Matanza en Cuenca


Desde el jueves día 17, hemos estado en Jábaga (Cuenca) echando una mano, pero sobre todo aprendiendo, cómo sacrificar y preparar un cerdo para tener carne todo el año. 
Dani de Veterinarios sin Fronteras ha puesto uno de sus cerditos felices y el espacio para llevar a cabo este ritual ancestral que poco a poco se va perdiendo.


Sabemos que este post puede levantar ampollas entre los más aprensivos y entre los que por filosofía han dejado de comer carne para no ser verdugos de la vida animal. Nosotras comemos carne y por ello creemos que participar en este tipo de acciones es lo más coherente que podemos hacer, porque vivir la muerte del animal que comes, empatizar con su dolor y participar en el proceso de elaboración te hace más consciente, te hace valorar mucho más cada bocado de carne y en última instancia te lleva a consumirlo de una manera más responsable. Estaría bien en nuestro futuro autosuficiente limitar el consumo de carne a aquella que seamos capaces de proporcionarnos por medios propios, sin dinero, sin industrias, sin abusos, en proporciones sostenibles y con actitud respetuosa. Pero para ello necesitamos aprender, porque más allá del trauma infantil y la narración ajena nuestro conocimiento sobre el tema era muy escaso. 

Nos llegó la posibilidad de participar en la matanza a través de la lista de correo electrónico del grupo de consumo de Cuenca Pisto ecológico. Unos días antes de marchar para Cuenca, pasamos por Socuéllamos, donde Julio, el hermano de Laura, nos dijo que Dani le había pedido que llevase a cabo el sacrificio puesto que él, que vive en el campo desde hace 9 años, tiene experiencia como matarife. 
Al final se han apuntado unos cuantos amigos, así que la visita se ha convertido casi en un fin de semana familiar.

El jueves dimos una muerte digna al animal, lo pelamos y lo despiezamos. La carne debe dejarse orear durante 24 horas, así que el resto del día lo dedicamos a pelar, picar y cocer 50 kilos de cebolla para las morcillas de sangre y a pelar y trocear 20 kilos de calabaza para las morcillas de año. 

Mientras se llevan a cabo esas actividades, los veterinarios analizan un trozo del diafragma del cerdo para garantizar que el animal no puede provocar enfermedades como la triquinosis.


El viernes, preparamos las morcillas, para lo cual se habían limpiado las tripas y preparado  el mondongo con todo lo necesario en una artesa de madera: la cebolla bien escurrida, la sangre, la grasa (manteca, velo y entresijos), las especias tostadas (ajo, pimienta, comino, anís, semillas de cilantro y orégano) y por último la sal y  el pimentón. Además se añade arroz recién cocido encima de la grasa para que con el calor se deshaga y se mezcle mejor. Después de embutidas, se cuecen durante 4 minutos antes de colgarlas a secar en un lugar fresco y aireado. También cocimos la calabaza y la dejamos escurriendo.

El sábado se prepararon los chorizos y las morcillas de calabaza o "de año". Para ello se picó toda la carne, separando la mejor para los chorizos y la más sangrienta para las morcillas, se mezcló, se especió y se embutió.


Entre tanta tarea más o menos desagradable, siempre quedan ratos para la risa, la charla o la música porque una matanza tradicional es sobretodo una actividad social, que se realiza en comunidad, y por tanto un espacio para compartir, conocerse... en definitiva vincularse unos con otros.



Pilas alcalinas


La mayoría contienen mercurio y ofrecen mayor duración y potencia que las pilas salinas. No pueden reciclarse pero deben ir a un vertedero especial. Las pilas tienen varios componentes:

Electrodo positivo, electrodo negativo, cubierta protectora pasta de cloruro, separador, capa selladora, cámara de aire, varilla de carbono y mercurio.

A parte de las pilas alcalinas también hay otros tipos de pilas: salinas, de níquel, de dióxido de mercurio, de zinc, de dióxido de plata, de litio y recargables.


RECICLAJE DE LAS PILAS
Las pilas que usamos en juguetes, reproductores de mp3, etc., se fabrican con materiales que pueden contaminar el suelo y el agua si se desechan con la basura.
Por eso, una vez agotadas, deben depositarse en contenedores especiales.

Resumen el joven y el caballero


Un joven llamado Ferrán se metió al servicio de un gran caballero. El hombre era trabajador y tenía sentido del humor. El hombre de la casa oyó que Ferrán escribía. Él escribía antes de dormirse lo que le había pasado en todo el día. A partir de ese día el caballero leía la libreta de Ferrán de vez en cuando.
Un día, vino un hombre extraño y Ferrán se quedó mirando como el caballero y el visitante hablaban. Aquel hombre hablaba de una piedra filosofal que transformaba todos los metales en oro. Y que si el caballero le aportaba 500 ducados lo metería en su negocio. El aceptó.
Luego, pasado un tiempo, cuando leyó la libreta de Ferrán, vio que Ferrán había escrito que aquel hombre no volvería porque era un estafador y el caballero se echo a reír. Con el tiempo ya veremos si vuelve o no. Ferrán dijo que si volvía restificaría, porque restificar es de sabios.


OPINIÓN: A mí me ha gustado porque al final no se sabe si el extraño volverá. A mí me gustaría que no volviera, porque en sus palabras se notaba que era un estafador.

Lo humano inconmensurable

Arno Farías ama cantar. Se le nota, quiero decir. Uno lo ve cantar y nota que se está divirtiendo. Canta verdaderamente muy mal. O muy feo. En realidad, no podría decir que canta mal porque, en principio, da las notas. Arno Farías es afinado, quiero decir. Pero coloca la voz en un registro chillón e imposta un tono desprolijo. Digamos que juega al anticantante. Pero es divertido. Y transmite la alegría de cantar. Arno Farías es dionisíaco.

Uma no podría nunca apreciar el arte de Arno Farías. Ella es apolínea. Ama el deporte y la competencia. Cuida su indumentaria, su vocabulario, su “presencia”. Le gusta saberse entre los ganadores. Uma es competitiva. Si escuchara (cosa que nunca hará) la música de Arno Farías, se declararía indiferente, o, simplemente, lo despreciaría.

En eso se parece a Adela. Para Adela la excelencia es divisa. El arte de Arno Farías sería para ella un gesto pueril. La técnica, Arno Farías, el rigor, Arno Farías, la forma, Arno Farías, diría Adela.

Para Arno Farías, Adela y Uma serían dos putas estiradas. Porque todas las mujeres son putas, diría Arno Farías, más que nada para irritar. Porque él es así de rebelde. El tema es, explicaría Arno Farías, que hay algunas putas que se llaman a sí mismas “modelos” o “esposas”.

Para Adela y Uma, Arno sería un bruto, o un inmaduro. A Adela, hablando de música, le gusta Mozart. A Uma, Peter Gabriel. Son pretenciosas y se consideran parte de una aristocracia de la sensibilidad que se adorna con las mejores galas de los cánones establecidos.

Para Arno Farías no hay mejor música que la que hacen sus amigos. ¿Y por qué va a ser? ¡Porque son sus amigos!

Al contrario, Adela y Uma tratan de ser amigas de los que hacen la mejor música. Como verán, Uma y Adela me resultan antipáticas. Eso no es signo de nada bueno ni de nada malo. Es sólo que yo también soy dionisíaco.

Normas para un uso seguro de la electricidad

Desconecta cualquier aparato de la red eléctrica antes de intentar repararlo. Por ejemplo, desconecta una lámpara antes de cambiar una bombilla fundida.


No conectes muchos aparatos en un mismo enchufe. Podría calentarse demasiado y provocar un incendio.


No toques los aparatos eléctricos con las manos mojadas. La piel mojada conduce bien la corriente eléctrica.


No coloques cables bajo alfombras u otros lugares que pises con frecuencia. Tampoco los coloques de modo que puedas tropezar con ellos. Para desconectarlos tira del enchufe, no del cable.


Avisa a un adulto cuando veas cables en mal estado. Los cables estropeados se deben sustituir en lugar de repararlos con cinta aislante.


No toques la pantalla del televisor; puedes sufrir una descarga eléctrica.

Fracciones











 







Tipos de generadores


Poema diamante de siete versos

El Sol

Sol
Grande, Redondo
Calienta, Alumbra, Resplandece
Rayos, Fuego, Luz, Frío
Brilla, Deslumbra, Refleja
Naranja, Amarillo
Luna

De Madrid a Bilbao por los Derechos Humanos


El sábado, casi de madrugada, me subí en Madrid a un autobús con un montón de desconocidos rumbo a Bilbao. Había dormido poco, algunos amigos me decían que si estaba loca, que qué se me había perdido a mí en una manifestación en favor de los presos políticos vascos, mientras que a otros los mantuve en la ignorancia por egoísmo o comodidad. Porque sabía que no lo entenderían jamás, y si cuanto más pasan los años, más lejos nos encontramos, esto podía provocar la brecha definitiva. 
Estos amigos son de izquierdas, de esos que se echan a la calle para protestar en favor de Palestina, pero que de lo que ocurre en Euskal Herria no saben nada, y cualquier movilización allí les huele a terrorismo. La dispersión para ellos es aquello que les pasaba en la cabeza al entrar en una clase después de pasar demasiadas horas en la cafetería de la Facultad de Periodismo, y ya tendremos tiempo de hablar sobre el asunto.

La abuela de Alfon es la mujer de la derecha vestida de rosa.
En el autobús éramos poco más de 40 personas. Entre ellas estaban la abuela y el tío de Alfon, el único detenido en la huelga general del 14N, que acababa de ser puesto en libertad. También reconocí a algunos abuelos del 15M, como Román, que está en todas, pero al resto, pertenecientes a Askapena, los acababa de conocer. Por eso quise ir en bus. Para saber quiénes iban, quiénes eran, y establecer un contacto con ellos que espero sea largo. 


El autobús nos dejó en el Ayuntamiento, y yo salí disparada a la plaza Berria, donde había quedado con Pernando Barrena y Blanca a tomar unos chatos. El ambiente era de absoluta fiesta, las calles llenas de gente, los bares, los restaurantes... pintadas en contra de la dispersión, por la amnistía... Tuve la suerte de conocer a Sabino Cuadra, a Xabier Mikel Errekondo... Después nos despedimos y yo salí corriendo a buscar el lugar donde había quedado para comer. 






























































La carpa de Herrira, a la derecha.








Las luces que brillan al fondo son la cabecera de la manifestación.


Estas son las furgonetas que cada fin de semana se encargan de llevar a los familiares a visitar a los presos. Recorren cientos, miles de kilómetros, para que esas familiares puedan ver a sus seres queridos durante unos minutos a la semana. 

 Cada furgoneta llevaba un cartel con el nombre de la ciudad a la que se dirige y el número de kilómetros que recorre. 




 Y detrás de las furgonetas, cientos de familiares sostienen velas y pancartas contra la dispersión que sufren. Se trata del momento más emocionante de la manifestación, y a pesar de la lluvia que caía, miles y miles de personas les apoyaban, entre gritos de apoyo y lágrimas.

El ambiente que se vivía se puede ver mejor en los vídeos, que están bastante mal grabados porque la lluvia me empapaba la cámara y a veces me era imposible moverme, o continuar. 


Proyección sobre un edificio en la Plaza Circular.