaces de matar.

Hoy en día, el horror que involucra criaturas me sigue resultando insoportable. Cuando el género noticioso se solaza en esas truculencias, debo apagar o cambiar de canal. No hablo de una suerte de trauma, sino de una sensibilidad persistente que me permite decir que aquél niño de doce años que leía con espanto La gallina degollada soy yo, este mismo, de alguna manera.

Nunca más volví a leer ese cuento. No puedo, y no lo necesito. Sé perfectamente lo que tiene para decirme.

Y Horacio Quiroga ocupará para siempre en mi Olimpo personal el lugar del hijo de una gran puta que reveló una verdad.



Ah. El secundario lo hice en el Colegio José Manuel de Estrada, de la ciudad de Necochea.

El fantasma de Menard

No sé si da para elevar el fenómeno a la categoría de sign ‘o the times, pero no he podido evitar notar en la blogósfera (un énfasis que quizás se explique sencillamente en base a mi peculiar punto de vista) un cierto interés por la cuestión de la “versión”.

Hace un tiempo, yo me entusiasmé con este site y con este otro, que resultó menos interesante qus su Manifesto.

Hace poco, Bardamu, cuyo blog no dedica frecuentemente un énfasis especial a la música y que venía mas bien interesado en el cine, compartió con nosotros su obsesión de una noche de insomnio y nos regaló 28 versiones de I put a spell on you. Más recientemente, recopiló cuatro versiones de Sucio y desprolijo.

Vero ayer colgó a Mimí Maura haciendo R.E.M.

Ahora estoy un poco perezoso como para ponerme exhaustivo. Pero creo que cualquiera que dedique un rato a la faena, podrá encontrar cuantiosos ejemplos de gente que se cuelga con relevamientos, comparativas, agrupamientos, meras colecciones de “versiones de”, especialmente, canciones.

A todos nos fascinan las versiones.

Youtube facilita el ejercicio. Basta poner el título de una canción para tener la posibilidad de aburrirnos viendo mucho, pero realmente mucho, de lo que se ha podido decir a partir de esa canción.

Sin embargo, me gustaría señalar que aunque los ejemplos musicales son tal vez los más obvios, que podríamos incluso decir que la idea de “versión” es más frecuente en la música que en otras artes, la cuestión es más amplia y Vero da con una elegantísima manera de decirlo, en este post.

Vero, señaló, hablando de libros, lo que para mí es el corazón de cualquier versión de cualquier clase de obra: “un libro subrayado ya es una versión”.

Se puede dar vuelta perfectamente el enunciado: una versión es un texto subrayado.

La poética de Google

ya saben:
“el futuro llegó, hace rato”

La línea une a la vieja (porque ya es vieja) ciencia ficción con la actual realidad de las empresas (that used to be) de internet. La línea subraya que durante ¿cuánto? ¿cuarenta? ¿cincuenta? ¿sesenta? años, la ciencia ficción nos explicó que los androides eran máquinas, piezas de hardware más o menos sofisticadas, más o menos antropomórficas.

La línea apunta hacia androides que son otra cosa.

Android es software.

¿Con qué sueñan estos androides?

¿Conocen eso que en marketing se llama la “visión”? Es esa idea que, dicen los marketineros, empuja y moviliza a una empresa hacia el futuro, es una suerte de definición de cómo deberá ser el mundo, normalmente concebido como mercado, tras la acción de la compañia. Los marketineros se dedican a escribir y formalizar “visiones”, que son comunicadas a los empleados como parte de su adoctrinamiento. Fíjense que Google no sólo llamó Android a su sistema operativo sino que llamó Nexus One a su primer teléfono. No hace falta que tengamos acceso al texto pergeñado por los marketineros de Google: su visión tiene, digámoslo así, seis etapas, a contar desde Nexus One, no sé si me explico.

Nota: todas las marcas comerciales mencionadas en este post son propiedad de sus respectivos dueños y se mencionan aquí con carácter informativo ;-)

Anonymous en acción en Argentina

Lo que en este vídeo prometieron hacer, lo hicieron, y el proyecto de ley de canon digital, que nos convierte a todos en culpables sin derecho a reclamo, no superó el tratamiento en la comisión. Estoy contento con esta acción porque fue una de las que, junto a miles de protestas digitales a cara descubierta, paró el despropósito de crear un impuesto con destino privado siguiendo la moda iniciada en Europa.

Hacia el final dicen "adhieran al paradigma de la era de la comunicación o extínganse, el conocimiento es libre". Lo preocupante es que, asi como hasta ahora están actuando en favor de la libertad, mañana pueden actuar en contra y... ¿cómo saberlo y cómo controlarlos?. Se me ocurre que aplicando aquello del "discernimiento de espíritu", si sus acciones llevan a evitar abusos en la democracia apoyarlos, si no es asi protestar, en forma digital claro, acorde con el paradigma de la era de la comunicación.