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Uno que es dos, dos que son uno

Y estamos hablando de “el” solo de Comfortably numb. Si se fijan, estrictamente hablando, los solos son dos. Uno después de cada estribillo. Sin embargo, esos solos constituyen el centro único, uniforme, continuo, permanante de la canción: son la respuesta a “can you show me where it hurts”. You know, I can’t, but it hurts.

El respeto del ritual

David Gilmour sabe, imagino que sabe porque está claro que no me consta y no puedo documentarlo, que cualquier oyente de Comfortably numb espera el solo.

A lo largo de las innumerables versiones de la canción, el solo ha sufrido más o menos notables variaciones. Sin embargo, es fácil advertir que Gilmour es muy cuidadoso con tres o cuatro elementos: vaya hacia donde vaya la improvisación o la variación, que siempre goza de algún espacio, ciertos pasajes son tocados por el oficiante con fidelidad religiosa. Son los resortes emocionales de la composición.

El solo

Esta canción es famosa por su solo de guitarra. No sé cuántas veces, ni en qué compulsas, este solo ha sido caracterizado como “el mejor”, “el más” esto o lo otro de la historia del rock. Es un tópico. Es como el arpegio de Escalera al cielo. Pero no hay necesidad de jugar el juego de los rankings. No hay dudas de que, sea como sea, es el solo, una construción no lingüística, uno de los rasgos más sobresalientes de esta canción (por definición, una forma que consagra la importancia de la “letra”).

Can you show me where it hurts?

Confortably numb es, IMHO, la más grande, densa, abigarrada y completa canción de la historia del rock. Parafraseando lo que dice Saer a propósito de Zama, “Comfortably numb es superior a la mayoría de las canciones que se han escrito, pero ninguna buena canción de rock es superior a Comfortambly numb”.

Aunque semejante afirmación puede parecer, y, en última instancia, muy probablemente sea, la declaración amorosa de un fan, me propongo el ejercio de desplegar por qué opino eso. Después de todo ¿desde qué otro lugar que no sea el del amor hablar de lo que nos gusta?

A moco tendido...

Cómo no va a emocionarnos ver al creador de una de las metáforas más productivas de la cultura en la que, queramos o no, estamos inscriptos, reencontrarse sonriente con el creador del solo de guitarra más inefable del roc.

(gracias Luis)


Furibundas

Hablando de chicas.



Este video no hace honor al sonido aplastante y al enorme disfrute de la cosa que transmiten; es apenas una pálida idea de lo que esta banda es en vivo.

Dirty Diamonds, un poco más allá de la avenida Rivadavia (donde, no sé si se acuerdan, Borges situaba el inicio del Sur).

Glam metal que me hiciste mal y sin embargo...

Unos señores bastante crecidos y con alta tolerancia al ridículo se calzan sus disfraces de rockeros y vienen a pasear sus raros peinados viejos por la ciudad de Buenos Aires.

También escuché que viene Whitesnake. Y Bon Jovi ya vino.

¿Y para cuándo Poison?

¿Y Cinderella?

[¡¡¡Les juro!!! Existió una banda que se llamaba Cinderella. De púber yo tenía un amigo que le gustaba el glam metal (o “hair metal”, como le llaman inspiradamente en Allmusic.com) y tenía todos los discos ¡en vinilo!; doy fe: yo los ví (y hasta los escuché).]

¿Y este grupo que eran todas minas? Cómo se llamaba... ahí lo encontré: Vixen; ¿estarán tocando o ya se les habrán caído mucho las tetas?

Ay, los ochenta, sus clichés, sus tics...

Fondo

Lo dije y lo reafirmo: esta canción de Plant tiene una sonoridad que me recuerda al Cerati de Amor Amarillo.

Someto a sus oídos la prueba:



Claro que no tienen que prestar atención ni a Plant ni a Cerati, que son cantantes lo bastante distintos, como son distintas las canciones. La de Plant está impregnada incluso de temática gospel, inimaginable en Cerati.

Pero escuchen el uso de las guitarras: guitarras saturadas y embarazadas de reberverancia y eco que despliegan arpegios o estiran acordes.

Y los solos. Claro que no son iguales, claro que no hablo de plagio. Pero alientan un mismo gusto, un mismo ánimo, unos mismos recursos.

No sé quién es el guitarrista de Plant en esta grabación (en un rato lo busco). Sí se a quién declaraba homenajear Cerati en aquel disco de 1993: recuerden que es el disco que incluye su versión de Bajan.

Pensar en aquel a quien escucha Cerati cuando toca su guitarra nos lleva a Spinetta. No sé a dónde nos lleva pensar en quien escuchaba Spinetta cuando tocaba la suya. Y está claro que el guitarrista de Plant no escucha (no necesariamente escucha) a Cerati o a Spinetta. Hay allí, en un fondo común, un guitarrista que llega a nosotros a través de estas capas de tiempo, a través de otros oídos.


Y aunque no le pongamos un nombre ni le adscribamos una biografía, allí está, aquel fantasma.



(Los guitarristas de Plant son dos: Patty Griffin, una dama, y el caballero Buddy Miller, de los cuales no tenía el gusto, y que en el resto del disco no hacen ningún esfuerzo por ser otra cosa más que guitarristas de country - De paso, la canción de Plant no es de Plant, sino de Low.)

There's a kid who had a big hallucination...

Tengo sed.

(Me sirvo un vaso de agua).

Ah, estás ahí.

El agua está caliente. Muy caliente (agarro el vaso así, como se dice, haciendo un cuenco con las manos, y lo siento: el agua está caliente).

No hace falta que digas nada. Ya sé que no te importa. Por qué habría de importarte, si es mi agua y es mi sed. Idiota yo.

Ya sé qué voy a hacer. Voy a poner el vaso con el agua caliente adentro de una cacerola con agua fría. Me imagino que el agua fría... si, eso: trepará por los bordes, no sé, por algún fenómeno físico que no conozco, la capilaridad, ponele, y se mezclará con el agua caliente...

Por lo menos el calor se disipará a través del vaso, ¿no? por contacto con el agua fría.

Ya sé que no te importa, que pensás que estoy hablando boludeces.

Creo que ya está, ya puede beberse.

¿Querés?

Te pregunté si querías: ¿querés?

Qué me importa.

El agua está sucia (turbia a contraluz, levanto el vaso y lo alzo hacia la ventana). Ya veo.

Si lo que tengo que hacer es  tomar agua sucia, tomaré agua sucia.

(Entonces te doy la espalda y vuelco el contenido del vaso por el drenaje)




[
Tras la lente panorámica
mis ojos nublados apenas si pueden delinear
el momento.

Lejos de volar hacia el cielo azul
caigo en espiral hacia el pozo en que me oculto.

(Si lográs sortear las minas a la entrada
golpear a los perros y engañar la vigilancia
si discás la combinación y abrís la trampa
Si estoy adentro
te diré...)


Hay un pibe sufriendo una gran alucinación
haciendo el amor con chicas de magazine
Se pregunta si tu nueva fe te permite dormir
si alguien podría amarlo
o si todo es un sueño.

Si te mostrara mi lado oscuro,
¿me abrazarías igual esta noche?
Si te abriera mi corazón
y vieras mi debilidad,
¿qué harías?
 

¿Venderías la historia a la Rolling Stone?
¿Te llevarías a los chicos?
¿Me dejarías solo?
¿O sonreirías complaciente
al otro lado de la línea?
¿Me mandarías a mudar?
¿O me llevarías a casa?

Yo creí en tener mis sentimientos al desnudo
Creí en tirar abajo las cortinas

He tenido la hoja en mis manos
Estaba listo

Pero sonó el teléfono.

Nunca tuve el valor de hacer el corte final.
]

De un derrotero y de una reflexión

El derrotero es el que yo realicé hasta comprar un disco. La música corresponde a una banda de esas que suele calificarse “de culto” (existe una comunidad de oyentes que la valora pero que no alcanza la masa crítica necesaria para ocupar un lugar en el mainstream).

Su música bien podría ser un caso más para mi colección de respuestas a la pregunta de Frank Zappa.

Hace años, tenían sus dos discos colgados en su propio sitio web para descarga gratuita. Yo los había bajado. En algún colapso de hardware, los perdí, y suerte similar habrá corrido el sitio de la banda, porque nunca más lo volví a encontrar. Tanto era mi deseo por recuperar esas grabaciones, que hasta indagué en el Internet Archive para descubrir que hay trazas del sitio en cuestión hasta 2009. Después, poof!, como Keyser Soze.

Contrariando la hipótesis que afirma que es muy difícil borrar las huellas digitales que se dejan en el ciberespacio, no pude encontrar ni una miserable canción ni en la mula ni en el torrent ni en ningún lugar de la web. Y busqué a conciencia. Nada

Amigos and Friends parece haber desaparecido del ciberespacio.

La semana pasada fui a ver un recital y encuentro, en la puerta, la habitual mesita donde el sello independiente del caso vende los discos de la banda del día, y muchos otros más.

Y allí estaban. Arcaicos, físicos, con cajita y celofán, con su booklet y la segura serigrafía en el lado ciego, seguramente brillantes y plateados en su lado con datos, grabados en formato CDA, los discos de Amigos and Friends.

¿Y saben qué? Los compré. A ver si lo explico claramente: compré los discos de una banda que había “regalado” su música en internet unos años atrás y que yo había obtenido asi en formato MP3 y luego perdido.

La reflexión es que hay música, digamos además que la música que a los mastines del copyright más les interesa, por la que yo no pagaría un mango. Shakira, por ejemplo, y sin ir muy lejos. Pero para mí, estos discos de Amigos and Friends tenían valor.

Se me hace de una evidencia así diría cartesiana que toda esta cuestión de la demonización de la piratería no tiene nada que ver con el arte, con el gusto de la gente y ni siquiera con la “propiedad intelectual”. Es lisa, brutal y llanamente una pelea en defensa de un modo de explotación y de apropiación. Nada más.

Para más INRI, Amigos and Friends, una banda que podría calificarse aproximativamente de “banda de covers”, declara en uno de los booklets que “el copyright de los temas aquí interpretados pertenece al inconciente colectivo de la humanidad”.


El que no haya pasado sus buenos ratos tarareando un jingle de televisión e imaginándole variaciones, que arroje la primera piedra:

Does humour blah, blah, blah

Reparo en que la dichosa preguntita de Frank Zappa funciona en este blog como un fetiche (uno de varios) y que nunca, lo que se dice nunca, puse nada explicando o informando de dónde caracolito viene. Un implícito. Hoy tengo ganas de romper los implícitos.

Vamos a las fuentes.

Does humour belong in music? es un disco de Frank Zappa editado en 1986 que recoge la grabación de un recital (o de varios, no tengo en mente ahora la precisión, que si es muy relevante para alguien, puede esclarecerse con la ayuda de Don Jacobo Gúguel, cosa incluso que haría por mí mismo si la precisión me resultara relevante).

Asigún el paladar de varios entendidos, no sería este uno de los “mejores” discos de Zappa. No sé (nunca sé) qué significa “mejor” en relación con una, por así decir, obra artística.

Como sea, de este recital (o de estos varios recitales), Zappa (que era un obsesivo del uso de sus propios registros en la realización de variadas mezclas y recomposiciones) sacó un disco y un video.

Lo interesante, a los fines de la manera en que solemos usar los títulos de canciones en este blog, es que no existe una canción que se llame Does humour belong in music? Es sólo el título del disco. Y eso, de hecho, sirve como ilustración de los varios niveles en los que operaba Frank Zappa a la hora de producir su, bueno, no nos compliquemos, “obra”.

De alguna manera, Frank Zappa estuvo siempre preocupado por los metatextos que se usaban para leerlo, y hacía su parte para trabajar con ellos.

Entonces: el humor, ¿es propio de la música?

Qué buena pregunta.

Para su deleite y degustación (y reencuentro tal vez en más de un caso), les dejo este desmesurado blues, parte de la respuesta del viejo Frank.

Ladies and gentlemen, lo que Zappa escuchaba aunque no se oyese en una canción de los Allman Brothers: Whippin’ Post.

¿Se acuerdan de aquel Viernes a la noche en San Francisco...

...cuando Paco de Lucía le metía flavor latino al jazz rock de Al Di Meola y John McLaughlin? (ellos estaban inventando eso que después se llamaría "fusion").

Agua ha corrido bajo el puente:



(Otro bucle de influencias. Estos pibes se llaman Rodrigo y Gabriela. Merecen una entrada en allMusic.com. De ellos sabemos que son mexicanos, que antes de hacer esto hacían heavy metal y que son salvajes).

Lo que suena, aunque no se oiga

Estoy a full con este sitio: Cover Song Archive. Obviamente, no todo lo que contiene me gusta (en muchos casos, no me interesa especialmente el género, el artista versionado, o no me conmueve el resultado), pero es indiscutible que la curaduría se hace con buen gusto y seriedad.

Cover Song Archive es parte de un así llamado Proyecto Booooooom y recopila videos de “songs you know, by people you don’t”. La colección reúne a músicos ignotos pero, en su mayoría, bien formados, es decir, no recopila cualquier paparruchada realizada por alguien que se cuelga una guitarra a los fines de hacerse el gracioso cantando una que sabemos todos.

Me fascinan la variedad, la imaginación y el simple disfrute de la música que el archivo muestra (y de paso advierto qué tan de moda está el odioso ukelele).Y me encanta siempre reencontrarme con música pensada como algo que hace gente, personas, músicos, y no megacorporaciones multimillonarias.

Desde que lo estoy siguiendo, no hace tanto, he encontrado especialmente disfrutables el video de Ob-la-di Ob-la-da que puse en el post anterior, pero también esta versión de Metallica en clave flamenca, esta digamos “respetuosa” ejecución de Radiohead, esta canción de unos tales Postal Service que no tenía el gusto, o esta sonora versión de Back in Black.

Me gusta como me lo dijo mi hermana, que es cantante, a propósito del post con Here comes the flood: se trata de escuchar lo que suena aunque no se oiga.<

Me parece incluso una gran definición del trabajo del buen músico: después de todo, la música es algo así como esculpir el ruido, sacar lo que sobra para permitir que se escuche lo que de otro modo no sería posible oir.

Y en el Cover Song Archive podemos ver buenos músicos mostrándonos lo que ellos escuchaban y que nosotros, tal vez, al menos no necesariamente, no oíamos. Espero que les resulte tan disfrutable como me viene resultando a mí.

Este que.... ¿me repite la pregunta?

Nunca entendí el chiste de Ob-la-di Ob-la-da. Siempre me pareció la canción más tonta de los Beatles. Sin embargo, en este blog, no nos cansaremos de publicar respuestas a la pregunta fundamental, trascendente, de nuestro admirado Francesco Zappa: Does humour belong in music?

You tell me:



(vía Cover Song Archive)

Ellos son los jóvenes ahora...

Hace años, encontré la frase que uso como título de este post en un mail en cadena de esos que uno suele recibir de gente a la que no se atreve a decirle que, bueno, no tendría que molestarse. La cadena la corté, seguro, en aquel mismo momento, y el mail se perdió y nunca más lo volví a encontrar.

Pero la realidad es tan simple, a veces, como cabe en un mail de cadenas: uno envejece y de repente llegan ellos y se lo hacen notar. Ellos son los jóvenes ahora.

Esta es la música que escucha mi hijo. Y yo, viejo rockero, rockero viejo, no dejo de estar orgulloso de mi vástago. Cómo no entenderlo. No sé qué tan consciente de la letra es, tal vez mucho más de lo que pienso yo, el agente ahora de la sociedad opresiva, pero todos fuimos adolescentes y cada capa de adolescentes tiene, aunque uno sospeche tras este en particular una ni siquiera muy esmerada investigación de audiencia, un juglar que dice más o menos esto, esto que en realidad, con el correr del tiempo, aunque aprendamos a apuntalarlo con arquitecturas más complejas, o más cínicas, o de otro tipo, permanece ahí, como ese lóbulo del cerebro que siempre se menciona para hacer referencia a lo reptiliano que aún nos habita.

Mummy, Mummy, Grandpa is rockin' again!



Un amigo de mi hijo dice que yo escucho "música de viejo". Encantador muchachito, pendejo de mierda, dice la verdad.

Y qué quieren que les diga. Uno envejece. Y del repertorio de vejeces posibles a mí esta no me parece mal...

Hablando de jazz...

John Coltrane no es un estilo. No es una técnica, un estudio de armonía, un instrumento o tal o cual ensamble. John Coltrane es un estado de ánimo. Infinidad de músicos lo han diseccionado y estudiado y son capaces hoy de acompañarnos en un humor coltrane. Pero claro, a Coltrane le queda el mérito de haber desembarazado a ese sonido de todo lo que le sobraba y haberlo puesto ahí, sobre las mesas de los bares.

A ver, probemos por la negativa: el ánimo coltrane no es blue, no es melancólico, no es cuelgue cannábico, no es pena. No es sino un ánimo coltrane, un tono muscular ligeramente bajo y una sonrisa mas bien irónica. Para dejarse mecer en este humor es cuestión, siempre, supongo, de encontrar el bar adecuado. Porque cuando esta forma del jazz se toca en otro ámbito que no sea un bar, algo del encantamiento se rompe -los bateristas no los tocan, pero el ruido a vasos es consustancial y necesario.

Hoy ando así, medio coltrane.



(El coso de Goear me ha dejado a pie y no logro hacerlo andar. Aqui está la canción)

De las extensiones del hombre

Hay algo que me gusta de cierto jazz y es el recurso a la economía en las herramientas. Comparen a Billy Martin, en este video, con el Bill (oia, dos Williams) Bruford del video de hace unos días.

Ese minimalismo de la prótesis, esa renuncia a buscar el efecto en la plétora de accesorios, me parece algo encantador y poderoso del género. Claro que es algo que no es exclusivo del jazz, ni mucho menos, pero reparo en ello ahora, a la escucha de Medeski, Martin & Wood.

No hablo de "autenticidad" o de "pureza" ni nada de eso, hablo de las limitaciones que nos damos para desafiar nuestra libertad. Como decía con cierto mal gusto Borges acerca de la censura, aquello de que estimula la creatividad del artista, la economía de recusos fuerza la imaginación.

Amables contertulios, a su salud, Medeski, Martin & Wood, digamos que apenas un trío de jazz.

Top mantra

Reparo en que este blog ha ido deviniendo en las últimas semanas cada vez más un blog sobre (ante, bajo, cabe, con) música.

No luchar: bienvenido el ciclo.

Ommmmm

Getting stone

(Recuerdo). Me tomó sus buenas horas, pero al final lo logré. Estaba tan hasta las pelotas que no sabía qué pensar. Cargué con eso por días, jugando pequeños jueguitos y haciendo como si pasara el tiempo sin prestarle atención. Entonces, observándolo para saber si aún me gustaba, lo hice...

(Me repito a mi mismo cuando estoy bajo presión, me repito a mi mismo cuando estoy bajo presión, me repito a mi mismo cuando estoy bajo presión, me repito a mi mismo cuando estoy bajo presión, me repito...)

Y cuanto más lo observo, más me gusta. Creo que es jodidamente bueno.

La cuestión es que no importa qué tan detenidamente lo estudie, qué tanto lo desmonte o lo despiece: sigue igual a sí mismo.

Me gustaría que pudieras verlo.



I like it!!