Benjamín Prado


¿Escribes siempre en el mismo lugar?
Escribo en cualquier parte, las ventanas pueden ser las de mi casa, las de un avión, las de un tren o, las mejores de todas, las de un hotel que esté a más de diez horas de avión. El mundo portátil es mi salvación: pones música, te aíslas y tu despacho te persigue a donde vayas.

¿Escuchas música mientras escribes?
Depende. Música que me guste pero no me distraiga, pero a menudo que sirva de banda sonora a lo que estoy contando. Si es una novela, me interesa menos lo que me apetece escuchar a mí que lo que le gustaría escuchar a los personajes.

¿Sueles llevar un horario estricto? ¿Cuál es la mejor hora?
Cualquier hora es buena, y si nadie ni nada me interrumpen, puedo estar escribiendo el día entero. Cualquier sitio es el mejor si no te hablan.

¿Utilizas cuadernos para tomar notas o lo haces todo a ordenador?
Sí, siempre llevo cuadernos pequeños, del tamaño de un libro de la colección Joya, de Aguilar. Me gusta que me los regalen mi mujer o mis amigos, mucho más que comparlos. Ahí tomo notas para las novelas y escribo los poemas, tacho, vuelvo a escribir y vuelvo a tachar los versos, siempre con tinta verde y, si hace falta, un millón de veces cada uno, pero jamás directamente en el ordenador.

Cuando estás muy metido en la escritura de un libro, ¿te cuidas a la hora de elegir las lecturas para que no te influyan?
La verdad es que no: leo lo que me apetece o, a la hora de documentarme para una novela, lo que necesito. No me gusta mezclar los géneros, eso sí que no.

¿Hay algo concreto que no puedas/debas hacer mientras escribes? Alguna manía…
No soporto que alguien se acerque y mire lo que estoy escribiendo, otros ojos en mi cuaderno o en mi pantalla son ofensivos.

¿Tienes lecturas de descanso? 
Prefiero ver una película, o una serie. Cuanto mejor sea la primera y más estúpida sea la segunda, mejor. Aunque lo mejor para irse a otro mundo es un partido de fútbol, en el campo o por la tele.

¿Cómo es tu biblioteca personal?
Gigante.

¿La tienes ordenada de alguna manera?
Sí. Poesía en mi despacho, siempre a mano, que yo levante la cabeza y me miren Lorca o Neruda. Narrativa en otra parte, la extranjera en unas paredes y la española en otras. La filosofía y el ensayo, especialmente sobre poesía, en un par de muebles cerrados con llave, y el resto, donde se pueda. Tengo más libros que metros cuadrados.

¿Eres fetichista con el libro como objeto?
No mucho. Me gustan, eso sí, los libros dedicados, verle la letra a los autores.

¿Qué casa de escritor te hubiera gustado visitar o has visitado y te ha fascinado?
Fascinarme, muchas, la de Isak Dinesen cerca de Copenhague, la de Neruda en Isla Negra, la de Lorca en Granada o la de Hemingway a unos kilómetros de La Habana. Pero la que me gustaría tener es la de Dámaso Alonso en Madrid, desde que la vi sueño con un salón de dos pisos, libros de arriba abajo: una pasada. Le pregunté cuántos tenía y me dijo: “Pues, no sé, unos cuarenta mil… Pero hay más en el sótano.”

¿Te molesta que se doblen las páginas, que se arrugue el lomo al abrirlo demasiado, subrayas, anotas en sus páginas…?
Si subrayas un libro mío o apuntas algo en él, hemos terminado.

¿Tienes algún tesoro en tu biblioteca? Primeras o raras ediciones, dedicatorias…
Cientos.

¿Tienes algún rincón especial en tu casa para leer?
No, me da igual, me pongo donde se pueda, tengo un despacho, pero si mi mujer está con sus amigas, por ejemplo, o mi hija con las suyas, me voy a otra parte.

¿Lees poesía?
Siempre leo poesía. Siempre la escribo. Los aeropuertos son un buen lugar para leer poesía.

¿Sueles acudir a bibliotecas?
No mucho, salvo que lo necesite o vaya a dar una conferencia a ellas, aunque en esos casos algunas me gustan mucho.

¿Hay algún clásico con el que, por alguna razón, no hayas podido?
Rimbaud me parece una lata.

¿Qué clásico que sabes que vas a disfrutar no has leído aún?
Yo creo que los he leído todos, la verdad.

¿Hay algún tipo de libros que nunca leerías?
En principio, no. Obviamente no leo muchos best-sellers, pero muy de vez en cuando, cae alguno, siempre que me lo recomiende alguien en quien confíe, por supuesto.

¿Cuándo viajas escribes?
Sí, bastante.

¿Has coincidido alguna vez con alguien por la calle o en el metro, leyendo uno de tus libros?
Sí, y es agradable. Los lectores siempre son personas que da gusto encontrarse.

¿Libro en papel o digital? ¿Tienes Kindle o algún tipo de lector electrónico?
iPad. De momento, papel para lo que me importa y tableta para los libros de trabajo. O para libros en inglés, aunque tampoco muchos: como mi mujer es azafata y yo muy chulo, cuando sale algo que me interesa, me lo voy a comprar a Londres.

Libros publicados por Benjamín Prado:

1986:.  Un caso sencillo (Poesía)
1991:. El corazón azul del alumbrado (Poesía)
1992:. Asuntos personales (Poesía)
1995:. Cobijo contra la tormenta (Poesía)
1995:. Raro (Novela)
1996:. Nunca le des la mano a un pistolero zurdo (Novela)
1996:. Dónde crees que vas y quién te crees que eres (Novela)
1998:. Todos nosotros (Poesía)
1998:. Alguien se acerca (Novela)
1999:. No sólo el fuego (Novela)
2000:. La nieve está vacía (Novela)
2000:. Siete maneras de decir manzana (Ensayo)
2001:. Los nombres de Antígona (Ensayo)
2002:. Ecuador (poesía 1986-2001) Poesía (recopilación)
2002:. Iceberg (Poesía)
2002:. A la sombra del ángel (13 años con Alberti) (Memorias)
2003:. Jamás saldré vivo de este mundo (Relatos)
2004:. Carmen Laforet (Escrito con Teresa Rosenvinge) (Biografía)
2006:. Marea humana (Poesía)
2006:. Mala gente que camina (Novela)
2009:. Romper una canción Ensayo biográfico sobre la composición de las canciones del disco Vinagre y rosas junto a Joaquín Sabina
2011:. Operación Gladio (Novela)
2012:. Pura lógica

Escuchar





Algunas veces lo mejor que podemos hacer para ayudar, es escuchar.

¿Para qué leen los niños?


Siguiendo a Matías, en Golosina Caníbal, llego al site de la revista Luthor. Me entusiasmo con la reseña Escenas de lectura familiar, de Guadalupe Campos, sobre un libro de Karina Bonifatti. El tema me toca. En Apóstrofe, Pablo Makovsky se enfoca en lo que parece lo más relevante del artículo de Guadalupe: la idea de que en el libro de Boniffati se vería el despliegue de un modo de lectura digamos creativa, que fuerza al texto, en su caso, el de Harry Potter, a establecer o tener relaciones con otros textos, en su caso, clásicos de la mitología griega.

El punto es estimulante. Del libro y de la reseña, me interesan dos temas: uno, una cierta idea de la lectura que no se rinde ante la soberanía del enunciado sino que lo usa para explorar su propia dinámica, sus propios límites. Y dos, que se toma para desplegar ese modo de lectura un material doblemente innoble: Harry Potter. Innoble por ser un producto de la cultura de masas, de la industria cultural, y por inscribirse en el registro de la literatura (que no merece tal nombre) para niños.

Todo eso está muy bien. Pero, como es mi costumbre, me detengo en un margen, en un pliegue. Guadalupe afirma que son cuatro las preguntas que, implícitamente, organizan o motorizan el texto de Bonifatti: “¿Qué lee un chico? ¿Para qué lo hace? ¿Para qué debería leer? ¿Cuál es la función que debería cumplir un adulto en ese proceso?”.

Lo que me interpela es la respuesta que Guadalupe arriesga para la segunda pregunta: “Entonces, de vuelta a las preguntas iniciales: la primera (¿qué lee un chico?) está bastante supeditada a la segunda (¿para qué lee?): ante todo, busca entretenimiento”.

No comparto en lo más mínimo ese punto de vista. Confieso, mi método es poco científico aunque afín al del libro reseñado: voy a basarme en mi experiencia de padre cuenta cuentos. Y arriesgar otra hipótesis: un chico lee (y entiendo “leer” en el sentido amplio de “consumir relatos”, así sea que los lea por su cuenta o, en voz alta, alguien se los lea o, como suelo hacer yo, se los invente al vuelo) porque busca respuestas.

La misma Guadalupe nos lo dice más adelante, en su artículo: "Para eso [para que un libro les interese a los niños], tiene que tener algún elemento que realmente los inquiete, que consiga que empiecen a interesarse por quedarse en el libro (...) con algo que los inquiete, me refiero a algo que los interpele profundamente, porque se compromete con sus miedos, con sus dilemas reales..."

Es curioso, porque en mi experiencia pasé por algo similar a lo que se nos informa de Bonifatti: ella habría tomado la decisión de abordar sin cortapisas la mitología griega, a pesar de sus tramas truculentas o abiertamente sexuales, porque “alguien que puede procesar la historia de una mujer que consigue el favor sexual de un hombre con conjuros y que se suicida cuando él huye al notar lo que pasó, y de su hijo que en la adolescencia busca y asesina a sangre fría a su padre y a sus hermanos (hijos de otra mujer) en su búsqueda de venganza y de inmortalidad, no necesita cuentitos que atenúen el tratamiento que recibían las esclavas de guerra y que obvien olímpicamente las tramas familiares tortuosas de Esquilo.” En una nota al pie se nos aclara a los que no leímos a Rowling que esta es, en resumidas cuentas, la historia de Lord Voldemort, el antagonista de Harry Potter.

Adopto aquí el estilo narrativo: hace unos meses estaba yo leyendo Macbeth. Venía de seguir a Vero en su paseo, y estaba entregado a un par de traducciones. Mi niño me ve (dice Guadalupe, un poco conductistamente, que esta es la mejor manera de motivar la lectura) y me pregunta: “Qué leés?”. Él todavía no sabe quién es Shakespeare y yo no le revoleé con el nombre prestigioso por la cabeza, fui a lo importante: “Es la historia de un príncipe escocés al que se le mete entre ceja y ceja que él tiene que ser rey pero se encuentra con que el rey de Escocia todavía está vivo”, resumo.  Su reacción fue de lo más natural: “Ah, tiene que matarlo, ¿no? ¿Me leés?”.

La clarividencia de mi niño me conmovió. Tuve una fracción de segundo de duda: ¿leerle Shakespeare a un chico de once? Pensé inmediatamente en cuál era su historia favorita: el manga Naruto. Pensé que Naruto es una típica hisoria de superación personal, desde la insignificancia hasta la gloria, que atraviesa toda clase de asesinatos, padres que entregan a sus hijos a la muerte, discípulos que traicionan a sus maestros, mujeres que traicionan a sus hombres, familias diezmadas por la venganza, hermanos que se matan entre sí, y, sobre todo, dos amigos que se odian a muerte.

¿Qué podía haber en Macbeth que no tuviera Naruto de lo cual debiera yo “proteger” a mi hijo”? ¿Una versificación tediosa? ¿Un léxico arcaico? Respuesta a la pregunta final de Guadalupe: ¿y para qué estaba yo ahí? Decidí leerle Macbeth en voz alta. Después de todo, Macbeth es un guión de teatro.

Entonces, mi relato cuenta la historia de la lectura familiar de un texto de noble alcurnia. Pero quiero señalar que la reflexión en la que basé la decisión de intentarlo fue simétrica a la de Bonifatti.

La lectura duró varias noches. Es cierto: no era algo que pudiéramos compartir con mis hijas menores, y procurábamos los momentos a solas. El ejercicio se extendió varias semanas, con muchas interrupciones en el medio.

Y a pesar de eso, Shakespeare, su relato, mantuvo todo ese tiempo el interés de mi niño. Pasaban los días y volvía a pedirme cada vez que continuara la historia. “¿Y qué pasó, pa? ¿Le mintieron las brujas? ¿Se hace rey? ¿Le hace caso a la esposa? ¿Lo mata al rey? ¿Lo traiciona a Banquo? ¿Se vuelve loca la esposa? ¿Mató a los hijos de Macduff? ¿Qué pasa cuando los ingleses invaden Escocia?”.

Para terminar de exponer mi tesis, permítanme subirme en los hombros de Shakespeare y completar mi respuesta a la última pregunta de Guadalupe: mi hijo mantuvo el interés, también, gracias a mi voz, a mi palabra, a las licencias que me tomé con el texto, a mis explicaciones sobre Inglaterra, los reyes, Escocia, la época.

Agrego, entonces, un corolario a la respuesta dos: los niños leen para establecer vínculos.

No me parece poca cosa: de niños leíamos, creo recordar, por las mismas razones que de adultos.

Julián Rodríguez



¿Escribes siempre en el mismo lugar? ¿Cómo es? 

No escribo siempre en el mismo lugar. Lo hago entre Cáceres y Madrid habitualmente, luego corrijo en trenes y aviones y lugares de espera.

En Cáceres se trata de una casa con doscientos años, en una habitación amplia con estanterías repletas de libros a mi espalda y un patio con flores y un pozo y algunos árboles más allá de la ventana… En ocasiones, salgo al patio a descansar un rato y a escuchar el cortejo de los pájaros que vienen al atardecer.

En Madrid, en cambio, escribo en un quinto piso con grandes ventanales. Veo tejados, un gran parque “alternativo”, que es huerto también... También hay libros a mi espalda, en una vieja estantería rescatada de un ultramarinos francés del siglo XIX

¿Escuchas música mientras escribes? 
Fundamentalmente clásica. Interpretada, sobre todo, por raros músicos rusos que la Pereistroka y la expansión del formato CD nos trajo desde principios de los 90. También Bach, claro, y algo de música francesa de los primeros años del siglo XX.

¿Sueles llevar un horario estricto? ¿Cuál es la mejor hora?
No soy nada estricto en el horario, pero no puedo escribir antes sobre otra cosa. El día ideal sería: primavera, nada de frío en el ambiente, tranquilidad alrededor, muchas horas por delante. Un domingo, por ejemplo, sin graves obligaciones para el lunes.

¿Utilizas cuadernos para tomar notas o lo haces todo a ordenador? 
Escribo a ordenador, pero en ocasiones tomo notas, a veces en los márgenes de las copias del libro que voy imprimendo… Suelo usar libretas de Muji… Y también unas que editamos en Periférica (en realidad, son cuadernos en blanco).

Cuando estás muy metido en la escritura de un libro, ¿te cuidas a la hora de elegir las lecturas para que no te influyan?

Rotundamente no… No me importa que otros textos acaben nutriendo los míos. Todo lo contrario.

¿Hay algo concreto que no puedas/debas hacer mientras escribes? Alguna manía…

He escrito hasta en la cafetería de un centro comercial. Y durante semanas… No tengo manías. Y, por decirlo en los mismos términos que antes, “no me importa” que la realidad acabe nutriendo mis textos, todo lo contrario.

¿Tienes lecturas de descanso? 
Desde hace años, en mi tiempo libro suelo leer más ensayos y poesía que novelas. Salvo en algunas etapas del año… Podríamos decir que mis “lecturas de descanso” son cómicos y novelas gráficas.

¿Cómo es tu biblioteca personal? ¿Me la puedes describir?

Amplia, ecléctica. Con libros que compré a los 14 años y libros que compré ayer mismo. Dividida en cuatro casas casi (dos de ellas familiares) por su amplitud… Pero eso no me desespera. Simplemente me “coloca” en otra situación respecto a esa idea de biblioteca y de posesión.

¿La tienes ordenada de alguna manera?

Por géneros y alfabéticamente en el caso de la biblioteca que conservo en casa de mis padres, a la que dedicamos toda una habitación, y en la que también hay volúmenes que pertenecen a mi hermano… En la casa familiar del pueblo guardamos catálogos de arte, cómics, novelas clásicas, libros ilustrados… en un caos divertido (cuando te animas a buscar aquello que creías olvidado)…

¿Eres fetichista con el libro como objeto?

No soy bibliófilo. Amo los libros, y amo las ediciones hermosas y exactas, pero me gusta tanto una buena edición reciente como una buena edición “de época” (si el libro es antiguo, claro).

¿Qué casa de escritor te hubiera gustado visitar o has visitado y te ha fascinado?

Tengo un viaje pendiente para ver la casa del escritor norteamericano Thomas Wolfe, del que acabamos de publicar en Periférica El niño perdido.

¿Te molesta que se doblen las páginas, que se arrugue el lomo al abrirlo demasiado, subrayas, anotas en sus páginas…?
Doblo las páginas, sí, en ocasiones subrayo y anoto…

¿Tienes algún tesoro en tu biblioteca? Primeras o raras ediciones, dedicatorias…

Tengo algunas primeras ediciones y algún libro antiguo de interés. Desde Jules Vallès a Saint-Beuve, de Remy de Gourmont (con grabados muy hermosos) a John Ruskin…

¿Tienes algún rincón especial en tu casa para leer?

Me gusta leer tumbado a ser posible, en un sofá o en una cama. Con buena luz a un lado, si es de noche.

¿Lees poesía? 


Sí, leo poesía habitualmente. No suelo leer el libro de un tirón, sino que lo abordo por fases. Y luego releo… En cuanto a mis poetas favoritos, vuelvo a ellos cada poco. Y en ocasiones los tengo presentes al escribir.

¿Sueles acudir a bibliotecas?

Como no tengo mucho tiempo libre, no suelo acudir a bibliotecas últimamente, pero fui adicto durante un tiempo: de lunes a domingo. La biblioteca de Cáceres abre sábados y domingos. En Madrid hay excelentes bibliotecas. Cerca de mi casa madrileña está la del Reina Sofía, que es ideal para leer y trabajar.

¿Me podrías hacer un canon de libros?

Imposible. Sería larguísimo. Citaré a algunos autores (muy conocidos todos ellos) que me parecen fundamentales. Una docena exactamente (podrían ser 100): Fernando Pessoa, Hannah Arendt, Walter Benjamin, Robert Walser, Albert Camus, Cesare Pavese, Jean Rhys, Natalia Ginzburg, Marguerite Duras, Samuel Beckett, William Faulkner, Jorge Luis Borges.

¿Hay algún clásico con el que, por alguna razón, no hayas podido?

Creo que no. O no lo recuerdo ahora.

¿Qué clásico que sabes que vas a disfrutar no has leído aún?


Algún griego, algún latino… Queda tanto por leer, por aprender.

¿Hay algún tipo de libros que nunca leerías?

Soporto en formato cine lo que no soporto en formato libro. Hay muchos best sellers y libros de autoayuda que nunca leería.

¿Cuando viajas escribes?

Corrijo, tomo notas, “pienso en prosa” sobre lo que estoy leyendo…

¿Te has encontrado alguna vez en un mercadillo o librería de viejo alguno de tus libros? 

Sí, en la Cuesta de Moyano de Madrid y en el mercado de Sant Antoni de Barcelona… Pensé, como todo el mundo, imagino, que ya estaba en la “rueda” de los libros y el tiempo, es decir, que mis libros ya eran de todos.

¿Has coincidido alguna vez con alguien por la calle o en el metro, leyendo uno de tus libros?

Sí, en el metro de Madrid y en un avión a Roma. También, varias veces, en trenes que hacen el trayecto Cáceres-Madrid o viceversa (pero como podría ser considerado un autor “local” en Cáceres, esto último no me produjo ninguna sorpresa).

¿Libro en papel o digital?

Tengo varios dispositivos, todos ellos frutos de algún regalo. Pero leo habitualmente en el iPad. 




Algunos libros publicados por Julián Rodríguez:


Hoy Jack Kerouac habría cumplido 90 años. Aquí un pequeño homenaje

Para celebrarlo, dejo un extracto de su diario, escrito a los 19 años. 




I returned to college in the Fall, but my mind wasn’t at rest. My family was not any too well fixed; I felt out of place, the coaches were insulting, I was lonely; I left and went down to the South to think things over. Since then, on my own, I have been learning fast, writing a lot, reading good men, and have been slowly making up my mind, seriously & quietly. Either I am loathsome to others, I have decided, or else I shall be a beacon of rich warm light, spreading good and plenty, making things prosper, being a cosmic architect, conquering the world and being respected, myself grinning surreptitiously. Either that, Sirs, or I shall be the most loathsome, useless, and parasitical (on myself) creature in the world. I shall be a denizen of the Underground, or a successful man of the world. There shall be no compromise!!! I mean it.
Y a continuación, un vídeo en el que aparece en el Show de Steve Allen, 1959, donde, tras contestar a una serie de preguntas, él mismo lee un extracto de su libro. 


Perrito piloto

Soy el perrito piloto de una feria de pueblo y cada vez que viene alguien con posibilidades de ser mi futuro dueño, saco mi escopeta de agua y disparo a bocajarro. Y es que no quiero irme de aquí. Soy el premio gordo de entre todos los peluches que me miran con envidia, y no quiero terminar en lo alto de una estantería de un cuarto infantil llena de polvo, olvidada y teniendo que soportar ver desde allí arriba la rutina de una familia media, cuando puedo seguir aquí sintiéndome objeto de deseo, entre música, algodón de azúcar, luces de colores, como si fuera top model o actriz o el plato fuerte de un menú degustación.

31 de marzo de 2003.

Anselmo

Me he levantado sola y con una de las peores resacas de mi vida. Toda la casa huele a cerveza y a tabaco. Y mi estómago vacío no para de crujir. Me han despertado los ruidos de las obras de la casa de enfrente. Y cuando me he asomado al balcón para ver qué tiempo hace, me han visto todos los obreros con las tetas al aire. He vuelto a entrar dentro y me he mirado en el espejo para hacerme una idea de la impresión que les habré causado. Un asco. Ya no tengo edad para levantar pasiones. Me he vestido sin lavarme y he bajado a comprar más tabaco. La portera me ha recordado que el casero vendrá esta tarde a cobrar lo que le debo. Mientras hablaba he notado cómo se apartaba de mí con cara de asco. De camino al estanco, he comprado en la farmacia una caja de valium y alguien ha hecho algún comentario despectivo sobre mi olor corporal. Que se jodan. A ver quién tiene huevos de ducharse sin agua caliente con este frío. Aprovecho para llamar a Anselmo desde una cabina. Alguien me ha contado que San Anselmo murió en la hoguera. Le invito a casa a seguir bebiendo. No puede. Su mujer se ha ido de casa y se ha llevado las llaves. Así que decido ir a verle, y evitar la visita del casero. Anselmo vive en una casa de protección oficial rodeada de jardines de árboles escuálidos. La paz que debería reinar se ve truncada por los gritos de los miles de niños que habitan ese barrio y el chirrido permanente de columpios oxidados. Anselmo está tumbado en la cama y seguro que huele peor que yo. Pero no tiene mala cara. Me tumbo a su lado y enciendo un cigarro. Suena el teléfono. Lo cojo. Es su amiga la del teléfono erótico. Un encanto. Hablo con ella durante horas hasta que me muerdo el labio y no tengo ganas de continuar. Estoy sangrando. Anselmo me regaña por manchar sus sábanas. Me largo a casa. Ha vuelto el agua caliente.

A propósito de las razones para no ver a Roger Waters


Creo que entiendo y comparto casi todos los argumentos por los cuales Roger Waters, el millonario que hace treinta años roba con lo mismo, el megalómano que llevó a Pink Floyd a la ruptura, el ególatra que, justamente a partir de The Wall, puso al servicio de sus delirios infantiles una equipo de instrumentistas de una sensibilidad excepcional, no merece que vayamos a verlo.

Por todas estas razones, yo dudé mucho de ir a este nuevo recital. De hecho, y por todas estas razones, por considerar que un Pink Floyd sin Gilmour no es Pink Floyd, que, incluso, un Pink Floyd sin Waters es bastante más Pink Floyd, no fui a ver a Waters las veces anteriores que estuvo en la Argentina.

De todas maneras, si la polémica 'ir/no ir' adquiere el carácter de una guerra de sensibilidades, se me hace una guerra muy infantil, una escaramuza de remeras estampadas.

No obstante, lo que me resulta grato de esa guerrita, que evidente e inevitablemente se da, es que es la señal de que 'la cosa Pink Floyd' nos con-mueve.

Mi primer vinilo de Floyd fue The Final Cut. Me lo regalaron unos amigos para mi cumpleaños 16 o 17, ni siquiera cuando era una novedad, sino unos años después del lanzamiento. Pero me lo regalaron porque sabían que me gustaba Pink Floyd. Para ese momento yo ya había visto la película y conocía The Dark Side of the Moon y Wish you were here, aunque no sé en que orden los habré escuchado.

Por muchísimos años, ese disco fue el único registro de Pink Floyd del que fui propietario. Pink Floyd fue, durante mi adolescencia, objeto, soporte y ocasión de conversaciones. Siempre lo escuché de prestado. Recién en los noventas largos me compré The Dark Side of the Moon y Wish you were here, en CD, obviamente. Y no hace mucho, el DVD de la película.

De alguna manera, yo soy conciente de ir a ver este show un poco porque peor es nada, porque hace siglos que esperamos a Gilmour y nadie logra traerlo. Sé que cuando llegue Ese Solo, voy a estar escuchando al pobre guitarrista al que le toca el envite con orejas de 'a ver cómo te sale, pibe'.

Pero eso es 'culto de la personalidad'.

La cuestión es, me parece, que hay otra manera de pensarlo. Se afirma que The Wall es el principio del fin de Pink Floyd, un movimiento signado por una monomanía de Waters que se cristalizará en The Final Cut. Se afirma que los fans de la primera hora se decepcionaron con The Wall. Se afirma que retiraron su afecto con The Final Cut. Se afirma que con The Wall, Waters empieza a parasitar y fagocitar a esa entidad idealizada que llamamos Pink Floyd. Se afirma, además, que incluso la relación entre Waters y Alan Parker durante el rodaje de la película no fue buena, que eran más las diferecias de criterio que las coincidencias, que la película que vemos es una suerte de solución de compromiso, que no es la película que ninguno de los dos imaginaba.

Lo que yo pienso es que The Wall es lo que es (la obra más grande de la sensibilidad rockera, su culminación y su resumen) a pesar de sus creadores, por obra y gracia de lo que sus escuchas hicieron con ella.

O lo que es lo mismo: aunque los millones se los lleve el perfectible individuo Waters, The Wall es nuestra.

Yo voy a ver este show con mi hijo de 12. Lo llevo, no tanto para informarlo de una 'pieza importante de cultura' como para que sepa algo de su padre (qué significa ese signo, será parte de los libros que a su manera escriba él).

Entonces, si algo pasa en la sensibilidad de mi hijo con este show (admito que mi apuesta es grande y la decepción puede ser mucha), si algo que tiene que ver con él y su padre queda inscripto en el registro de 'lo que nos decían los libros cuando éramos adolescentes', entonces, porque es nuestra, The Wall aún vive.

Los números de un día en Internet

Como la imagen embebida no se ve muy bien, les dejo el link para que puedan ingresar y verlo como se debe:

http://www.mbaonline.com/a-day-in-the-internet/

A Day in the Internet
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Feliz día féminas de este planeta


Si tuviera una hija, le diría que ser mujer es doloroso.
Le diría que nos cantan canciones irreales y  que nos ilusionan con poemas hermosos.
Le diría que nos conocen las debilidades y que no se preocupe, la perfección no existe.
Le diría que tenemos muchas lágrimas, y que no está mal derramarlas cuando se sienten de verdad.
Le diría que a la vida le gusta vernos decidir cosas fuertes, y que tenemos que cumplir.
Le diría que está bien equivocarse, que de seguro no alcanza ni la mitad de mis errores.
Si tuviera una hija, le diría que es lo más lindo que me ha pasado, que es hermosa.
Le diría que grite, que corra, que rompa cosas, que se estrese, pero que no se deje vencer.
Le diría que no se sienta menos, nunca.
Le diría que todo eso es lo que nos toca, pero que estamos preparadas.
Le diría que confíe, que tenga fe.
Y le diría que ser mujer es lo más maravilloso del mundo.
Le diría que ser mujer sólo puede compararse con ser mujer.


 


Feliz día internacional para las mujeres de este planeta, hermosas y bellas todas.

Curry

Tengo un colega bastante infeliz. Se llama Curry, tiene los ojos tristes y físicamente es una mezcla entre Alfredo Landa y Pedro Picapiedra. No levanta del suelo más de 1,55 y no encuentra su lugar en el mundo. Y encima hoy me cuentan que ha salido en la tele. Y pensé, coño, que sea por algo bueno. Qué va. Era un reportaje sobre los que salen de marcha los jueves y no regresan hasta el lunes. Y el pobre Curry allí estaba, apoyadito en una barra intentando hacer amigos, mientras su jefe le creía en la cama con gripe y le miraba con ojos de indignación frente a la tele, mientras degustaba un menú de bar de polígono industrial.

23 de octubre de 2002

Anselmo

El bar está como siempre: mal iluminado, apesta a tabaco y a pegajoso alcohol, y esto, como siempre, me resulta bastante apetecible, así que me siento en la barra y pido un vodka. De la gente que hay en el bar, los pocos que no me conocen me miran con desconfianza, no tengo pinta de puta pero no entienden que una mujer entre sola en un tugurio así y salga de él sin un hombre.
Mientras me enciendo un cigarro, noto cómo pesan sus silenciosos ojos sobre mi cuerpo. Me evalúan. Y me apetece volverme y mirarles las caras, ver si puedo leer en ellas el resultado de lo que han visto, ¿tendré un buen polvo? Pero sigo sin mirarles, sonrío para mis adentros y me pregunto por qué los hombres que entran solos en los bares nunca valen una mierda. Y se me acerca el pesado de Anselmo. Es un pobre mentiroso que se pasa las horas en el bar esperando que caiga la noche para que el amante de su mujer salga de su cama. Entonces él se va a casa y, mientras ella duerme, él llama a su amiga la del teléfono erótico y charlan durante horas. Siempre me ha parecido que su historia era triste hasta que un día, Marieta, su mujer, apareció en el bar. Estuvieron horas y horas hablando, pero no había rencores ni malas palabras, que va. Se reían, se contaban cosas como si llevaran tiempo sin hablar. Y luego ella se marchó y Anselmo siguió bebiendo, pero con el gesto iluminado, había disfrutado mucho hablando con su mujer. Una grata sorpresa. Desde entonces le respeto mucho más.
Pero hoy viene con malas intenciones. Pretende descargar en mí todas esas historias que le gustaría que le hubieran ocurrido alguna vez y que no hay dios que se las crea.
Qué pasa Anselmo.
Me pareció verte el otro día saliendo de una peluquería.
Puede ser. ¿la del bulevar?
Justo, esa. Me sorprendió. Pensé que las mujeres como tú se levantaban ya con esa pinta. Que no necesitaban la ayuda de nadie para estar así.
¿Qué pinta? – Ya está, tirándome los tejos -
Como de putón trasnochado.
Los putones trasnochados también nos teñimos las canas.
Mi mujer me ha dejado por otro.
Pensé que eso ya lo había hecho hacía mucho tiempo. ¿Pretendes descargar en mí tu mala hostia? Porque ando algo escasa de tiempo.
No, sólo venía a charlar con alguien por el que sintiera más pena que yo, y ya me siento mucho mejor, gracias.
Qué capullo. Llamo al camarero, pido la cuenta y mejor me voy a casa. Malo es el día que ni Anselmo siente respeto por mí. Salgo del bar y no puedo evitar mirarme al espejo de la salida para comprobar mi pinta. Coño, realmente parezco una puta trasnochada.

22 de octubre de 2002

Perro vaca


Tengo un perro que unos días se levanta perro y otros se levanta vaca. Es curioso. No tiene un orden lógico. Así que cada mañana miro a ver qué tipo de animal se ha levantado. Cuando es perro no hay problema. Le doy una vuelta por la plaza para que cague y luego lo subo. Pero cuando es vaca... eso ya son palabras mayores. No cabe en el ascensor, así que bajamos por las escaleras vigilando que no salga en ese momento ningún vecino para que no proteste y se queje a la comunidad. Entonces la llevo a un parque donde arrasa con el césped mientras yo me avergüenzo ante las miradas de asombro y las carcajadas, y tengo que confesar que siempre me siento tentada a dejarla allí abandonada. Pero luego pienso “pobre animal”. El nunca lo haría.
Así que unos días me siento una mujer liberada, en mi pequeño apartamento, compartiendo mi vida con un perro, y otros días soy una pobre granjera sin granja y con una vaca triste que no tiene espacio ni para respirar. Pero lo llevo bien. Lo uno es compensado por lo otro. Mi perro me adora, me saluda cuando llego, me ofrece su pelota para jugar... mientras que la vaca me mira deambular por el cuarto de estar, con ojos tristes, como diciendo “Yo me iría, pero la verdad. Pobre animal. El nunca lo haría”.
22 de octubre de 2002

Visita inesperada

Esta mañana, al levantarme, no he podido desayunar tranquilamente ya que en el cuarto de estar me he encontrado con un platillo volante. Y claro, no me iba a poner a preparar café. Así que, cuando he conseguido salir del asombro, cuando me he empezado a familiarizar con el aparato, han empezado a oirse voces en su interior. He esperado un rato en la puerta para ver si alguien se decidía a salir, pero como no aparecía nadie, he llamado un par de veces y las vocecitas se han callado. Así he pasado largo rato, rodeando el platillo, acercando la oreja para intentar entender lo que decían ahí dentro, hasta que no he tenido más remedio que ponerme en marcha y vestirme a toda prisa para llegar a tiempo a trabajar.
Me he pasado todo el día pensando en ese chisme y no he dado pie con bola. Y eso que he salido tarde por todo lo que tenía que hacer.
Y cuando entro por la puerta me encuentro con un ser violeta de unos 40 cms de alto, con antenas y una pinta totalmente absurda que, de brazos cruzados y con gesto de indiganción, me pregunta: "¿pero qué horas son estas?" Desde entonces vivimos juntos. Aunque a veces es un poco déspota, cuando quiere es un cielo. En casa no da ni golpe, y a la calle no sale porque la luz solar le derrite el cuerpo. Pero tiene mucho sentido del humor. No sabe cocinar, aunque come como una mula. Y su platillo volante huele que apesta.
Solo llevamos una tarde viviendo juntos, pero creo que es él. Sopesando los pros y los contras, creo que haremos una pareja perfecta. Aunque a veces pienso que tiene un poco de morro: por aparecer en mi casa sin previo aviso, no dar ni chapa, gorronear toda la comida que encuentra y aparcar su nave en mitad de mi cuarto de estar. Pero supongo que así empiezan todas las grandes historias de amor. Y sobre todo, que con sus antenas podemos ver Canal Plus.

17 de octubre de 2002.

Montaña rusa


La nena más chica mira el trencito subir, bajar y dar vueltas a una velocidad atemorizante. Arrastrada por el entusiasmo de sus hermanos mayores, se aferra a mi pierna con miedo y fascinación. Me pide upa cuando vamos llegando al acceso de la atracción. Nos sentamos los cuatro en un vagón, los mayores adelante, la chiquitina y yo detrás. No se despega de mi cuerpo y se agarra de la barra de seguridad con toda su fuerza. El trencito arranca. Son exactamente cuatro vueltas, ni siquiera tan vertiginosas, no más de cuatro minutos. Todos gritamos en las bajadas. Mezcla de montaña rusa y tren fantasma, hacemos bromas al pasar junto a un gigante calamar de espuma, debajo de un tiburón enorme. El tren se detiene y bajamos. La beba a upa. Al salir de la atracción, la dejo de vuelta en el suelo.


“Otra vez”, me pide.

Sólo uno más...



 
Odio a las personas que lo verán todos los días
y que no sabrán que tienen a mi gran tesoro frente a ellos...
Los odio porque no lo mirarán a los ojos como yo lo haría,
no le sonreirán como yo lo haría,
no correrán a él como yo lo haría,
no lo abrazarán como si el mundo fuera a terminar,
ni le dirán al oído que es lo que más quieren en esta vida.
Odio a esas personas que pasarán de largo
y para ellos, él sólo será uno más.

Lucas Pizarro y sus largos duelos

"Cabe preguntarse para qué se manifiestan 
los furiosos deseos resumidos en esos labios..."
Alejandra Pizarnik


...estoy en el subte y me fijo en una mujer que me recuerda (pobre de mi) a mi ex esposa.

El mismo color de pelo, los mismos pómulos marcados, la nariz dura, el mismo tic nervioso de morderse el lado interno del labio inferior.

Más allá de los rasgos físicos, similares unos a otros al evocarlos aisladamente, es esta manifestación del carácter la que captura mi atención.

¿Qué significa un tic? ¿acaso es la señal de algo? ¿es siempre síntoma de lo mismo? ¿es acaso la rumia de una misma rabia la que lleva a dos mujeres distintas a morder con igual insistencia su propio labio?

Por las dudas, aunque es bella y me sostiene la mirada, no le hablo.

Acerca de la situación financiera de la Municipalidad de Porteña [2]

El flujo de fondos
 
Supongamos que uds., sus vecinos, yo o cualquiera, en noviembre o diciembre decidimos  organizar nuestras finanzas para el año 2012 y, papel y lápiz en mano, calculadora o planilla de cálculo, estimamos que tendremos un ingreso de plata de $ 1.000 y salidas por $ 900. Con eso se puede pensar que nos va fenómeno porque nos sobrarán $ 100.

Claro, nos faltó un detalle que tiene que ver con el tiempo. Si las salidas de dinero se producen el 1º de enero y las entradas el 31 de diciembre entonces en lugar de "fenómeno" vamos a decir "estamos en el horno". Eso se debe a que no hay coordinación, no "calzan", los tiempos de ingreso con los tiempos de egresos.

El ejemplo, que resulta pavo de tan sencillo y exagerado que es, tiene la virtud de mostrar claramente lo que es un problema de flujo de fondos, es decir, montos y tiempos de los ingresos comparado con montos y tiempos de los pagos. El problema de la Municipalidad es que el flujo de fondos actual "no cierra", y eso se origina en la deuda que, en total, es de unos $ 7 millones pero..., ¡ojo!..., el problema ahora no es el total de la deuda, tampoco lo son todas las deudas.

La deuda que no es un problema
 
Entre esos $ 7 millones están los $ 900 mil que se le deben a la Provincia, pero se pagan en 20 años y con una tasa de interés muy baja, casi regalada, la cuota mensual es algo más de $ 5mil, que significan menos del 1% de la masa salarial. En términos del flujo de fondos o de capacidad de pago se puede decir que "no mueve el amperímetro". No es un problema.

La deuda que puede ser un problema

A partir de este mes, y durante 120 meses, se pagan algo más de $ 57 mil por el préstamos del ENHOSA para la primera etapa de la obra de cloacas, en el año son unos $ 650 mil, dentro de cuatro años y por efecto de la inflación será soportable, pero ahora es un plomo. Además, durante todo 2012 y buena parte de 2013 hay que pagarle a la empresa constructora unos $ 40 mil por mes por el crédito otorgado para poder completar la obra, en el año otros $ 480 mil. En total, más de $ 1 millón 100 mil.

Al guien podrá decir "eso se paga con la contribución de mejoras que se recauda", es cierto, puede ser, siempre y cuando los tiempos y montos de recaudación "calcen" con los tiempos y montos de pagos pero, por lo que se está viendo, esta parte de la deuda va camino a ser un problema.

La deuda que es un problemón... ¡ahora!... ¡ya!

Pongo este cuadrito:



Deuda vencida al 31/12/2011
Proveedores de bienes y servicios 450.000,00
Cheques de pago diferidos no ingresados 180.000,00
Rendiciones de fondos con saldo deudor 100.000,00
Bases Construcciones SRL (O.Cloacas) 870.000,00
Total Deuda Vencida 1.600.000,00


Por qué esta deuda es un problemón:
  1. Porque está vencida, el monto mayor de facturas está en un entorno de 90-120 días, pero también las hay a 240 y hasta 300 días.
  2. Los cheques están por ahí dando vueltas, no podemos saber quién los tiene, la única manera de "atajarlos" es poniendo plata en el banco.
  3. La deuda con la constructora, aparte de vencida, genera intereses punitorios y gastos, una bola de nieve en plata y algunos adicionales importantes que prefiero saltear ahora.

Los recursos normales con que contamos, la recaudación propia y la coparticipación provincial, alcanzan para los gastos de funcionamiento y cumplimiento de servicios normales pero no para levantar este muerto. Aún si la Provincia nos diera los $ 350 mil del subsidio que nos debe, aliviaría un poco pero nada más.

Aclaro que estas cifras surgen del acta de transferencia, del balance provisorio de la ejecución presupuestaria 2011 y documentación legal y contable.

Lo que no vendrá

Los famosos Aportes del Tesoro Nacional (ATN) que eran el revoleo de la chequera oficial de Menem y De la Rúa prácticamente ya no existen, ahora los dineros de la Nación y la Provincia vienen si media la adhesión a un convenio y las partidas tienen un destino específico, y ninguno de esos destinos contempla el pago de deudas. Eso lo sabemos nosotros y también lo sabía la administración precedente.


Resumen
Este balancecito es suficiente:

Necesidad de plata para pagar la deuda vencida: $ 1.600.000,00

Plata disponible para pagar la deuda vencida: $ 0,00


¿Se entiende cuál es el problema?




Hello world (so it goes)

Los ritmos de la vida y los de la electricidad no necesariamente coinciden.

Hace dos días, Luc festejó los diez años de Resacas con un relanzamiento. Algo (muy breve) dije al respecto en La Red Social, pero no lo dije aquí (navegamos a la vez dos mares de aguas diferentes; será cuestión de probar nuestra marinería). Fueron dos días en que habité el mundo real y, la verdad, es que escribir en un blog, componer un post, requiere un tiempo y una dedicación que La Red Social, toda ella tan práctica, tan automática, tan frictionless, no requiere.

Pero como es casi una cuestión de principios, vengo a enmendar ahora.

Resacas vive porque Luc así lo desea. Viva Resacas.

(Como dice Javier, es cuestión de enriquecer la web. Exagerando un poco -pero, para ser honesto, no creo que mucho- enlazar de la manera que dice Javier es hoy casi una declaración política.)

Enlaces, señores, enlaces. Una economía del don y una ética de la lectura (leer con dedicación, en perjuicio del meme).

No tenemos que olvidar tampoco una idea del viejo McLuhan: toda tecnología convierte a la tecnología que la precedió en una forma de arte.

Salud, blogueros.

Concentración antinuclear en Villar de Cañas.




El día 12 de febrero de 2012, justo unos meses después de conocer que Villar de Cañas (Cuenca) había sido el pueblo ganador del premio gordo nuclear, (tanto para los que jugaron a esta  macabra lotería, como para los que no) Tubo lugar una megaconcentración antinuclear como nunca antes se había dado en Cuenca.




Villar de Cañas, un pueblo de apenas 1000 habitantes, reunió alrededor de 5000 voces diciendo NO QUEREMOS CEMENTERIO NUCLEAR

Nosotras, junto con otros muchos amigos, estuvimos allí para demostrar a los políticos  que en Cuenca no existe consenso social en cuanto a la instalación del ATC en la provincia.

Además de decenas de autobuses que vienen de todos los sitios de la geografía nacional, queremos hacer una mención especial a los chicos de la ECO-MARCHA en burro, entre los que estaba mi hermano. Ellos salieron el día 8 de la localidad conquense de Mota del Cuervo, para recorrer andando, con una mula que carga los aperos, hasta Villar de Cañas a la gran concentración. En su caminar de esos días han estado dando charlas a las gentes de los pueblos donde pernoctaban sobre los peligros de la instalación del ATC en esta provincia.

Acerca de la situación financiera de la Municipalidad de Porteña [1]

Llevo tiempo sin actualizar el blog, tal vez por falta de tiempo, de inspiración o de ganas, o todo eso junto, pero... siempre aparece algo que mueve el ánimo de darle al teclado y exponer datos, opiniones o, como no es un blog especializado en nada, simplemente meterme en temas varios incluidas pobres incursiones literarias.

El motivo para esta serie viene dado por las repercusiones alcanzadas por las declaraciones del Intendente acerca de la posibilidad de declaración de emergencia económica, publicada en diarios regionales y en la página web de la FM libertad, a una referencia al pasar del conductor del programa Contacto Directo de hoy y a una intervención de un concejal de la oposición.

En este caso debo ser preciso sin que esa precisión afecte la comprensión del contenido ni siquiera por parte del más lego en estos asuntos.

Para escribir lo que escribo en esta nota y las que seguirán tengo a mi favor estos puntos: 
  • Llevo bastante tiempo observando, estudiando y pensando los asuntos de Porteña y su Municipalidad. 
  • Tengo sobre mi escritorio una carpeta titulada "Raíces", y en su interior están "Las 20 verdades peronistas" y "La Declaración de Avellaneda de la UCR de 1945", que son más compatibles de lo que muchos pudieran pensar y, ambos, compatibles con un libro muy antiguo y sabio muchas veces citado pero poca veces aplicado en cuanto a sus enseñanzas sobre los menesteres terrenales. 
  • Soy un vecino común y corriente, con un plus de conocimiento derivados de su profesión pero sin fanatismos partidarios intestinales. 

El concejal que intervino hoy en la radio tiene una invitación mía, formulada en ocasión del tratamiento del presupuesto 2012 en el Concejo Deliberante, a pasar por mi oficina a charlar sobre estos asuntos, sabe que encontrará a alguien dispuesto a informar y a escuchar sugerencias.

Este es un tema serio, importante, que afecta a toda la población y merece ser tratado con responsabilidad dejando de lado la fiebre de la campaña electoral y las dignidades ofendidas. Hacerse los "rulos" en reuniones de locales partidarios, en mesas de café, en charlas de asados o de esquina no aportarán sino ruidos, malos entendidos, confusión y malestar.

Es hora de pensar en Porteña.

Continuará.








Ahí va el Capitán Beto

Grupo de permacultura "Bosque de alimentos de Juan Antón"





Como nació el grupo de permacultura "Bosque de alimentos de Juan Antón", un grupo de amigos interesados en una forma alternativa de habitar el mundo.





Conocimos a Jesús López Reyes en uno de los encuentros de voluntarios de la ONG "Educación para un Mundo más Igualitario y Sostenible" (EMIS). Jesús acudió al encuentro invitado por un amigo cooperante para ver que se cocía en los adentros de nuestra pequeña ONG. 

En éste encuentro, uno de los puntos a tratar era buscar un enfoque más social a nuestro voluntariado en España. La gran mayoría de los voluntarios de EMIS desarrollan sus voluntariados en aula y algunos de nosotros, los que no somos educadores de profesión, nos pusimos de acuerdo para trabajar como voluntarios en otros asuntos como consumo responsable, sobre todo en cuestiones de alimentación y por ahí enganchar con grupos de consumo local y agroecológico.


Jesús llevaba tiempo haciendo sus pinitos en agroecología y justo en esos meses había empezado a meter la cabeza en algún curso sobre permacultura. Así, en uno de sus viajes en busca de conocimientos, cayó en la finca de Juan Antón. Fué allí donde saltó la chispa y comenzó a mover un gran encuentro en el que Juan Antón fuese el anfitrión, con la idea de generar un grupo de amigos conectados que nos diese la posibilidad de instruirnos de una forma agradable y gratuita. 

Jesús, contó con nosotras para mover la idea en nuestro entorno y hacer un gran grupo inicial. Así fue como nació el "Grupo de permacultura Bosque de Alimentos de Juan Antón" , que hoy ya cuenta con 172 socios y así fue como llegamos a Alzira a hacer nuestro primer curso de introducción a la permacultura.

Microcuento I


Eran tan sinceros, que incluso mientras dormían se miraban a los ojos.

Las tendencias en las presentaciones

Muy buenas estadísticas para reevaluar las presentaciones que hacemos:

http://www.slideshare.net/rashmi/slideshare-zeitgeist-2011/

Enjoy!

Suena Zappa

Suena Zappa. Eso no significa mucho. Es decir: a lo sumo representa una declaración, eso que los gringos llaman “self-presentation” y, tratándose de Zappa, podría significar: me creo un perro verde, en algún sentido superior al promedio, de paladar sofisticado y distante del gusto del rebaño, de mayor o menor actitud crítica, bastante cínico, dispuesto a afectar, sino experimentar, el goce de composiciones retorcidas y contraintuitivas. Etcétera.

Es decir, y como sea: suena Zappa. Este sería un buen momento para colar en este relato la noción de que la música de Zappa es como un caleidoscopio, el efecto más o menos vertiginoso de la salvia divinorum, algo de carácter interdimensional, pero la verdad es que sólo se trata de un cuento, una historia que comienza diciendo “Suena Zappa”.

Como en todo cuento que se precie, lo interesante sería desentrañar la circunstancia, la razón, el meollo, el quid de la cuestión. No obstante, un listado de palabras surge entre mis documentos y me obliga a distraerme de lo esencial, de lo vital, del pulso rústico de los cuerpos, del tren rojo y alocado del pensamiento y de la acción. Eso: sobre todo de la acción. Puesto que ¿qué pasa en este relato?

De momento, sólo sabemos que hay un hombre (aunque bien podría ser una mujer, lo que demuestra cuán poco sabemos) que está escuchando a Zappa. Aunque eso tampoco es necesario. Es decir: es probable que suene Zappa en un ambiente deshabitado o en presencia de un sujeto (hombre o mujer, Juan, Pedro, Marcia o Michi) incapaz de percibirlo o al menos apreciarlo, o, lo que es lo mismo, que lo oye sin escuchar. Eso, quizás lo sepan, es perfectamente posible: suena Zappa y para nuestro sujeto es como si un tremendo acorazado hiciera retumbar los siete mares con un estrépito calmo, con vibración tectónica, casi como quien dijera un silencio ciego.

O pasa un camión.

Entonces tenemos que ante nosotros se encuentra un hombre (o una mujer) para el cual la música de Frank Zappa es como el silencio que precede a la llegada del circo.

Luego, llega el circo.

El payaso pasa haciendo malabares con mandarinas. Detrás vienen tres elefantes de diferentes razas, uno grande, gris, africano, uno pequeño, más claro, asiático, y uno que no. Todos saludan con las orejas y avanzan aferrados con la trompa al elefante de adelante. Hay uno que no.

Nuestro hombre (o mujer), se levanta del lugar donde reposaba sin escuchar a Zappa, se acerca al balcón que a este fin implantamos de pronto a su disposición y desde allí agita la mano como despidiendo a un barco, como aventando penas, como escurriendo un cristal que de pronto se hubiera empañado por la pesada respiración de los elefantes, los payasos, la troupe de acróbatas que viene detrás haciendo piruetas y del grupo de mimos que de pronto se congela como si una fotografía de mica los retratara, impávidos, grises, altamente resistentes al calor. Inmediatamente, una jauría de caniches se desparrama alrededor de los mimos como bolitas de mercurio en dos patas y con colitas ridículas.

Los mimos  permanecen en sus lugares. Devenidos mica, quedarán allí, tal vez por el resto de la eternidad, o lo que quede de ella. Nuestro hombre (o mujer) los mira a los ojos. Advierte allí nuevamente el silencio ciego que es como el tronar de un acorazado que perturba la quietud abisal de los siete mares y se le revela entonces: El Vacío.

Pero no es capaz de aprehenderlo. Así como nuestro hombre (o blah, blah) es inmune al sonido de Frank Zappa, el vacío es para él la quintaescencia de lo imperceptible y pasa a su lado como un ángel en un oasis de amapolas. El acceso directo a la experiencia mística que le revela el vacío le está vedado. Con todo, no está privado de esperanzas: nuestro hombre/mujer (tache lo que no corresponda) puede aún acceder a variados y exquisitos textos que por interpósita mediación, a través de una aciaga metaforicidad, le señalen el nudo, el centro, el hueco inasible de lo que no tiene nombre y no puede nombrarse, vale decir: El Vacío.

Tal vez nuestro sujeto (Juan, Pablo, Haydée, Carmina o Burana) se aproxime al estadío de la iluminación y todo esto (la ignorancia de Zappa, la llegada del circo, el saludo a los mimos que parecen fotografiados en mica) no sea sino el prólogo, el antecedente, el prolegómeno necesario para avanzar un paso hacia, bueno, hacia algún lado que por definición no es este.

Cantará un himno. Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare, Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare. Ayunará. Velará. Levitará. Caerá en picada y se dará de trompa contra el piso con la contundencia de cincuenta ícaros desgraciados, se partirá dos dientes y le quedará el tabique desviado (un poco a la izquierda).

Con el rostro hinchado, nuestro sujeto indagará los murales de Siqueiros, la filmografía de David Cronenberg, la Ética de Spinoza y llegará a la conclusión de que no ha entendido un carajo.

Se sentará nuevamente en su cómodo sofá (marrón) y cantará una canción que dirá más o menos así: "Gib zu mir etwas Fussbodenbelag / Unter diesen fetten fliessenden Sofa".

Luego, no pasará nada. Advendrá una vez más el silencio (ese, que es como un acorazado que blah, blah, blah, blah) y pensará: “¿Qué se puede hacer salvo ver películas?”. Pasará entonces a frecuentar clubes cinéfilos. Como nuestro hombre (o mujer) aún tiene de si mismo una visión aristocratizante, se dedicará especialmente al cine ruso o de Europa del Este que, es bien sabido, no mira nadie ni siquiera en Europa del Este.

Concluirá, en consecuencia, que ha perdido el rumbo, el tren, que le ha pifiado a todos los horarios, que se le ha ido la oportunidad evidente de apresar Aquello, eso que en Pulp Fiction brilla desde el interior escamoteado de un portafolio.

Como sea, un esquema se dibuja. Recapitulando: tenemos un hombre (o, está claro, una mujer; esta historia no hace diferencia de género) que se encuentra perdido y confundido y realizando un ciclo vital que de alguna manera supone la intuición de un Más Allá que, cual el consabido horizonte, se escapa. El personaje entonces realiza un periplo que, aparentemente, se prepara con la audición de la música de Frank Zappa, la cual no lo afecta, y se desencadena con la visión de un grupo de mimos que permanecen inmóviles como en una fotografía de mica y cuyos ojos le manifiestan oscuramente el vacío, revelación que no logra aprehender y lo lanza a la adoración de Krishna primero y a una búsqueda desesperada por todo tipo de superficies tales como textos o películas después.

Es entonces que lee El Fiord. ¡Para qué! Habiéndose asomado al pavor y la violencia, nuestro sujeto gritará como un conejo enloquecido y escapará corriendo por el living comedor. Saldrá al balcón aquél que convenientemente implantáramos a su disposición y saltará, presumiblemente, al vacío, que, vale aclarar, no es El Vacío, sino otra cosa mucho más prosaica. Sujeto afortunado: por arte de magia decidimos que su balcón se encuentre a escasos y melifluos 70 centímetros del suelo, con lo que su carrera (loca) apenas se verá perturbada.

Perderemos de vista a nuestro sujeto. Eso es necesario, sino no sería posible explicar que súbitamente comencemos a recibir correo de su parte. Nos dice:

“Queridos amigos. Les escribo desde tierras inhóspitas y distantes a las que he sabido llegar impulsado por el pavor que me fuera provocado por Osvaldo Lamborghini. Demostré el pavor de una manera peculiar y no he sabido burlarlo: aún me lame los pies con fidelidad canina y me despierta por las noches. Procuro hacerme una vida ejerciendo oficios actuales y antiguos, tales como el diseño de aplicaciones móviles y la caligrafía china. La crisis económica es terminal, tal vez lo sepan por la prensa. Aquí, los jóvenes se suicidan en masa a la espera del final de los tiempos y los viejos simplemente esperan, más sabios, más resignados, tal vez apenas más débiles o simplemente privados ya de toda voluntad. Yo hago lo que puedo. Espero que el navegador no se cuelgue mientras escribo. Tiene esa costumbre. Mi PC apesta. Bueno, en realidad ni siquiera es mía. Me la presta el cocinero de la pensión donde vivo. Es un viejo hippie con pretensiones budistas. Le conté de mi pasado Hare Krishna y eso le simpatizó. Me hace comida macrobiótica, o al menos vegetariana. O al menos no usa carne y pone mucho curry. No está mal. El curry cansa, eso sí. Y extraño la carne. Hoy encontré un restorán argentino. No saben: hacen mollejas al cava. Me metí y las probé. Me costó caro, pero son lo más parecido a la gloria que he conocido en materia gastronómica. Algún día tendrán que ceder al pavor y venir a estas tierras inhóspitas y distantes. Yo los llevaré al restorán argentino que hace mollejas al cava. ¡Ahhhh! ¡Ya me dirán! Bueno, les mando saludos, especialmente para esa chica que extraño y deseo por las noches cuando el pavor me lame los pies y me humedece.

Besos.

Juan, Pedro, Marcia o Michi”

Y así pasará el tiempo. Años, pasarán.

En semejante plazo, los largos años de una vida, es más que factible encontrar lugar para que un personaje escuche mp3, utilice scanners, aspire cocaína,  compre una nueva alfombra y redecore su cuarto, conciba un nuevo género lírico-narrativo, vea alguna noche, solo o en compañia, la película American Horror Story, se enamore de una mujer y la abandone. Las vidas humanas tienden a ser banales.

Pero los detalles nos parecen de mal gusto y no tenemos la paciencia de Roberto Bolaño para urdir vidas enteras en un solo cuento. Lo último que sabremos de nuestro personaje (hombre o mujer, a los fines de esta historia es indistinto) es que conseguirá empleo en una empresa de Silicon Valley como diseñador de tipografías y ya no buscará eso que brilla desde el interior escamoteado de un portafolios.